¿Que tanto impacto puede hacer un crucigrama en la vida de las personas?
Guillermo es mujeriego, las mujeres no le duran más de dos meses, salvo Elisa, con quien tuvo una relación de casi un año.
un amigo en común parece encontrar la medicina para los dos.
¿Podrá el crucigrama hacer cambios en Guillermo?
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Guillermo y Elisa
Guillermo se recupera totalmente de la fiebre, el único problema es su fractura de costilla. El área afectada está hinchada pero ya no tan oscura, los hematomas están empezando a desaparecer.
Elisa ha fajado la espalda para inmovilizar la costilla afectada, pero por las noches le cambia de emplasto a base de hojas que una aldeana le enseñó. Está señora le provee de hojas frescas todas las tardes para que Elisa le haga el cambio de emplasto por las noches, hacer esto era un procedimiento religioso, debía tener cuidado al momento al momento de hacer el cambio para evitar que la fractura se mueva, Guillermo no podía estar mucho tiempo de pie y de estar sentado se le hacía más soportable, pero algo incómodo para Elisa.
El procedimiento era de la siguiente manera, Guillermo estaba sentado para quitar el vendaje y el emplasto viejo, lavar cuidadosamente el área para retirar los restos de hojas viejas y secas, y para la nueva curación lo hacía de pie. Guillermo se sentía culpable cada vez que sentía las manos de Elisa sobre su cuerpo cuando realizaba la tarea de limpieza sobre la zona afectada, él recuerda cuando estaban juntos, recuerda como ellos se estimulaban de esa manera para estar listos para que el acto de “amor” resulte placentero en su máxima expresión. Elisa se enfoca en no provocar dolor, limpia con cuidado y todo por la salud del tipo, así es como piensa ella, en ningún momento piensa en el pasado.
-Hay hinchazón, pero mucho menos, y está de color verde oscuro, está bastante mejorado, la costilla no se ha movido. – es el diagnóstico de Elisa.
- Gracias. – Guillermo tenía la voz quebrada – tengo una gran deuda contigo. Siempre has hecho bien todo. – quería agregar una frase más, pero se muerde la lengua.
- Usted también hace bien muchas cosas, pecado que todo se mancha con su enfermedad de cambiar mujer.
- Aprendí que el ser humano cambia, puede sentir arrepentimiento genuino. Sea por su propia voluntad o por golpes de la vida. – sintió un gran dolor cuando Elisa lo trató de usted – lo bonito sería ser perdonado, recibir una oportunidad y hacer bien las cosas.
- Un corazón herido queda herido, las cicatrices no desaparecen. Puedo perdonar, pero no puedo dar una segunda oportunidad. Sería un error, una tontería.
- Te entiendo. – Guillermo se aguanta las ganas de llorar.
- Puede ir a descansar.
Elisa lo deja solo, necesita tomar aire, al ver las estrellas muchos recuerdos le vienen a la memoria, tantos momentos que vivió con él le amargan la noche, ella quiere llorar en silencio, pero es inevitable no hacer ruido. Eso puso en alerta a Guillermo, la sintió llorar y el sentimiento de culpa va haciendo un terrible peso sobre su corazón, él quiere estar a su lado, camina despacio y se arrodilla con mucho esfuerzo para estar a la altura de Elisa, no es fácil para él hacer ese movimiento, pero se aguanta el dolor, la abraza y llora con ella.
Elisa sentada y él de rodillas, los dos sufren, ella por la herida y él por el cargo de conciencia, un año para Guillermo fue mucho, él no hizo caso al corazón, su mente le decía que hora de cambiar y lo hizo. Su mente tuvo más poder que el corazón, y tardó ocho meses en obedecer a su mente.
-Elisa… tenemos que curarnos. No podemos seguir así. Mi error fue hacer caso a mi mente, estuve luchando por meses hasta que me rendí.
- Cállate, tú eres mujeriego. - ella se ahogaba en lágrimas.
- Te quería, Elisa. Te quise, tengo bonitos recuerdos. – la abraza con todo su ser, con fuerza como si quisiera meterla en su corazón y cuidarla desde allí.
- Déjame sola. – ella le pide a buen modo.
- No, no puedo. El cargo de conciencia no me deja. - se justifica.
- Tiene que ir a descansar. – lo trata de usted.
- No me trates como un extraño, fuimos pareja por un año.
- Nuca fui tu pareja. – ella lo hirió para quitárselo de encima.
Guillermo sintió una fría puñalada atravesar su pecho, le confesó la verdad y fue en vano, él sintió la muerte con esa frase, poco a poco deja de abrazarla y con esfuerzo se pone de pie y se va a dormir. Minutos después Elisa se va a dormir, pero su mirada está cargada de tristeza al ver a Guillermo que supuestamente duerme.
Al día siguiente, Elisa ayuda a preparar el desayuno para todos los miembros de la familia que los acoge, Guillermo no se levantó, amaneció mal, su almohada está mojada, sus ojos están hinchados y rojos, tenía ojeras, se le veía mal.
Elisa fue a verlo y no se esperaba verlo en esas condiciones.
-Buenos días, Guillermo tienes que comer para sanar su costilla.
Guillermo la observa, con la mirada le decía que no iba a comer, no tenía ganas. Esperando que Elisa se fuese y así se cumpliría su voluntad. Y así fue, Elisa salió de la habitación, pero regresa con el desayuno en una mesita plegable.
-Guillermo, vas a comer te guste o no. Debes curara esa costilla.
Ella lo ayuda a sentarse y le da de comer. Al principio, Guillermo no quería abrir la boca, se conformaba con mirar los ojos de Elisa, el silencio y la perseverancia de ella lo derrotan. No tiene otra alternativa que aceptar el desayuno, pero comía con pesadez, en realidad no tenía ganas de comer, pero tener a Elisa tan cerca hizo el esfuerzo de comer algo, no comió todo, estaba lleno de tristeza y eso reemplazó a la comida.
-Tiene que comer. – ella le habla con neutralidad.
- No tengo hambre, Elisa. No me siento bien. – su voz era baja.
- Has llorado toda la noche ¿Verdad? - solo quería que él mismo lo afirme.
- Tus últimas palabras fueron más dolorosas que la fractura. – le confiesa.
- Estoy herida, me has reemplazado por Patricia sin decirme nada. – le restriega en cara su falta.
- Patricia quedó en el pasado, era solo una distracción, una más de las baratas.
- ¿Soy barata, entonces? – ella se sintió ofendida.
- No. – responde de inmediato – Las baratas me aburren, solo me duran de quince días a un mes, a lo mucho tres, pero tú y yo estuvimos casi un año. Y de todas las mujeres que tuve, solo de ti tengo recuerdos.
- Ahora resulta que yo fui la única que te ha podrido la vida por un año. – Elisa está ardida.
- No hables así. Fue un año diferente, he aprendido cosas de ti, te enseñé varias cosas, tenemos puntos en común, por eso nuestra relación duró un año.
- Por favor come, tenemos que salir de aquí, hay que dejar la China. – ya no quiere seguir hablando, no quiere dar vueltas a un asunto que ya terminó.
Guillermo se anima a terminar su desayuno, platicar con Elisa, decirle la verdad siente que el peso va desapareciendo y que su corazón se libera de la opresión.