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LA MUJER EN EL ESPEJO

LA MUJER EN EL ESPEJO

Status: Terminada
Genre:Romance / CEO / Completas / Contratadas
Popularitas:2.4M
Nilai: 4.7
nombre de autor: Mariana Durán T.

Isabell Janssen es una hermosa mujer de 24 años, hija de una importante familia en Nashville y esposa del director de Multinational Bank DN, ha preparado todo para celebrar su aniversario de bodas y darle a su esposo el mejor regalo. Pero su esposo tenía otros planes, dos cuerpos semidesnudos en el sofá, es lo que Isabell encontró cuando se apresuró a buscarlo en su oficina. ‘A veces el amor dura y otras veces en cambio, duele mucho’, ella creyó tenerlo todo, pero esa misma noche lo perdió; se enfrentó a los recuerdos que la aprisionaban en la tristeza y frustración para poder levantarse y darse una nueva oportunidad.

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Capítulo 9. Quiero estar sola.

Capítulo 9. Quiero estar sola.

Que injusto es cuando se nos desploma la vida, mientras ella llora descontroladamente al pie de la puerta de la habitación, Joseph se encuentra está bajando de su auto. Martha le ha informado de la llegada de Isabel a casa. Frena bruscamente en la acera, baja de la camioneta sin preocuparse en estacionarla correctamente ni en activar la alarma. Busca por los alrededores, pero no la ve, sube de prisa la escalera, antes de poder abrir la puerta la escucha llorar al otro lado de la puerta, desliza sus manos sobre su cabeza, se desprecia por haberla lastimado, intentar convencerla de que todo es una aventura sin importancia para él, ya no tiene sentido. Aunque quiera intentarlo, es consciente de que debe dejarla ir, mantenerla a su lado después de lo que ha pasado y estando de por medio un niño que constantemente le recordará lo que perdió, sería demasiado cruel.

- Isabell – Se puso en cuclillas\, con las manos pegadas a la puerta. – Sé que… quieres estar sola\, pero\, no puedo irme sabiendo que no estás bien.

Isabell se sentó sobre el piso en cuanto lo escuchó, deseó tanto escuchar su voz, verlo, aunque sea un momento más y ahora él estaba ahí. Su padre tenía otro dicho, ‘si lo quieres, solo tienes que desearlo con todas tus fuerzas’. Durante cinco años cuidó su matrimonio, deseaba con todas sus fuerzas permanecer al lado del hombre que amaba con locura, puso de su parte para lograrlo, pero no fue suficiente con desear, ahora, todo por lo que luchó, lo que cuidó por tanto tiempo se estaba haciendo añicos.

Joseph se inquietó al no obtener respuesta de ella, volvió a pronunciar su nombre, ella permaneció en silencio intentando calmar sus emociones, cerró los ojos concentrándose únicamente en el sonido de su voz, pero los recuerdos la invadían nuevamente, abofeteándola, haciéndola volver a la realidad, recordándole que el hombre que estaba al otro lado de la puerta no merecía sus lágrimas ni su sufrimiento. Se puso de pie, limpió su rostro, aclaró la garganta y abrió la puerta.

- Quiero estar sola. – Dijo con firmeza.

- Isabell… - Joseph extendió su mano para acariciar su rostro\, pero ella hizo a un lado su rostro. – Perdóname\, no soporto verte en tal estado. – Isabell sonrió sarcásticamente\, sus palabras sonaban trilladas.

