Anya despierta en el mundo de una historia que escribió hace años. Una historia sobre una bella princesa, un valiente caballero... y un despiadado dragón.
Decidida a mantenerse al margen de la gran guerra que se avecina, vive tranquilamente en un pequeño pueblo, hasta que accidentalmente salva a un pequeño niño y unos meses después un dragón aparece en su puerta.
NovelToon tiene autorización de MissReaper para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Ventajas y desventajas
La habitación era enorme.
Más grande que el departamento en el que Anya vivía en su antigua vida.
Pero era de esperarse si tenías en cuenta el tamaño de la mansión. Aunque Anya había leído muchas novelas, nada podía prepararla para la extravagancia que la riqueza exagerada compraba.
La mansión estaba un poco descuidada y los jardines estaban pobremente mantenidos, aun así la propiedad era impresionante solamente por su tamaño y diseño.
En cuanto la chica la vio desde la ventanilla del carruaje su mandíbula cayó a sus pies.
Apenas bajaron del carruaje, el duque ordenó a una mucama llamada Daisy que le mostrara a Anya el camino a la sala de descanso e inmediatamente desapareció con Hadi detrás de él.
Rowan no se despegó de Anya en ningún momento, Daisy fue lo suficientemente amable para contestar cualquier pregunta que Anya le hiciera, sin embargo, había algo en su expresión que le parecía extraño. La chica actuaba cohibidamente y parecía preocupada. Cuanto más trataba Anya de mostrarse amable y despreocupada, más parecía hundirse el ánimo de la joven mucama, así que no intentó acercarse más y, en cambio, se dedicó a entretenerse junto con Rowan hasta que Hadi apareció para llamarla al despacho del duque.
Al parecer, Raenor había ido directamente a su oficina a redactar el contrato y, después de firmarlo, fue Hadi quien guió a Anya hasta la habitación principal.
Durante el camino, Anya se dedicó a observar al ayudante detenidamente. Era alto y de tez morena, su cabello negro y largo estaba recogido en una coleta baja. Sus ojos eran del color de la miel y la miraban afiladamente. Su complexión fornida definitivamente no parecía la de un ayudante y, por la forma en que le apuntó con su espada cuando se conocieron, seguramente era alguna especie de soldado.
Anya intentó hacer conversación, pero las respuestas que recibía eran cortas y frías. ¡La actitud del ayudante era igual o peor que la del duque! Su rostro tampoco dejaba entrever nada. Al final, lo único de lo que Anya estaba segura sobre Hadi era de que ella no le agradaba.
Daisy ya estaba en la habitación cuando Hadi la dejó ahí y Anya notó que el ánimo de la pobre chica estaba peor que antes, si eso era posible. Daisy le mostró la habitación, luego el armario, el cual era igual de grande que la habitación, y finalmente el baño.
Anya se detuvo en la puerta, casi en estado de shock, tuvo que sostenerse del marco para no caer de espaldas.
- D... Daisy... - tartamudeó el nombre de la chica.
- ¿Sí, milady? ¡¿Qué sucede?! - la mucama se asustó al ver la expresión en el rostro de Anya.
- ¿Qu... Qué es eso? - señaló a un objeto al fondo, detrás de la bañera.
- ¿Eso? - Daisy siguió la dirección con la mirada - Eso es un inodoro.
Anya estaba segura de haber escuchado el canto de los ángeles, podría haberse echado a llorar en ese momento.
¿Era esto un sueño? ¡¿Cómo era posible?!
- Funciona con magia acuífera, los desechos se van a través de tuberías - explicó Daisy - es un sistema costoso, por eso solo es común en las casas de los nobles.
¡Así que la magia sí pudo resolver este problema!
Este fue el momento en el que más feliz se había sentido por el matrimonio contractual y sintió que estaba estafando al duque, ella ya había ganado en esta vida.
...****************...
Después de tranquilizarse, le pidió a Daisy que le diera un momento a solas.
La mucama salió rápidamente, probablemente pensando que iba a hacer uso del inodoro, dada su extraña fascinación con el objeto.
En realidad, Anya quería un momento de tranquilidad para repasar los eventos recientes y su relación con la historia original.
