Mauricio Silva, un exitoso empresario de 38 años, se encontraba en una posición inesperada. Conocido en la alta sociedad por su inteligencia, carisma y atractivo, Mauricio había disfrutado de la vida de soltero por muchos años. Las cenas de gala, los eventos benéficos y las reuniones de negocios eran su hábitat natural. Sin embargo, su vida dio un giro radical cuando se convirtió en el tutor legal de Samanta Santos, la hija de su mejor amigo fallecido.Samanta, de 20 años, era todo un desafío. Conocida entre sus amigos y conocidos como el "demonio", no por maldad, sino por su espíritu indomable y travieso.
NovelToon tiene autorización de Araceli Settecase para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo10 : Un Detalle Inesperado del Testamento
Una tarde soleada, la mansión de Mauricio estaba en calma. Samanta estaba en su habitación, probablemente ideando su próxima travesura, mientras Mauricio trabajaba en su oficina. De repente, la tranquilidad se vio interrumpida por el sonido del timbre. Mauricio dejó sus documentos y se dirigió a abrir la puerta.
—Buenas tardes, Mauricio —saludó un hombre de mediana edad con un portafolio en mano—. Soy Jorge Medina, abogado de los padres de Samanta. Necesito hablar contigo sobre un asunto urgente relacionado con el testamento.
—Claro, Jorge. Pasa, por favor —respondió Mauricio, invitándolo a entrar a su oficina.
Una vez sentados, Jorge comenzó a explicar la situación. —Mauricio, revisando los documentos del testamento, encontré un detalle que no habíamos notado antes. Hay una cláusula específica que establece que Samanta debe casarse antes de cumplir 25 años para poder recibir la herencia de sus abuelos.
Mauricio frunció el ceño, claramente sorprendido. —¿Casarse antes de los 25? ¿Qué pasa si no lo hace?
—Si no se casa, la herencia pasará a una fundación benéfica que los abuelos designaron. Es una cláusula inusual, pero es completamente legal y vinculante —explicó Jorge, mostrándole el documento a Mauricio.
Mauricio tomó el papel y lo leyó detenidamente. No podía creer lo que veía. Esta nueva información complicaba aún más la ya de por sí difícil situación de Samanta.
—Esto es... inesperado —murmuró Mauricio—. ¿Samanta sabe sobre esta cláusula?
—No, aún no se lo he dicho. Pensé que era mejor que tú, como su tutor legal, decidieras cómo y cuándo informarle —respondió Jorge.
Mauricio asintió, sabiendo que esta conversación no sería fácil. —Gracias por informarme, Jorge. Me aseguraré de hablar con ella pronto.
Después de que Jorge se marchara, Mauricio se quedó en su oficina, perdido en sus pensamientos. La situación se estaba volviendo más complicada de lo que había imaginado. Sabía que debía encontrar una manera de abordar el tema con Samanta sin causarle demasiado estrés.
Esa noche, durante la cena, Mauricio decidió que era el momento adecuado para hablar con Samanta. Quería que ella estuviera informada y preparada para lo que se avecinaba.
—Samanta, necesito hablar contigo sobre algo importante —dijo Mauricio, intentando sonar calmado.
Samanta, que estaba ocupada con su plato de comida, levantó la vista y lo miró con curiosidad. —¿Qué pasa, Mauricio?
—Hoy vino el abogado de tus padres, Jorge Medina. Revisando los documentos del testamento, encontró una cláusula que no habíamos notado antes —comenzó Mauricio, eligiendo cuidadosamente sus palabras—. Para recibir la herencia de tus abuelos, debes casarte antes de cumplir 25 años.
Samanta se quedó en silencio por un momento, asimilando la información. —¿Casarme antes de los 25? Eso es... extraño. ¿Y si no lo hago?
—Si no te casas, la herencia pasará a una fundación benéfica designada por tus abuelos. Es una cláusula inusual, pero es legalmente vinculante —explicó Mauricio, repitiendo las palabras de Jorge.
Samanta suspiró, sintiéndose abrumada. —Esto es demasiado. Primero, perder a mis padres, luego tener que adaptarme a vivir aquí, y ahora esto... ¿Qué se supone que debo hacer?
—Lo sé, Samanta. Es una situación difícil, pero estoy aquí para ayudarte. Podemos pensar juntos en cómo abordar este problema —dijo Mauricio, tratando de consolarla.
—Gracias, Mauricio. Pero necesito tiempo para pensar. Esto es demasiado para asimilar de una sola vez —respondió Samanta, levantándose de la mesa.
Esa noche, Samanta se fue a la cama con la mente llena de preocupaciones. Sabía que tendría que tomar una decisión pronto, pero no estaba lista para enfrentar esa realidad. Mientras tanto, Mauricio también se quedó despierto, pensando en cómo podría ayudarla a superar este nuevo obstáculo.
En los días siguientes, Mauricio intentó mantener la normalidad en la casa. Continuaba con su trabajo y aseguraba que Samanta tuviera todo lo que necesitaba. Sin embargo, la noticia del testamento pesaba sobre ambos.
Finalmente, después de varias noches de insomnio, Samanta decidió que era hora de hablar con Mauricio nuevamente. Necesitaba su apoyo y orientación para enfrentar esta situación.
—Mauricio, he estado pensando mucho sobre lo que dijiste. No sé cómo voy a manejar esto, pero necesito tu ayuda —admitió Samanta, acercándose a él una mañana.
—Claro, Samanta. Estoy aquí para lo que necesites. Vamos a superar esto juntos, ¿de acuerdo? —respondió Mauricio, sonriendo con calidez.
A partir de ese momento, Mauricio y Samanta comenzaron a explorar sus opciones. Sabían que el camino no sería fácil, pero estaban decididos a enfrentarlo juntos. Y aunque la situación era complicada, ambos encontraron consuelo en el hecho de que no estaban solos.
La vida en la mansión continuó con sus altibajos, pero la relación entre Mauricio y Samanta se fortaleció. Juntos, enfrentaban los desafíos que se presentaban, sabiendo que, pase lo que pase, se tenían el uno al otro.