- Eras mi todo – dijo sorprendiéndolo. – En verdad espero que te vaya bien\, que seas feliz\, no voy a desearte mal Joseph\, no quiero guardar rencor en mi pecho\, pero… - las lágrimas caían sin detenerse por sus sonrojadas mejillas - ahora mismo te odio\, te odio con todas mis fuerzas\, odio haberme enamorado de ti\, de haberte amado con locura – Isabell lo golpeaba en el pecho con los puños\, él no la detendría si con eso aliviaba un poco su sufrimiento - te odio por haberme arrebatado todas mis ilusiones. Solo quería darte la sorpresa de que seríamos padres\, estaba tan feliz cuando me enteré\, ansiaba poder contarte y no llegaste\, no llegaste porque estabas con esa estúpida mujer. Si yo no hubiera salido esa noche\, aún estaría en mi vientre. – Dijo sosteniendo con tristeza su vientre. - Te odio con todas mis fuerzas.

- Joseph la abrazó desesperado\, solo quería que se callara\, no soportaba escucharla\, le dolían sus palabras\, le quemaba el pecho verla en tal estado. – No digas más\, por favor.

- Quiero estar sola. – Repitió intentando alejarlo. – Pasará un tiempo para que vuelva a sentirme bien\, llegará el momento en que me hartaré de todo esto.

Isabell acarició suavemente su mejilla, observándolo fijamente a los ojos, solo quería quedarse sola, que la dejara llorar su pena, llorar sin contenerse, sin reprimir sus sentimientos antes de tener que fingir nuevamente ante los demás, que estaba bien. El silencio es justo lo que le hacía falta, estar consigo misma.

- Cuando me harte de esto\, seré la primera en desear olvidarte\, y lo haré Joseph\, seré la misma chica de antes. Y después\, cuando mi amor por ti pase\, solo después de estar bien conmigo misma\, soñaré con volver a enamorarme y convertirme en madre.

Joseph arrugó el entrecejo al escucharla, contrajo los músculos de la quijada, no la podía imaginar en los brazos de alguien más, tan solo de pensarlo sentía que la sangre le hervía. La expresión de su rostro se volvió sombría, su mano izquierda bajó por su espalda mientras que levantaba su barbilla con la otra mano. Comenzaba a respirar con dificultad y a verla con deseo, la oscuridad que se había extendido cubriendo sus ojos azules la hicieron darse cuenta de lo que pasaba por su mente.

- Isabell actuó rápidamente antes de que él intentara hacer otra cosa. – Vete\, si intentas algo más me aseguraré de que mi padre no te deje ir tan fácilmente.

Joseph reaccionó a sus palabras, no por miedo a lo que su aún suegro pudiera hacerle, sino por medio a lastimarla, pudo ver miedo en su mirada y no quería que ella lo odiara más de lo que ya lo hacía, la soltó suavemente, no muy dispuesto a hacerlo, pues sabía que era la última vez que volvería a tenerla en sus brazos, a sentir su dulce aroma, extrañaba el sabor de sus labios y recorrer con sus manos su piel sedosa, pero calló tristemente todos sus pensamientos, ahogó su deseo por ella, sonrió con los labios apretados ocultando su dolor por tener que dejarla ir.

Isabell acomodó su ropa y arregló su cabello, dio unos pasos hacia atrás para poner distancia entre los dos, hubo un silencio abrumador entre los dos, solo se miraban fijamente.

- ¿Necesitas que te ayude a empacar? – Preguntó Joseph rompiendo con la breve ley de hielo.

- No\, gracias\, no planeo llevarme todo.

Joseph asintió con la cabeza y salió de la habitación sin pronunciar palabra, ella soltó un fuerte suspiro cuando lo vio salir, su corazón latía fuertemente contra su pecho. Mientras ella comenzaba a empacar, Joseph se desplomó en el sofá de la sala, con un vaso de whisky esperando sobre la mesa de centro a ser consumido y sosteniendo entre sus manos, el reloj y la foto de la ecografía que ella había dejado sobre el comedor, el día de su aniversario, el mismo día en que arruinó su matrimonio.

Una hora después, la vio salir arrastrando dos maletas y su bolsa de mano, ella lo observó brevemente, pero su mirada se detuvo en lo que él tenía entre sus manos, sus ojos rápidamente se nublaron, mientras veía la ecografía sus manos se detuvieron en su vientre, Joseph lo guardó de inmediato y se puso de pie.