Su mera presencia en esta casa ya era un indicio de que las cosas podían cambiar y necesitaba hacer un recuento de cualquier información que le pudiera ser de ayuda.
La historia original no giraba en torno a Rowan, así que la información del ducado durante la infancia del villano era muy limitada.
La historia trataba de Lillian de Aethia, hija del actual primer príncipe del reino de Aethia quien en unos años se convertiría en rey.
Lillian conoce a Rowan durante su infancia, cuando el pequeño acompañó a su padre al palacio real. Ambos se conocen en un jardín y Rowan queda irrevocablemente enamorado de ella a primera vista.
Sin embargo, poco después la princesa conoce a Aspei Kane, el hijo de un marqués que crecería para convertirse en la espada del reino. El caballero que ganaría el corazón de la princesa y sería el rival de Rowan en todos los aspectos.
Eventualmente, Rowan se perdería más y más en su obsesión por Lillian y tomaría decisiones cada vez más drásticas hasta que, finalmente, la guerra estalla.
Ahora que Anya sabía que aún faltaban varios años para eso, debía concentrarse en sucesos más cercanos.
Sobre todo en el más preocupante de todos.
La muerte del duque Demasco.
Recordaba que la historia mencionaba que Rowan había quedado huérfano antes de los 5 años, el duque había dicho que faltaban 3 meses para el cumpleaños del niño.
Eso significaba que antes de ser divorciada, era más probable que Anya terminara siendo viuda.
No sabía mucho de la situación en la que el duque murió, solo que fue alguna especie de rebelión. Lo cual ya era extraño en sí.
Eso era debido al juramento.
Una parte importante de la historia era el juramento de la casa Demasco al rey de Aethia. El primer dragón de Demasco juró lealtad y obediencia absoluta al rey a cambio de tierras y un título. No era cualquier tipo de juramento, era uno pactado en sangre y magia. Cada generación de duques debía jurar al llegar a la mayoría de edad y a partir de entonces les era imposible desobedecer las órdenes del rey.
Así fue como los dragones se convirtieron en perros de la familia real. O al menos eso era lo que se decía en el reino.
Raenor ya había hecho su juramento, por lo que una rebelión a estas alturas era altamente improbable, por no decir imposible.
Era más probable que el lord dragón hubiese sido incriminado por alguna razón. No era difícil para Anya imaginarlo, dada la posición de los dragones en el reino.
Aunque tenían el título de Gran Duque y estaban al servicio del rey, los dragones de Demasco eran despreciados y temidos por todo el reino. Eran considerados monstruos incontrolables, abominaciones que solo tenían el instinto de asesinar.
Anya realmente no lo comprendía, ya los había visto de cerca y, después de la primera impresión, le parecían criaturas magníficas.
Era cierto que los dragones tendían a volverse salvajes y a perder el control tras transformarse. Anya pensó en Rowan cuando la defendió de los caballeros, el gruñido que soltó en ese momento era casi bestial y sus ojos se motearon rojizos.
Esa era la característica de los ojos de los dragones, el dorado se teñía de rojo mientras más cerca estaba el dragón de la superficie.
Pero la chica también pensaba en Rowan durmiendo acurrucado a su lado y riendo mientras jugaban en el jardín.
No creía que mereciera ser culpado por la naturaleza de la mítica criatura en su interior. Aún más cuando él nació así sin haberlo pedido.
Tampoco el duque Raenor.
Anya sentía que estaba a oscuras, solo adivinando lo que pasaría. Sin embargo, tenía clara su meta, ella salvaría a Rowan de su trágico final. Y para ello sería mejor si tuviera el apoyo de su padre en el futuro, así que ella también debía hacer todo lo posible para evitar la muerte del duque.
Y ya que estaba ahí, evitar que Rowan se enamorara de Lillian haría desaparecer el conflicto principal que llevaba a la perdición del villano. Además, conseguir mejorar la reputación de Demasco en el reino podría llegar a asegurarles algunos aliados y algo de protección.
Anya suspiró pesadamente.
Pensándolo mejor, tal vez el acceso al inodoro no lo valía del todo.
Definitivamente tenía mucho por hacer.