La historia gira en torno a dos amigos-enemigos que por errores del pasado tuvieron un futuro casi desvanecido.
Advertencia, la novela contiene decripción explícita sexual.
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Capítulo 10: De Regreso.
Después de aquella extraña situación Aidan decidió mejor acostarse. No quería seguir pensando en todo lo que había sucedido con Kilian e Indigo, y la confusión que estaba comenzando a sentir por sus propias acciones.
—Debo parar esto. Mañana tengo que hablar con Kilian para dejar esto hasta aquí, y también dejaré de caer en los juegos provocativos de Indigo. Que gane la mierda que quiera, no puedo seguir besándolo porque sí— puso la alarma y se tapó hasta la cabeza—. No quiero sentirme así de extraño.
Cerró los ojos quedándose dormido. Durante las horas de la noche no hizo más que soñar con su rival, y aquellos labios y lengua que se perdían en un lujurioso beso. Aquellas fueron imágenes bastante reveladoras e incluso algo subidas de nivel. Las horas fueron pasando y el domingo amaneció con un radiante sol. Aidan aún seguía sumido en los sueños profundos, despertó de golpe viendo que había amanecido y para peor tenía un problema en su parte baja.
—Creo que esos sueños no ayudaron en nada— se dijo mientras se levantaba. Se metió al baño para bajar las ganas y darse una ducha de agua fría, esa tarde regresaban a la ciudad.
Minutos más tarde salía del cuarto de baño hacia la habitación, se puso las ropas y ordenó sus cosas. Luego salió del dormitorio para ir a desayunar, mientras caminaba por el pasillo pensaba en hablar con Kilian para que el chico entendiera que no tenía sentimientos por él.
—Aidan.
La voz de Indigo hizo que su estómago se apretara, tomó aire y puso rostro serio. Se giró para verlo.
—Que quieres.
—Buenos días— le dijo el castaño acercándose.
Aidan retrocedió por inercia, Indigo frunció el ceño.
—Quiero que hablemos.
—No tenemos nada de que hablar— le dijo Aidan con rostro serio.
—Sabes que sí.
El pelinegro lo quedó mirando, de pronto aparecieron Gladys y Brenda, ésta última se acercó a Indigo y le dio un beso en los labios.
—Buenos días— le sonrió la chica.
Aidan los quedó mirando, Indigo no supo como reaccionar a la rápida acción de su compañera.
—Hola— le sonrió la chica al menor.
—Buenos días— le dijo Aidan a Brenda.
—Vaya, parece que se levantaron todos juntos— la voz de Kilian se escuchó desde atrás, estaba en compañía de Mael. El rubio se acercó a Aidan—. ¿Cómo amaneciste?.
El pelinegro se quedó pensando en una fracción de segundos, pero el sólo recordar el besito de buenos días de Indigo y Brenda hizo que se le revolviera el estómago. Tomó de una mano a Kilian.
—Amanecí bien, gracias. Tengo hambre— le sonrió Aidan con inocencia—. ¿Me alimentas?.
Kilian sonrió y se lo llevó de la mano al comedor, Mael lo quedó mirando y sólo los siguió. Al parecer lo mejor que podía hacer era comenzar a olvidarse para siempre de ese amor no correspondido. Indigo sintió una desagradable sensación en su interior, más por como Aidan se lo dijo. ¿Acaso le estaba insinuando que quería sexo?.
—Vamos a desayunar— les dijo Gladys.
Los tres se dirigieron al comedor.
Mientras que Sayer se había levantado hace poco, se quedó dormido tarde viendo una película de terror. Salió rápidamente del cuarto chocando con alguien, tropezó cayendo encima.
—Auch— se quejó Sayer mirando a quien estaba abajo. Abrió los ojos como plato viendo a Odris sostenerlo por la espalda—. Lo siento— dijo el pelirrojo saliéndose de encima, ayudó al mayor a levantarse.
Los chicos de por sí no tenían problemas entre ellos, pero siempre terminaban siendo hostiles para poder defender a sus amigos. Después de todo eran Aidan e Indigo los que se llevaban mal.
—¿Estás bien?— le preguntó Odris mirando al chico.
—Sí— le dijo Sayer acomodándose las ropas.
Odris se acercó sin aviso y subió su mano para arreglarle el cabello, aquella acción tomó por sopresa al pelirrojo que sintió que sus mejillas se sonrojaban.
—Lo siento, tenías el cabello desordenado— le dijo con suavidad el mayor.
—Gracias— dijo apenas Sayer creyendo que eso no había pasado.
—¿Vas al comedor?.
