Kael Walton no fue criado, fue forjado, desde niño conoció más el frío del abandono que el calor de una familia. A los quince años quedó huérfano, y su refugio fueron las calles, los trabajos mal pagados, y los silencios largos que solo entienden los que han sobrevivido más de lo que han vivido.
El ejército le dio estructura, disciplina, y una nueva identidad: soldado, protector, fantasma. A los 25 años, pensó que había encontrado la única guerra que valía la pena luchar: el amor. Pero la felicidad duró poco. Su esposa fue asesinada por un mafioso al que todos temían, excepto Kael. Desde entonces, el amor quedó enterrado junto a ella.
Años después, en medio de una misión de venganza donde logran su cometido, cuando al fin reina la paz para el solo era el inicio de un caos y encanto, llamado Nadia Drake.
Podrá Nidia Alojarse en el corazón de Kael?
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Capítulo 9
... NO ES CELOS ES... LOGÍSTICA ...
...
...
Dos días después una invitación llegó al apartamento de Nadia en una caja, literalmente.
Una caja negra, elegante, con el logo de una galería de arte minimalista grabado en dorado.
Dentro, una tarjeta de papel grueso, tipografía perfecta, y una nota a mano: “Sería un honor que me acompañaras. —Luca”.
Nadia sonrió al verla, no porque estuviera interesada, no realmente; pero le divertía ver hasta dónde Luca estaba dispuesto a llegar.
Además, una noche en una galería moderna, con vino, música suave y arte provocador… no sonaba mal.
Y también, aunque no lo admitiría en voz alta, quería ver si Kael reaccionaba.
La noche llegó rápido.
Nadia eligió un vestido negro simple, ajustado, de tirantes finos, que dejaba ver sus clavículas y parte de la espalda.
No era su estilo diario, pero se permitía de vez en cuando jugar con su imagen, en el cuello, un collar fino con una sola piedra azul, tacones bajos, cabello suelto y labial rojo.
Cuando bajó del auto frente a la galería, Luca ya la esperaba imponente, con un traje elegante y su sonrisa de portada de revista.
—Eres oficialmente la mujer más hermosa de esta noche — dijo, ofreciéndole el brazo.
—¿Y tú eres oficialmente el tipo con más confianza en este país?
—No en el país, en todo el hemisferio norte.
Ambos rieron mientras entraban.
El lugar estaba lleno de gente elegante, copas en la mano, conversaciones en tono bajo y muchas miradas estudiadas.
Las paredes blancas exhibían cuadros enormes con manchas, figuras distorsionadas y frases como “El caos también respira”.
Nadia fingía que entendía.
—¿Eso es un gato o un derrame emocional? — preguntó ella, señalando una de las obras.
—Ambos, probablemente — respondió Luca.
Lo que ninguno de los dos notó fue al hombre apoyado contra una columna, cerca del bar, con traje oscuro, sin corbata, y expresión de “estoy aquí solo porque cuido a la hermana de mi amigo”.
Kael.
No sabía qué demonios hacía allí, bueno, sí lo sabía.
El día anterior en una de sus visitas a Ethan lo había escuchado hablar por teléfono sobre el evento, y mencionó que Nadia iría “acompañada”.
Una palabra peligrosa.
Y ahí estaba Kael, fingiendo que bebía algo, mirando hacia otro lado, con el oído siempre atento a la risa de ella.
Esa risa que se le había clavado en la memoria.
Observó cómo Nadia sonreía, cómo Luca se acercaba un poco más de lo necesario, cómo ella no se alejaba.
Una mujer pasó junto a él.
—¿Solo? — preguntó coquetamente.
—No exactamente — respondió Kael sin mirarla.
Mientras tanto, Luca se inclinó hacia Nadia.
—¿Puedo hacerte una pregunta sin que te ofendas?
—Depende. ¿Incluye mi edad, mi ex o mi situación migratoria?
—Ninguna de las tres — rio —. ¿Qué pasa entre tú y Kael Walton?
Ella lo miró, no se sorprendió. Al fin de cuentas no era una simple presidenta de una de las mejores empresas de seguridad por nada, su hermano Ethan la había entrenado y muy bien.
—¿Por qué preguntas?
—Porque aquella vez en la cafetería o cuando mencione su nombre, tus hombros se tensan, pero tus ojos brillan y cuando hablas de él, parece que intentas sonar neutral… pero fallas.
—No pasa nada — respondió ella, bajando la mirada hacia su copa.
—¿Y por qué siento que quieres que pase todo?
