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Dominio

Dominio

Status: Terminada
Genre:Yaoi / Doctor / Amor eterno
Popularitas:572
Nilai: 5
nombre de autor: Moxonligh

Ethan ya lo había perdido casi todo: sus pacientes, su reputación y la fe en la gente. Todo por una acusación que jura era mentira. Cuando aceptaron mantenerlo en la clínica bajo una condición —tratar a un paciente que nadie más quería—, tragó su orgullo y aceptó. El nombre en el expediente: Kael Drummond.
Luchador profesional. Incontrolable. Violento. Y con el hombro izquierdo casi inutilizable.
Kael no confía en nadie. Creció quebrando a otros antes de que lo quebraran a él. Su cuerpo es su arma, y ahora le está fallando. Lo último que quiere es un terapeuta metiéndose en sus límites.
Pero entre sesiones forzadas, provocaciones silenciosas y cicatrices que no son solo óseas, Ethan y Kael se enfrentan… y se reconocen. El dolor es todo lo que conocen. Quizás también sea donde empiecen a sentir algo que nunca habían tenido: cariño.

NovelToon tiene autorización de Moxonligh para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 10

[Mañana siguiente | Apartamento de Kael]

El sol invadía la habitación por las rendijas de la cortina. Ethan se despertó primero. Estaba acostado de lado, mirando a Kael, que dormía con la frente pegada a la almohada, el brazo extendido por encima de él.

Ethan se quedó allí. Solo mirando. Reparando en el pecho que subía y bajaba suavemente. En la forma en que Kael fruncía levemente la ceja, incluso durmiendo. Como si hasta en los sueños tuviera miedo de relajarse demasiado.

Pasó la punta de los dedos por la mano de él. Sin despertarlo. Solo para sentir que todavía estaba allí.

Pero la cabeza de Ethan ya comenzaba a trabajar.

¿Esto es real? ¿Esto va a durar? ¿Debería estar aquí?

La respiración de él cambió. Kael abrió los ojos, despacio.

—¿Me estabas vigilando? — susurró, con la voz ronca de sueño.

—Estaba intentando creer que todavía estabas aquí.

Kael cerró los ojos de nuevo, atrajo a Ethan más cerca.

—No sé a dónde más iría.

[Cocina | Un silencio diferente]

Tomaban café en la cocina. Kael estaba sin camisa, apoyado en el fregadero. Ethan, con camiseta y el pelo revuelto, sujetaba la taza con las dos manos.

—¿Vamos a hablar sobre ayer? — preguntó Kael, sin mirarlo.

Ethan respiró hondo.

—¿Necesitamos?

—Creo que sí. Porque… no sé cómo lidiar con esto despierto.

Ethan se apoyó en la encimera de al lado.

—Ayer no fue solo deseo. No haría eso contigo si fuera solo eso.

Kael se mordió el labio. Estaba pensando demasiado, y odiaba eso.

—Tengo miedo de arruinarlo todo, Ethan. No sé ser ligero. No sé mantener.

—Entonces nos equivocamos juntos. Pero lo intentamos.

—¿Y si te cansas de intentarlo?

Ethan lo miró a los ojos.

—¿Y si me quedo? Incluso cuando quieras que me vaya.

Silencio.

Kael desvió la mirada.

—La última vez que me dejé sentir, fui usado. Traicionado. Desechado.

—Y la última vez que confié, destruyeron mi nombre.

—Entonces, ¿por qué todavía lo estamos intentando?

Ethan esbozó una media sonrisa.

—Porque, incluso con todo esto... todavía eres el único lugar donde no me siento solo.

Kael se pasó la mano por la cara, ahogando una risa seca.

—Estamos tan jodidos, tío.

—Y aun así, solo quiero estar más cerca.

[Tarde | El primer golpe del mundo exterior]

Horas después, Ethan volvió a la clínica. Tenía una sesión con otro paciente. Intentó actuar normal. Cumplir el protocolo. Pero el cuerpo todavía sentía a Kael. La piel todavía recordaba el tacto.

En la recepción, Carla lo llamó discretamente.

—Ethan... ¿puedo contarte una cosa un poco extraña?

—Habla.

—Hoy llegó un correo electrónico anónimo. Una captura de pantalla. De tu nombre asociado al de Kael Drummond. Dijeron que lo estás tratando de forma “nada profesional”.

El corazón se le heló.

—¿Quién mandó eso?

—No lo sé. No tenía remitente. Solo… cuidado. Hay gente queriendo derribarte de nuevo.

[Noche | De vuelta al apartamento de Kael]

Ethan contó todo.

Kael escuchó callado. Estaba con los brazos cruzados, apoyado en la pared, como siempre que necesitaba protegerse.

—¿Fue alguien de la clínica? — preguntó.

—Probablemente. O alguien que sabe sobre nosotros.

—¿Quieres que nos alejemos?

Ethan tardó en responder.

—Quiero que entendamos que ahora no es solo entre nosotros. Hay gente que va a intentar destruir lo poco que hemos construido.

Kael caminó hacia él. Se detuvo enfrente. Los ojos intensos.

—¿Y vas a dejarme?

—No. Pero tal vez tenga que esconderte.

Kael sacudió la cabeza.

—No te escondas. No soy una vergüenza. Y tú tampoco lo eres.

—Pero eres un riesgo. Y yo ya lo perdí todo una vez.

—¿Y si me voy ahora… dolerá menos?

Ethan cerró los ojos.

—No. Va a doler igual.

Kael apoyó la frente en la de él.

—Entonces, que le jodan al mundo. Quédate aquí. Solo hoy.

Ethan susurró:

—Me quedo. Incluso si mañana es más difícil.

Kael sujetó el rostro de él con las dos manos.

—¿Y si te vas cuando yo ya me haya quedado?

—Entonces, atrápame ahora. Con tacto. Con palabra. Con lo que sea.

Kael besó a Ethan. Lento. Firme. Como si dijera: “Incluso con el mundo derrumbándose, aquí dentro todavía existe un lugar que es solo nuestro”.

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