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LO Difícil De Amar

LO Difícil De Amar

Status: En proceso
Genre:Amor-odio / Diferencia de edad / Mujeriego enamorado
Popularitas:1.5k
Nilai: 5
nombre de autor: F10r

Ella tiene 17, él 25.
Ella quiere vivir, él quiere estabilidad.
Ella apenas empieza, él ya está listo para formar una familia.
No tienen nada en común... excepto lo que sienten cuando se miran.

Lía no está buscando enamorarse. Oliver no puede permitirse hacerlo. Pero el destino no siempre pregunta.
Un roce de manos, una conversación a medianoche y el miedo de amar cuando no se debe…
Una historia dulce, intensa y real sobre el amor que llega en el momento menos adecuado… o tal vez, en el más perfecto.

NovelToon tiene autorización de F10r para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 9

Narra Oliver

Me gusta.

Dios… me gusta.

Lía me gusta, y lo detesto.

No porque ella no sea encantadora, dulce, divertida, hermosa. Lo es. Lo es de una forma que me hace querer estar cerca todo el tiempo, mirarla cuando no se da cuenta, escuchar su voz incluso cuando no dice nada importante. Me gusta su energía, la forma en que se ríe con ganas, cómo siempre encuentra algo bonito que decir de los demás.

Pero no debería.

No tengo derecho a sentir esto. No puedo permitirme esto.

Tiene solo 17 años. Yo tengo 25. Son ocho años que no parecen tanto cuando tenés 30 y la otra persona 38… pero a esta edad, es un mundo de diferencia.

Lía está comenzando. Yo ya pasé por todo lo que ella apenas empieza a vivir.

Yo ya fui a la universidad, ya viví la emoción del primer trabajo, ya salí con personas que me rompieron el corazón, ya me desilusioné del amor y de las fiestas, ya entendí que lo que más deseo es estabilidad, tranquilidad, algo que me abrace el alma.

Ella no.

Ella está en la etapa de conocer el mundo, de cometer errores, de salir con quien quiera, de bailar hasta las tres de la mañana sin que nadie le diga nada. Y tiene que hacerlo. Tiene que vivir todo eso. Tiene que equivocarse sin culpa, enamorarse sin miedo, llorar por cosas que con los años se volverán pequeñas.

¿Y yo qué lugar tendría en su vida?

¿Sería el tipo que no la deja salir? ¿El que quiere construir una casa cuando ella apenas está aprendiendo a ser libre?

No. No quiero eso.

No quiero convertirme en alguien que robe etapas.

No quiero enamorarla sabiendo que al final todo sería injusto para ella.

Porque si nos involucráramos, no sería parejo.

Yo buscaría compromiso, estabilidad, hijos. Y ella quizás ni siquiera ha pensado aún en qué carrera estudiar.

El solo hecho de imaginar que un día le diga “no puedes ir a ese viaje con tus amigas porque nuestra bebé está con fiebre” me hace sentir como un egoísta.

Porque no quiero imponerle una vida que aún no está lista para vivir.

Y sin embargo…

Estoy aquí.

Con el corazón acelerado y la mente en caos…

Porque la acabo de ver.

Salí de la habitación para respirar un poco, para distraerme con algo, y me la encontré cerca de la piscina.

Estaba en bikini, con el cabello suelto y húmedo, sentada en el borde con las piernas dentro del agua, completamente ajena a que su sola presencia me está destruyendo la calma.

No fue algo vulgar ni provocador. No fue su cuerpo, aunque claro que es hermosa. Fue la naturalidad con la que existía. La ligereza. La alegría.

Me vio y me sonrió.

Una sonrisa pequeña, sin doble intención. Como si simplemente se alegrara de verme.

Y eso, esa dulzura sin filtro… fue lo que me partió.

No puedo enamorarme de ella.

Me lo repito en bucle como si fuera un mantra.

No porque no valga la pena. Lía vale mucho más que cualquier otra chica que haya conocido.

Sino precisamente porque la merece todo. Y yo… no soy todo.

No para ella. No ahora.

Ella merece vivir lo suyo, sentir su juventud con libertad, sin que un tipo ocho años mayor le pinte castillos cuando lo que debe construir primero es su mundo.

Yo no soy su mundo.

No debo serlo.

Me quedo un segundo más observándola, sin que me note. Luego me obligo a girar. A entrar. A encerrarme en el cuarto hasta que se me pasen las ganas de verla, de hablarle, de tomarle la mano otra vez como esa noche.

Porque sí. A veces su piel me llama. Su risa me busca. Su ternura me enreda.

Pero mi voluntad tiene que ser más fuerte que eso.

Por ella.

Por mí.

Porque lo correcto, aunque duela, sigue siendo lo correcto.

Hay cosas que uno piensa más con los años.

Y yo ya no soy un adolescente.

Tengo veinticinco.

Puede sonar joven para muchos, y sí, lo soy. Pero también sé exactamente lo que quiero. No ando buscando perder el tiempo, no quiero más relaciones que me dejen vacío, ni aventuras que terminen en la nada. Ya viví eso. Lo quemé.

Ahora quiero una familia. Una mujer a quien amar, un hogar donde llegar después del trabajo y sentir paz.

Quiero casarme con alguien que quiera construir algo real conmigo, que esté lista para comenzar esa etapa.

Y sobre todo… quiero ser padre.

Lo deseo profundamente.

Desde hace unos años lo supe: quiero tener hijos joven.

Quiero jugar al fútbol con mi hijo sin que me duelan las rodillas, correr detrás de él sin agotarme al primer minuto, cargarlo en hombros sin tener miedo de dejarme la espalda.

No quiero ser un papá viejo.

No quiero que mi hijo tenga quince y yo cuarenta y cinco, con articulaciones que crujen y energía por el piso.

Quiero tener fuerzas para acompañarlo, para disfrutarlo, para estar presente con el cuerpo y no solo con el alma.

Y eso no es algo que pueda aplazar.

Porque sí, podré tener paciencia para esperar muchas cosas en la vida, pero no para que alguien apenas empiece a vivir mientras yo ya tengo todo este plan armado en la cabeza.

Y ahí está la tragedia.

Lía me mueve el corazón. Me despierta ternura, alegría, deseo…

Pero no puedo quedarme aquí, viéndola crecer, esperando que se ponga a mi ritmo.

No es justo ni para mí… ni para ella.

¿Cómo le explico a una chica de 17 que yo ya quiero pañales y biberones y tardes de domingo en familia?

Ella probablemente sueña con conciertos, viajes, mudarse con amigas, cometer errores, reírse hasta las tres de la mañana.

Y está bien. Debe hacerlo.

No puedo… no debo meterme en su vida de esa forma.

Porque no quiero ser el tipo que la obligue a saltarse todo eso solo para estar conmigo.

No me interesa una relación desigual. No quiero mirar a mi lado y ver a alguien que tuvo que dejar partes de su juventud para construir lo que yo quería.

Quiero una mujer que también quiera lo mismo que yo.

Con la que pueda compartir la emoción de ver un test de embarazo positivo y no que lo vea como el final de su libertad.

Quiero a alguien que sonría conmigo al mirar cunas, que quiera compartir un apellido, una casa, un "buenos días, amor", cada día.

Y eso… no lo puedo tener con Lía.

No ahora.

Tal vez nunca.

Por eso me repito, como si eso bastara para calmar lo que siento:

No me enamores, Lía.

Porque si lo haces, no voy a saber cómo protegerte de mí.

Y tú mereces que alguien te proteja de todo, incluso de eso.

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Eunice Velasquez
es muyyyy buena la novela
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