Código Cupido

La reunión con los inversionistas fue un éxito.

Todo el equipo estaba satisfecho, los números cuadraban y el proyecto avanzaba según lo planeado.

Pero Leonardo…

No podía concentrarse.

Porque cada vez que levantaba la mirada, sus ojos terminaban en Zack.

O mejor dicho… en Zoe.

¿Por qué demonios no podía dejar de mirarlo?

Zack—o Zoe—tenía algo que lo atraía sin que pudiera evitarlo.

El problema era que Zoe también lo notó.

Cada mirada intensa de Leonardo la hacía sudar frío.

Sentía que si se movía bruscamente, si respiraba demasiado fuerte o si hacía algo fuera de lugar, la descubriría.

Así que trató de actuar con naturalidad.

Falló miserablemente.

Cuando finalmente terminó la reunión, Zoe casi salió corriendo de la sala.

Necesitaba aire.

Leonardo, por su parte, también se sintió aliviado.

Esto estaba fuera de control.

Por suerte, hoy era viernes.

Lo que significaba que no vería a Zack en todo el fin de semana.

Dos días para aclarar su mente.

Dos días para dejar de pensar cosas extrañas.

Dos días para volver a ser él mismo.

O al menos, eso esperaba.

Lo que Leonardo no sabía que ese vuelo de regreso iba a se una tortura para él.

Cuando abordaron el avión, Leonardo suspiró de alivio.

Había conseguido un asiento junto a la ventana, alejado de Zack.

Perfecto.

Todo estaría en calma.

Podría descansar.

Podría dormir.

Podría…

…Ver a Zack y Gabriel riendo juntos como si fueran mejores amigos de toda la vida.

Y sentir cómo algo dentro de él se retorcía de incomodidad.

Leonardo apretó los puños.

¿Por qué le molestaba tanto que Gabriel estuviera tan cómodo con Zack?

¿Por qué le incomodaba ver a Zack sonriendo así con él?

No.

No.

NO.

No era celos.

Definitivamente no eran celos.

Solo…

Solo era cansancio.

Sí.

Eso.

Definitivamente.

Mientras tanto, Zoe y Gabriel seguían conversando como si nada.

—Así que… ¿nunca habías viajado en avión? —preguntó Gabriel, con una sonrisa socarrona.

—No, primera vez. Y la verdad… Me gustó, Pero me hubiese gustado más si Leonardo no se viera así de raro al verlo tan serio. —Zoe rió, acomodándose en su asiento—. Pensé que sería más hablador.

Gabriel se rió por lo bajo.

—Digamos que este viaje lo ha dejado algo… confundido.

Zoe parpadeó.

—¿Confundido?

—Olvídalo. —Gabriel hizo un gesto con la mano, como si no fuera importante—. ¿Y qué harás este fin de semana?

—Dormir —respondió Zoe, sin pensarlo dos veces—. Y comer como si no hubiera mañana.

Buena estrategia. Pero tenemos una invitación para una fiesta. Y todo el equipo debe ir.

—¿En serio? ¿Todos debemos ir?

—Así es mi querido "Zack", a veces la vida no es justa.

—Adios a mi plan de descanso y de comer hasta morir — dijo Zoe con cara de puchero

Ambos rieron, y Leonardo apretó la mandíbula. Sin embargo a Leonardo le pareció ese gesto tan encantador.

Definitivamente…

NO eran celos.

…

…

…

Tal vez un poquito.

Pero no importaba.

Mañana no vería a Zack.

Ni pasado mañana.

El lunes, todo volvería a la normalidad.

O al menos…

Eso pensaba.