- La abrazó suavemente\, acariciando su cabello con ternura. – Me duele que tengamos que separarnos de esta manera\, pero… debo dejarte ir\, ¿cierto?

- Sí. – Respondió Isabell entre sollozos.

- Todo estará bien cariño. – Isabell asintió con la cabeza\, él se separó un poco de ella y besó su frente. - Déjame ayudarte con las maletas.

Afuera, Óscar y el señor Bruce esperaban por ella, en cuanto su padre la vio llorando, frunció el ceño y observó con desprecio a Joseph, pero se contuvo de reaccionar como en realidad quería solo porque le había prometido a su hija no hacer nada en contra de él.

Óscar tomó las dos maletas y las puso en la cajuela de la camioneta, luego abrió la puerta trasera para que Isabell entrara, pero antes de poder avanzar, se detuvo a unos cuantos pasos, estaba en medio de su padre y de Joseph. Su padre le sonrió cálidamente, dándole la confianza que necesitaba para continuar, ella le respondió con una hermosa sonrisa y giró su rostro para quedar de nuevo frente a Joseph.

- Todo lo que dije hace un momento… - Joseph podía ver la tristeza en sus ojos\, esos hermosos ojos color aceituna que una vez lo miraron con amor\, ahora estaban completamente apagados. – No te odio Joseph\, en realidad no puedo odiarte\, aunque quisiera hacerlo\, tenga razones para hacerlo y no puedo. A partir de ahora todo se ha acabado entre nosotros\, espero que puedas cooperar civilizada y pacíficamente con John para agilizar los trámites del divorcio. Y… te deseo lo mejor Joseph\, en verdad.

Joseph apretó su puño derecho conteniendo sus ganas de acercarse a ella y abrazarla, Isabell apretó el brazo de su padre antes de subir al asiento trasero de la camioneta. Óscar espero a que el señor Bruce subiera, pero antes de hacerlo, él se acercó a Joseph y palmeó su hombro en señal de despedida.

- Algún día lamentarás haberla perdido. – Murmuró el señor Bruce. – Por cierto\, te quiero lejos de ella\, pero aún más importante\, si no te encargas de esa mujer y te aseguras de que no se vuelva a aparecer frente a mi hija\, me encargaré yo.

Para el señor Bruce, un hombre que traiciona la confianza y el amor de su pareja, no merecía un final feliz, él no podía ser tan gentil como Isabell, menos cuando ha presenciado todo el sufrimiento que su deslealtad le ha provocado a su hija. El señor Bruce se dio la vuelta dejando a Joseph con una mirada complicada.

- Lo estoy haciendo ahora. – Murmuró Joseph cuando el señor Bruce se había alejado.

Frunció el ceño con molestia al recordar a Beatrice, tomó su teléfono móvil para contactarla, no pasó del primer tono cuando escuchó su voz al otro lado de la línea.

- ¡Hola\, cariño! – La escuchó decirle.

- ¿Estás en el departamento? – Preguntó mientras sacaba las llaves de su auto del bolsillo derecho de su pantalón y caminaba hacia el exterior de la residencia.

En la camioneta de Isabell, su padre sostuvo su mano mientras ella reposaba la cabeza sobre su hombro, el señor Óscar se concentraba en conducir sin perder de vista la carretera, podía escuchar los pequeños sollozos que Isabell hacía en los brazos de su padre.

- ¿Chloe te ha contado? – Preguntó a su padre.

- Estaba muy molesta\, aunque intentó ocultarlo\, sabes que es pésima mintiendo. – Dijo su padre\, Isabell sonrió.  Has dado un paso importante\, ahora solo falta que firmen los papeles del divorcio. Después…. ¿qué piensas hacer?

- Paso a paso papá\, por ahora solo quiero pensar en mí\, estar conmigo misma y sanar. – Su padre asintió con la cabeza. – Papá.