—Sí, voy a desayunar— le dijo el pelirrojo sintiéndose algo extraño. Era primera vez que del tiempo que se conocían que tenían una plática normal, y no de peleas por defender a sus amigos.
Odris de alguna manera, y no sabía el porque, quería mantenerse cerca de Sayer. Haberlo visto acercarse a Mael de cierta manera lo había molestado. Lo extraño es que no sabía las razones específicas, seguramente pensaba que era porque estaba acostumbrado a que sólo eran ellos cuatro en su mundo de discordias.
Sin decir más se dirigieron al comedor, ahí se separaron para ir a las mesas con su grupo. Aidan miró extrañado a su amigo por venir en compañía de Odris.
—¿Qué hacías con él?— le preguntó el pelinegro apenas se sentó.
Sayer miró a la mesa de las parejas, vio entonces como Gladys besaba a Odris en los labios a modo de saludo.
—Nada— dijo el pelirrojo sintiéndose extrañamente molesto—. Sólo nos encontramos en el camino.
Mael miró a la mesa donde estaba Odris, éste le devolvió una fría mirada. Luego continuó en lo suyo.
—Hoy regresaremos a la ciudad— les dijo Kilian llamando su atención—. ¿Se divirtieron?.
—Sí— sonrieron ambos chicos. En secreto habían deseado que el otro grupo no hubiese estado ahí.
—Podríamos venir la vez siguiente— les dijo Mael—. Pero sólo nosotros— les guiñó un ojo.
Aidan y Sayer sonrieron, lo que más querían era dejar de ver a sus rivales con las novias. Mientras pensaba en eso, Kilian le sirvió el café al pelinegro además de prepararle unos sándwich.
—Eres muy amable— le dijo Aidan.
—Y tú eres muy lindo— le sonrió Kilian.
Sayer miró a Mael que se veía bastante triste, seguramente era algo difícil olvidar los sentimientos de tantos años. El chico era atractivo además de amable, verlo triste por un amor unilateral era deprimente.
—Mael, ¿me haces un sándwich?— le pidió de forma linda el pelirrojo.
Mael lo quedó mirando, pero sonrió ante aquella dulce petición. Con una pequeña sonrisa en su rostro le preparó un sándwich bastante rico y sano.
—Aquí— le dijo dándole el plato. Lo que hizo a continuación simplemente le nació—. Debes comer sanamente para que sigas creciendo fuerte, y también lindo— esa última frase la acompañó de una suave caricia en el rostro ajeno. Sayer quedó con sus mejillas rojas.
Kilian miró algo sorprendido a su amigo, para ser sincero era la primera vez que veía a Mael comportarse así. Algunas veces lo había visto algo entusiasmado con alguna que otra chica, pero con un chico era algo diferente. Incluso se veía feliz de hacerlo, trató de no darle importancia a aquello y continuó atendiendo a Aidan. Ambos alumnos mayores se veían bastante consentidos con sus invitados, a lo lejos eran observados por Indigo y Odris.
—Oigan, ¿a qué hora regresamos?— les preguntó Brenda llamando la atención de todos en la mesa. La chica no era tonta, la pelinegra había notado ciertos comportamientos extraños con sus compañeros, y todos estaban enfocados en los dos alumnos de cursos inferiores. Tal vez se estaba equivocando, pero lo hablaría con Gladys cuando llegaran a la ciudad.
—Después del almuerzo— les dijo Odris mirando a las chicas con una sonrisa—. Así descansan para mañana ir a clases.
—¿Me llevarás a casa?— le sonrió Gladys—. Así Indigo se lleva a Brenda.
La nombrada miró al castaño, Indigo lo pensó por fracción de segundos, si él se llevaba a Brenda en el auto entonces Kilian se llevaría a Aidan.
—No puedo— dijo Indigo con voz relajada—. Los padres de Aidan me pidieron llevarlo a casa, ya que lo traje conmigo. Así que deberán irse con Odris.
Odris miró a su amigo y frunció levemente el ceño, eso era algo que no habían hablado. Las chicas se miraron entre si, Brenda no se equivocaba con sus corazonadas.
—No te preocupes— le sonrió Brenda a Indigo, se acercó nuevamente al castaño y le dio un suave beso. Sabía que Aidan podía estar mirando—. Odris nos llevará a casa, te avisaré cuando llegue.
Indigo asintió sin decir nada. De la otra mesa eran ligeramente observados, Aidan sólo quería estar solo, necesitaba irse incluso de su propia casa. Ver a sus padres le recordaba el compromiso de matrimonio, y todo para no perder la empresa. Aunque entendía que sus padres la formaron desde sus inicios, era demasiado pensar en un compromiso matrimonial sólo por cuidar la compañía. El sólo verse casado y fingiendo algo que no era, además de ver a su supuesto esposo todos los días con su nueva novia era un maldito fastidio.
