Lea es una universitaria que se suicida pero reencarna en Tanea, una joven aristocrática qué tiene que vengarse por su hermana, teniendo que confrontarse con personas importantes e incluso con su prometido. Muchos secretos, traiciones y mentiras ¿su venganza saldrá bien o su vida se verá destruida?
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10
La brisa fresca de la tarde hizo que mis cabellos bailaran dificultando mi vista. Esperaba con ansias el carruaje para ir a casa, parecería que mientras más apurada estoy más tardan en preparar todo, es más lento.
Miré hacia arriba, el cielo estaba gris. Espero que no llueva, sería la cereza del pastel.
Agarré la falda del vestido y comencé a bajar los escalones con cuidado, detrás de mí se escucharon unos pasos correr y una voz que me detuvo.
- Tanea, espera-
Voltee en silencio, con la mirada le di a entender a Neyén que siguiera hablando.
-¿Vas a la casa de tu familia?- preguntó
¿Para qué pregunta si ya sabe? Es obvio que está informado de cada uno de mis pasos. Contesté con un breve y seco "si" y miré a mí al rededor buscando el carruaje, para mi suerte estaba acercándose.
Intenté bajar los escalones restantes, pero un agarre en mi brazo me detuvo. Lo miré con molestia, tengo que irme y él solo me retrasa.
-¿Por qué parece que me evitas? ¿Hice algo que te molestara?- preguntó
Sus ojos desprendían confusión verdadera. Me hizo replantear el enojo hacía él, me duele que me haya ocultado el hecho de que ahora les pertenece lo más importante de mi familia pero ¿por qué me lo diría? ¿somos cercanos? ¿por qué me siento dolida?
-No es eso, solo estoy ocupada. ¿Me dejas ir?- hablé señalando mi brazo, su agarre era delicado pero no quería sentir su toque por ahora.
Me soltó de forma rápida murmurando un "lo siento" Miré el carruaje y luego a él, le sonreí un poco para alivianar todo el asunto.
-Nos vemos mañana, espero que podamos tomar el té juntos- con esas palabras me despedí y de reojo pude ver una sonrisa plasmarse en su rostro.
Al llegar a casa la lluvia comenzó a caer con fiereza, parecía que el cielo se caería en cualquier momento. Pude ver como el carruaje de mi familia también se acercaba a la entrada, llegamos al mismo tiempo. Agarré el paraguas y me dirigí hacía ellos.
-Hija, ¿que haces aquí?- preguntó mamá con sorpresa.
-Madre, padre. ¿Por qué entregaron las tierras de Caussen a la familia real?- fui directo al grano
Ambos se detuvieron en medio de las escaleras, me miraban con incredulidad.
-Primero entra a casa, nos mojaremos si seguimos así- sugirió mamá, su agarre en el paraguas se hizo más fuerte, estaba ansiosa.
-Mamá, dime por favor- elevé la voz, la lluvia era tan fuerte que nuestras voces parecían ser silenciadas.
-Tanea, entra y allí hablaremos- dijo con firmeza mi padre.
Subí las escaleras casi corriendo, abrí la puerta y los esperé. Las sirvientas agarraron los paraguas y comenzaron a ordenar todo, ahora estábamos los tres cara a cara.
-No es lo que crees, en realidad no se las dimos todavía- comenzó mamá
-¿Cómo que "todavía" no?- pregunté
-Se las entregaremos cuando te cases- aclaró papá
-Entonces no me caso- respondí rápidamente
-No digas cosas sin coherencia, Tanea. Tienes que casarte, las tierras no son nada comparadas con tu reputación y la nuestra- dijo el castaño
-Pero padre, están entregando mucho poder y lo saben-
No encontraba el sentido a todo esto, no podía ser así.
-Nosotros sabemos lo que hacemos, cada acción que tomamos es por el bien de la familia-
Abrí la boca para quejarme pero un grito desgarrador me silenció. Karla bajaba las escaleras con apuro, se sujetaba de la baranda con fuerza.
-Karla...- llamé atónita
Levantó su rostro lleno de lágrimas, su pecho subía y bajaba con rapidez.
-La señorita Mar...- logró vocalizar con dificultad
No hizo falta que dijera más, con solo oír ese nombre comencé a subir las escaleras. Detrás de mí escuchaba a Karla pidiendo que no vaya, que me quede dónde estaba.
-Mar, Mar, ¿dónde estás?- grité en el pasillo
Sin respuesta alguna el silencio me atacó de una forma feroz y eso me hizo correr más rápido hasta llegar a su habitación. La puerta se encontraba entre abierta, la empujé sin saber que me encontraría con la peor imagen del mundo.
Lo primero que mis ojos captaron fue una mancha de sangre, parecía formar un camino que me dirigía al cuerpo inerte de Mar tirado en el suelo. Fueron unos segundo donde me paralice pero mi mente comenzó a negarlo.
-No, No, es mentira. Levántate Mar, ¿estás bien?- hablé arrodillándome a su lado, sintiendo como la sangre traspasaba la tela del vestido y mojaba mis rodillas.
-No juegues así...- mi voz se quebró
Toqué su mejilla, pero por instinto alejé mi mano al instante, está helada. Miré sus ojos cerrados, acaricié su cabello tan lindo que tiene esperando que se despertara por las cosquillas que siempre le generaba esa acción, pero no lo hizo.
Miré un poco hacía abajo y vi ambas muñecas llenas de sangre, abiertas. A su lado, un cuchillo. Fue en ese instante que entendí que se quitó la vida, hizo lo mismo que hice yo.