- Uhm – Respondió su padre.

- ¿Crees que… y si no vuelvo a amar jamás? – Su padre curvó una ceja y la observó brevemente.

- Creo que es muy pronto para que eso pase\, como tú dices\, necesitas estar contigo misma\, cuidarte\, amarte\, aprender a vivir con tu propio dolor y sanar. Solo el tiempo te dirá si es posible eso\, aunque… para ser sincero\, dudo que puedas permanecer soltera por mucho tiempo.

- Su padre logró que se formara una sonrisa divertida en su rostro. - ¿Por qué crees eso? – Preguntó curiosa.

- Pues\, no es por ser tu padre y porque te veo obviamente con ojos de amor. – aseguró su padre. – Pero\, eres una mujer hermosa\, inteligente\, sencilla\, noble y cualquier hombre que pueda ver todo eso y muchas otras cualidades que te caracterizan\, no dudará ni un solo minuto\, no se arriesgará en perder a la mejor mujer del mundo.

Isabell movió la cabeza de un lado a otro, casi poniendo los ojos en blanco por el exagerado comentario de su padre, obviamente, como su progenitor, era de esperarse que él la adulara de tal forma. Su madre y hermanos los esperaban en la sala de la residencia Janssen, aunque no tenía ánimos de sentarse siendo el centro de atención de todos, no sería descortés con su familia. Después de contarles sin mayor detalles su situación con Joseph se despidió de ellos para dirigirse a su habitación donde aprovechó para contactar a John y pedirle que continuara con el proceso de divorcio.

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Martina Baza
Excelente fue conmovedora historia y llena de Alegría Amor. Mil Felicidades
Martina Baza
Excelente
Sabrina Uriarte
escribes súper bien, y lo más importante, cuidas la ortografía FELICITACIONES
Sabrina Uriarte
Excelente
Selene Betanzos
Excelente historia, habla de todo un poquito. Aunque un poquito larga, pero valió la pena.
Geraldina Zaldivar
Excelente
Gladys Godoy
maravillosa tu novela,es la cuarta vez q la leo
Ines Pereira
isabel debería de ser la embarazada abría sido emocionante
Ines Pereira
que lo perdone la estúpida y se vuelva cornada, ya estoy chata de imaginar una mujer tan boba,llora más por un hombre que la pérdida de su hijo,ya está bueno que empiece a valorarse como lo que es
Ines Pereira
ya está bueno de tanto lloriqueo por alguien quecno vale la pena!!
donde está su dignidad para tener las fuerzas y salir de todo eso?
creo que se enfoco y alargo mucho nuestra escritora en la recuperación de la protagonista y ya me esta molestando que sea o la haga tan debilucha!!!
Maria Angeles Navarro
💯🤗
Cecy Castorena Castorena
Normal
rosa angelica azpericueta
me encantó esta novela ☺️ gracias autora muy bien planeada 👌🫶
Carmen Muskus Vergara
La novela estuvo excelente la felicito Dios la bendiga y bendiga su mente para que siga deleitandonos con sus hermosas novelas
Carmen Muskus Vergara
Ese capitulo es tuvo excelente nada que sensurar
Eliana Gantus
me gustó , estuvo muy buena pero tengo q hacerte una o dos críticas* la primera saca cuentas antes de hacer pasar los años rápidamente,tuviste un pae de confusiones ahí
*la segunda soloe pusieron a sus hijos los nombres de los antepasados de el y ella ? no tuvo una abuela / o bueno q mereciera q llevará su nombre ? no podían elegir un nombre neutral ? no sé , eso noe gustó .
Eliana Gantus
mmm..será el momento de Eileen ???? ayudarA a los amigos de Isabel!????
Rosa María Sáenz Nolasco
Excelente
Eliana Gantus
buena
Eliana Gantus
y ahora...como se sigue ???
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