Terminaron de desayunar, y salieron a caminar por la playa. Sayer iba conversando con Mael de varios temas, al pelirrojo le gustaban las personas inteligentes y que tuvieran tema de que hablar.
—Eres increíble— le dijo Sayer a Mael.
Ambos caminaban delante de sus dos amigos, atrás Aidan y Kilian iban conversando.
—Agradezco que hayas venido— le dijo el mayor mientras caminaban cerca del agua, sus pies se mojaban—. Realmente disfruto de tu compañía.
Aidan miró a Kilian, sabía que era un buen chico y que también tenía buenos sentimientos por él, pero debía ser sincero antes de que las cosas se salieran un poco de control.
—Kilian, has sido muy bueno conmigo y estoy muy agradecido por eso. Pero debo ser sincero contigo, yo no busco nada en estos momentos— dijo Aidan tratando de sonar suave—. No quiero dañarte o algo, y tampoco hacerte falsas esperanzas.
A Kilian no le quedó más que sonreír ante esas duras palabras, la sinceridad del chico era admirable.
—Entiendo lo que me dices, y lo respeto mucho. Pero te digo ahora que no me daré por vencido tan fácilmente— le sonrió el mayor.
—Tampoco quiero que lo hagas— le dijo Aidan. El pelinegro se lo había pensado, tal vez podría enamorarse del rubio y darse una real oportunidad con alguien.
—¿Te puedo pedir un favor?— dijo Kilian dejando de caminar, Aidan lo quedó mirando—. ¿Me darías un último beso?. Así la próxima vez que nos volvamos a besar tú estarás locamente enamorado de mí.
Aidan sonrió, después de todo sus amigos iban bastante más adelante, pero no se fijó que había alguien más.
—Está bien— le sonrió el pelinegro. Cerró sus hermosos ojos de bambi y sintió los cálidos labios de Kilian sobre los suyos. Se perdió entonces por varios segundos en aquella traviesa lengua.
Unos metros más allá eran observados por Indigo y su grupo, Brenda sonrió al ver esa escena. Eso le ayudaba a mantener lejos a Aidan.
—Uy parece que Kilian consiguió novio— dijo Gladys mientras tomaba de un brazo a Odris.
Aquel comentario molestó de sobremanera a Indigo, el castaño se dio media vuelta y regresó al resort. Los otros tres se miraron confundidos.
Kilian se separaba de ese dulce beso con un sabor amargo, se prometió dar todo de si para probar nuevamente esos labios. Continuaron caminando por la playa hasta que la hora del almuerzo llegó.
La familia de Kilian les preparó una mesa para que comieran todos juntos a modo de despedida. Había mucha comida y bebestible. El rubio les dio las gracias por tomarse esas molestias, al igual que todos los presentes. Para Brenda no fue muy agradable sentarse en la misma mesa que Aidan, aún no hablaba con su amiga pero estaba segura que Gladys la entendería.
—Tú familia fue muy amable en preparar esto— le dijo Indigo a Kilian. Estaba sentado justo frente a Aidan.
—Gracias— le sonrió Kilian—. Hoy regresaremos a la ciudad, ¿ustedes se irán ahora o más tarde?.
—Regresaremos después del almuerzo— le dijo Brenda mirando con apatía a Aidan, el chico se sintió algo extraño por ello.
—Eso es bueno, nosotros también regresaremos hoy— continuó Kilian, miró al pelinegro—. ¿Te irás conmigo verdad?.
Aidan iba a decir que sí, pues obviamente no regresaría con Indigo. Él seguramente debería llevar a su novia a casa.
—No puede.
Todos miraron a Indigo.
—Aidan se irá conmigo, porque sus padres me lo pidieron— les dijo con tono seguro.
—Eso no es cierto— le debatió el pelinegro.
—Si no me crees, entonces llama a tus padres— le dijo Indigo con rostro desafiante.
Aidan apretó los puños, después de todo tenía lógica lo que decía el castaño. Vivían al frente y sus padres lo habían visto salir con él. Para Kilian eso no era suficiente, incluso le parecía extraña la petición.
—¿Estás seguro de irte con él?— le preguntó Kilian.
—No te preocupes, somos vecinos, eso es todo— le sonrió Aidan al rubio—. Cuando volvamos a venir solos, tú me irás a dejar.
El mayor sonrió satisfecho ante esas palabras, Sayer se quedó con la boca abierta sin entender que carajos le pasaba a su amigo. Para Indigo esas fueron palabras directas de provocación.