Más Que Mí Sexy Alumna

Rouse corrió, sin rumbo fijo, con el eco de las palabras de esa mujer resonando en sus oídos como un eco cruel. "Cariño". La palabra se clavaba en su pecho, un aguijón helado que paralizaba sus pensamientos. Cada paso la alejaba de la universidad, pero la imagen de la escena se repetía en su mente: la forma posesiva en la que lo agarró, la sonrisa triunfal de la otra mujer, la mirada de Henry, quizás de sorpresa, quizás de resignación, pero ante los ojos de Rouse, solo era traición.

El aire fresco de la tarde se sentía pesado, denso, como si el mundo entero se hubiera confabulado para ahogarla. Las lágrimas, antes contenidas, ahora se desbordaban, cálidas y amargas, trazando surcos en sus mejillas. No eran solo lágrimas de tristeza, sino también de rabia y una profunda sensación de impotencia. ¿Cómo podía haber sido tan ingenua? ¿Cómo pudo creer en la sinceridad de Henry cuando, aparentemente él solo deseaba jugar con ella?

Se detuvo junto a un árbol frondoso, apoyando la frente contra su corteza rugosa, buscando un anclaje en la realidad que se desmoronaba a su alrededor. Sentía la vulnerabilidad expuesta, como si todos en la universidad hubieran sido testigos de su humillación. La confianza que había depositado en Henry, esa burbuja de felicidad que habían construido juntos, ahora se sentía frágil, a punto de estallar.

Y en medio de esa tormenta emocional, una pregunta persistente se abría paso: ¿Por qué? ¿Quién era esa mujer, por qué ahora, por qué de esa manera? La falta de explicación, la ausencia de una palabra de Henry que la defendiera en ese instante, alimentaba la duda y el miedo.

Ya cansada de vagar por allí sin rumbo decidió volver a su casa, al acercarse se encontró a Henry ahí, discutiendo febrilmente con Lexy, que al parecer no lo dejaba pasar. Al acercarse más, ambos la notaron.

Cuando Henry intentó tocarla, ella le esquivó, lo que causó un profundo dolor en él, se notaba en sus ojos. Inmediatamente después, Lexy la tomó del brazo y la hizo pasar a la casa, cerrando la puerta de bruces frente a él.

-¡Rouse por favor, escúchame! - gritaba Henry desesperado de afuera

Lexy como para llevarle la contraría, puso música y le subió el volumen.

Rouse sin fuerzas se tiró en el sofá, y su amiga la acompañó trayendo consigo dos copas y una botella de vino.

-Tranquila Ro, yo siempre voy a estar con vos, pase lo que pase, no estás sola - le sonrió Lexy mientras le acariciaba la cabeza a Rouse, quién ya sin contenerse comenzó a llorar en los brazos de su mejor amiga.

Ya más tarde en la noche, Rouse subió a su cuarto para descansar, tanto llorar le había bajado mucho sueño. Al entrar se encontró a Henry allí, sentado en su cama, estaba todo desaliñado, con la camisa un poco rota y un leve raspón en la muñeca.

-¿Que haces acá? - preguntó Rouse intentando ser fuerte, aunque por dentro se derrumbaba, y más al verlo así.

-Quiero que me escuches, y no me iré hasta que lo hagas - repuso poniéndose de pie frente a ella, estaba determinado a contarle todo

-Ya no hay nada de que hablar, ya vi y oí suficiente hoy - inquirio ella molesta, alejándose de él

-No le creas nada Rouse - suspiró, toda esa situación lo frustraba muchísimo - ella se llama Morgana, es mi ex

-Que bien, ahora me vas a decir que volviste con ella, ¿no? - sonrió sarcástica, ya ni ella sabía de dónde sacaba fuerzas para no llorar de nuevo.

-¡No! - negó inmediatamente

-Pero vos acabas de decir... - Henry la interrumpió

-Dejame explicarme Rouse - pidió Henry suavemente y al verla asentir algo dudosa, sonrió - Ella es mi ex Morgana, pero no tenemos ninguna relación ni nada por el estilo. Ella es la hija de un empresario muy poderoso que acaba de cerrar un trato con el mío. Al parecer, en dicho contrato también incluía nuestro compromiso, lo cual les dije que no pienso aceptar.

-Pero ella se presentó hoy muy segura - dudo Rouse desconfiada

-Eso es porque ella es una maldita serpiente, nuestra relación terminó hace muchos años. Fuimos novios en el secundario, hasta que yo comencé a interesarme por los libros y no por la empresa de papá, ella pensó que yo sería un don nadie y decidió terminar nuestra relación para meterse con mí mejor amigo y compañero en ese momento, que también era hijo de un empresario. Desde entonces no la he visto, ni quiero como te podrás imaginar. Ella sabe que no la quiero, ya sé lo he dicho y la verdad no le importa, ella solo obedece lo que sus padres les dicen que haga, casi siempre - concluyó Henry mirándola esperanzado

-¿Porqué no me dijiste nada del compromiso que concretaron sus padres? - pregunto Rouse cautelosa

-Intente decírtelo el fin de semana y todo el día de hoy, pero estabas tan sumida en tus estudios que no tuve oportunidad

Ella pareció darse cuenta de que era cierto por lo que suspiró y finalmente se dejó abrazar por Henry, quien también suspiró de alivio.

-Ahora responden lo más importante  - dijo de pronto Rouse, haciendo que Henry se tensara- ¿Que te sucedió, como entraste, porqué estás así?

Él sonrió tranquilo al ver que ya estaban en paz de nuevo.

-Como no me habrían, trepe un árbol para subir hasta tu ventana, al principio me caí un par de veces, por eso el raspón y bueno, así entre - comento riéndose Henry

-Debo quitar ese árbol, o al menos cortar las ramas que dan a mi ventana - pensó en voz alta ella, provocando ternura en Henry

-Sin duda alguna, ahora vamos a fumar la pipa de la paz - sonrió pícaro

-Pense que ya estábamos en paz - respondió traviesa

Y sin pensarlo dos veces, ambos se entregaron a una noche de pasión, para afianzar su relación y su reconciliación. Aunque ambos sabían que ya estaban bien, de igual modo deseaban marcar territorio en el cuerpo del otro, cosa que hicieron toda la noche sin parar.