En un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques densos, un joven llamado Leo descubre que su madre está gravemente enferma. Desesperado por salvarla, Leo se embarca en una búsqueda para encontrar el legendario Reloj Mágico de la Luna, que se dice que puede conceder deseos.
Pero el viaje no será fácil. Leo deberá enfrentar peligros y desafíos en su búsqueda del reloj, y descubrirá secretos sobre su familia y su pasado que cambiarán su vida para siempre.
¿Podrá Leo encontrar el Reloj Mágico de la Luna y salvar a su madre? ¿O el precio de su deseo será demasiado alto para pagar?"
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CONFUSION
Después de descansar y recuperarse en el templo, Leo y Aria se prepararon para salir en busca del Guardián. Se despidieron de Elara, agradeciéndole por su hospitalidad y su ayuda.
"Gracias por todo, Elara", dijo Leo. "Eres una verdadera amiga".
Elara sonrió. "De nada, Leo. Recuerda que siempre estaré aquí para ayudarte. Y antes de que te vayas, quiero enseñarte algo".
Leo se acercó a Elara, intrigado. "¿Qué es?", preguntó.
Elara sonrió. "Un conjuro que nunca falla. Un conjuro que te permitirá protegerte a ti mismo y a los demás de cualquier peligro".
Leo se sintió emocionado. "¿Me lo enseñarás?", preguntó.
Elara asintió. "Sí, pero debes prometerme que solo lo usarás para el bien".
Durante los siguientes dos días, Elara enseñó a Leo el conjuro. Leo se esforzó por aprenderlo, y pronto se convirtió en un experto.
Finalmente, después de dos días de entrenamiento, Leo y Aria se despidieron de Elara y salieron en busca del Guardián. Estaban listos para enfrentar cualquier desafío que se les presentara.
Después de dejar el templo de Elara, Leo y Aria continuaron su búsqueda del Guardián. Elara les había dicho que probablemente se encontrara en un pueblo llamado Ravenshire, ubicado en el corazón de un valle rodeado de montañas.
Mientras caminaban por el valle, Leo y Aria notaron que el paisaje era cada vez más sombrío. Los árboles parecían más altos y más oscuros, y el río que corría por el valle parecía más rápido y más profundo.
De repente, Leo se detuvo y miró a su alrededor. "Aira, siento que nos están observando", dijo en voz baja.
Aira se detuvo también y miró a su alrededor. "No veo nada", dijo.
Leo frunció el ceño. "No sé, pero siento que hay alguien o algo vigilándonos".
Aira se acercó a Leo y le puso una mano en el hombro. "No te preocupes, Leo. Estoy aquí contigo. Si hay alguien o algo vigilándonos, lo enfrentaremos juntos".
Leo asintió y continuaron caminando hacia Ravenshire. A medida que se acercaban al pueblo, Leo podía sentir que la sensación de ser observado se intensificaba.
Finalmente, llegaron al pueblo y se detuvieron en la plaza central. El pueblo era pequeño y tranquilo, con casas de piedra y tejas de paja. En el centro de la plaza había una fuente de agua cristalina, y alrededor de la fuente había varios bancos de piedra.
Leo y Aria se sentaron en uno de los bancos y miraron a su alrededor. El pueblo parecía pacífico y tranquilo, pero Leo todavía sentía que había algo que no estaba bien.
De repente, una figura emergió de la sombra de una de las casas. Era un hombre alto y delgado, con ojos profundos y una sonrisa enigmática.
"Bienvenidos a Ravenshire", dijo el hombre. "Me llamo Malakai. ¿Y ustedes son...?"
Malakai sonrió y se sentó en un banco cercano. "Ravenshire es un pueblo pequeño y tranquilo", dijo. "Ha sido un lugar de refugio para muchos durante siglos. Pero también hay rumores de que hay algo más en este pueblo, algo que no se puede explicar".
Leo se inclinó hacia adelante, interesado. "¿Qué tipo de rumores?", preguntó.
Malakai se encogió de hombros. "Rumores de que hay un poder antiguo que????????
Malakai se detuvo en medio de la historia, con una expresión de confusión en su rostro. De repente, se desplomó hacia adelante, como si hubiera perdido el equilibrio.
Leo y Aria se apresuraron a ayudarlo, pero antes de que pudieran llegar a él, Malakai había caído al suelo, inconsciente.
Leo y Aria se miraron entre sí, preocupados. "¿Qué le pasa?", preguntó Aria.
Leo se encogió de hombros. "No lo sé. Parecía que estaba bien, y de repente se desmayó".
Después de unos minutos, Malakai comenzó a despertar. Se sentó en el suelo, con una expresión de confusión en su rostro.
"¿Quién... quién soy?", preguntó, mirando a su alrededor.
Leo y Aria se miraron entre sí, sorprendidos. "¿No te acuerdas de quién eres?", preguntó Leo.
Malakai sacudió la cabeza. "No... no me acuerdo de nada. ¿Quiénes son ustedes?"
Aira se acercó a Malakai y se arrodilló a su lado. "Somos Leo y Aria", dijo. "Estábamos hablando contigo hace un momento".
Malakai los miró, confundido. "No... no me acuerdo de nada. ¿Qué estaba pasando?"
Leo y Aria se miraron entre sí, preocupados. ¿Qué había pasado con Malakai? ¿Por qué había perdido la memoria?
Después de un rato de conversación, Malakai de repente se detuvo y miró a Leo con una expresión de reconocimiento.
"Un joven rubio de ojos azules", dijo Malakai, como si estuviera recordando algo.
Leo se inclinó hacia adelante, intrigado. "¿Qué pasa con un joven rubio de ojos azules?", preguntó.
Malakai sacudió la cabeza. "No... no me acuerdo de nada después de eso. Pero sé que ese joven es importante".
Aira se acercó a Malakai y le puso una mano en el hombro. "No te preocupes, Malakai. Estamos aquí para ayudarte".
Pero Leo y Aria se miraron entre sí, y no les cabía ninguna duda de que quien había estado controlando a Malakai era Thorne. La descripción del joven rubio de ojos azules era demasiado precisa, y Leo sabía que Thorne había estado manipulando a Malakai para obtener información.
"Tenemos que salir de aquí", dijo Leo, poniéndose de pie. "Thorne puede estar cerca, y no queremos que nos encuentre".
Aria asintió, y juntos ayudaron a Malakai a levantarse. "Vamos a encontrar un lugar seguro para escondernos", dijo Aria. "Y luego vamos a intentar descubrir qué ha estado pasando con Malakai".
Pero mientras se alejaban del pueblo, Leo no podía sacudirse la sensación de que Thorne estaba observándolos, esperando el momento perfecto para atacar.