Julia jamás se imaginó lo caprichosa de la vida aquella noche. Un grupo de borrachos la persiguen, se esconde en el auto de un extraño provocando su ira. Como cereza del pastel, presa del miedo se lanza a los brazos de aquel hombre que sin saberlo convertirá su vida en un carrusel de descontrol. ¿Quieres saber en que termina? Entonces sumérgete en este intrigante relato, en donde los caprichos del destino están a la orden del día.
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Capitulo 10
Helena Quirós
Se supone que era una pregunta fácil Leonardo, ¿Por qué dudabas? Qué diablos me pasaba, no me reconocía. Desde aquella noche con esa mujer me notaba raro, pensativo, ido, distraído… no era yo mismo, tenía que solucionar esto de una buena vez, no podía seguir así.
—¿Leonardo me estas escuchando? —volvió a preguntar con más dureza sacándome de mi cabeza.
—Helena tengo que colgarte, tengo una llamada en espera muy importante, nos vemos en el aeropuerto.
—¡Leonardo, espera! ¡Leonardo! —la oí decir por último antes de colgar.
¶
—¡Como se atreve a colgarme! —propine con rabia pasándole el celular a mi asistente.
—¡Mi bebida! —le grite estirando mi mano.
—En un momento, señorita Quirós —la chica corrió hasta la botella, y luego volvió hacia mí. Corría tan lento que juro por dios que la vena de mi cuello estallaría. Al llegar hasta mi le arranque mi botella de sus manos.
—¿Por dios, niñita quieres matarme de sed?
—Fui lo más rápido que pude, señorita Quirós.
—Ay, si, todos son quejas hoy en día, pero la verdad es que son unas vagas que no les gusta trabajar —sus ojos se aguaron y salió corriendo lejos de mí, puse mis ojos en blanco sentándome con molestia.
—Helena, cálmate, llamaremos la atención de algún medio.
—¡No es tu trabajo cuidar de mi imagen, pues hazlo y déjame tranquila! Y de paso tráeme bloqueador o me terminare quemando toda. ¡Uish, como los odio a todos! —se retiró en silencio mirándome con reproche. Esta gentuza inmunda siempre quería hacer lo que les daba la gana, y para colmo mi chiqui no llegaba, me iba deshidratar con este sol. De repente vi una camioneta de lujo aparcarse en la acera, sonreí alegre arregle mi cabello, me levante de la banca para ir hacia Leonardo que salía del auto, se quitó sus lentes y antes de que me dejara abrazarlo me indicó que entrara al auto, respire hondo poniendo mis ojos en blanco. Como siempre reticente a que nos pudieran tomaran una foto juntos. Ya en el auto, me aferre a su brazo de improvisto llamando su atención, me incline un poco hasta su rostro dejando que mi cabello cayera en sus piernas. Entonces pregunte con una sonrisa tierna.
—¿Me has extraño tanto como te extrañe yo? —Leonardo me miro mientras parecía tener una batalla consigo mismo, mi sonrisa se borró y dijo enseguida.
—Fuiste al extranjero para una sesión de fotos. Es obvio que he pensado en ti —le miré con el ceño levemente fruncido y dije.
—¿Por qué dudaste tanto en responder? —recrimine enfadada.
—Me tomaste por sorpresa, eso es todo. —Dijo zanjando para mirar a otro lado que no era yo, le solté pensativa de lo que podía estar pasando por su cabeza.
¶
Deslice mis manos por mis hombres para bajar el vestido provocando que cayera al suelo, al mirar mi reflejo pude ver las marcas en todo mi cuerpo, me gire, y pude ver como habían quedado marcas de sus manos en mi trasero, pase mis dedos por el inicio de mi trasero y con rabia rechiste.
—Es un bruto troglodita… —abrí la ducha con fuerza casi descolgando la cortina, giré la llave dejando que el agua me cubriera entera, solo quería que esta ira, desilusión que me había provocado esa noche se esfumara por el desagüe. La idea de saber que había perdido mi virginidad con un monstruo desalmado me estaba matando, pero era más devastador saber que había perdido también una paga entera de una noche en el club, sabia la importancia de cuidar mi dinero, y más… Y más con todas mis deudas, no tenía derecho a desperdiciar nada. La imagen de mi padre vino a mi mente llenándome de fuerzas, no podía desistir. Sali de la ducha y me prepare para ir a clases.