Ella sonrió, sin responder.
—¿Te molesta que te lo pregunte?
—No —dijo, girándose un poco para ver otra obra —. Me molesta que intentes indagar en mi vida personal.
Kael seguía observando, lo odiaba a ese tal Luca, pero a la vez odiaba estar ahí, odiaba que le doliera, odiaba no poder mirar hacia otro lado.
Entonces vio cómo Luca rozaba la espalda de Nadia con su mano al guiarla a otra sala.
Y se movió, no lo pensó, simplemente caminó hasta ellos como si formara parte del recorrido.
—Qué interesante encontrarme con ustedes aquí — dijo con voz neutra.
Nadia se giró, sorprendida.
—¿Kael?
—Me invitaron, lo dudé un poco, pero me decidí a venir. ¿Molesto?
Luca sonrió, encantador como siempre.
—Para nada, estaba a punto de pedir una opinión experta sobre esta pieza. ¿Tú qué ves?
Señaló un cuadro negro con una línea roja cruzándolo de forma irregular.
Kael lo miró, luego a Luca.
—Una herida, abierta y mal cerrada.
Ya el silencio era muy común entre Nadia y Kael y era algo que los perseguía.
Luca sonrió de forma tensa.
—Vaya, que poético.
—Realista — dijo Kael, mirando a Nadia.
Ella sostuvo su mirada.
—¿Seguiste tu instinto o fue casualidad? — le pregunto Nadia Kael en susurro para que Luca no escuchara.
—Digamos que la logística me trajo hasta aquí — respondió él, en voz baja—. Y algo más.
—¿Celos?
—No.
—¿Y si sí?
Kael respiró profundo.
—Entonces estoy aquí para evitar una mala decisión.
Luca frunció el ceño, sin perder la sonrisa.
—¿Te refieres a mí?
Ambos voltearon y se dieron cuenta de lo indiscretos que habían sido.
—No lo dije — respondió Kael, mirando hacia otro cuadro.
—Pero lo pensaste.
Nadia intervino antes de que el intercambio subiera de tono.
—Chicos, este no es un campo de batalla, es solo una exposición.
—Tienes razón — dijo Luca apretando sus manos con fuerza —. De hecho, iré a buscar más vino.
Y se alejó, no por cobarde, solo para no perder los estribos.
Kael y Nadia se quedaron solos.
—¿Qué haces aquí, Kael? —preguntó ella, sin suavidad—. ¿Por qué viniste?
—No me gustó que te invitara y mucho menos me gusta como él te mira.
—¿Y tú cómo me miras? — dijo Nadia retadora, tal vez era patético repetir la pregunta muchas veces, pero quería que él se expresara, ella sabía que él sentía algo, pero era incapaz de expresarlo.
Kael tragó saliva, su mirada era intensa, vulnerable y dura al mismo tiempo.
—Como alguien que no debería mirar, pero no puede dejar de hacerlo.
Nadia bajó la vista, luego lo miró con una mezcla de ternura y frustración.
—No puedes seguir empujándome y luego venir a salvarme de cosas que no me están dañando, Luca no es peligroso.
—No me gusta cómo te habla.
—¿O no te gusta que no seas tú quien lo hace?
Kael se quedó callado, esa pregunta dolía, porque sabía la respuesta.
—Nadia… no quiero verte con alguien más.
—¿Y quieres verte conmigo?
Él la miró, con todas las cicatrices en los ojos, como si no supiera cómo empezar a decir lo que siente, pero también como si no pudiera negarlo más.
—Sí, pero no sé cómo hacerlo sin fallarte.
—Entonces déjate fallar, pero déjame intentarlo contigo.
Él respiró hondo, dio un paso más cerca.
—¿Y si no puedo protegerte de mí?
Ella sonrió, suave, firme y sintiendo como su corazón se aceleraba.
—No importa, lo que realmente importa es que estes dispuesto a caminar a mi lado.
Luca volvió en ese momento, con dos copas.
— Lo siento Luca, debo retirarme, gracias por la invitación. — dijo Nadia un poco apenada.
— No te preocupes — dijo Luca con una sonrisa forzada.
Dándose de cuenta que Kael se le había adelantado y maldecía internamente mientras los veía como se marchaban
Y por primera vez, mientras Kael y Nadia caminaban juntos, no hablaban como extraños, no discutían, no fingían.
Solo caminaban lado a lado.
Sin tocarse.
Pero más cerca que nunca.
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que decepción
así me gusta que no tengan tantos capitulos 💯