Hasta Que La Venganza Nos Separe

Gustavo llegó a la hora pautada, y fue recibido por la ama de llaves, lo llevo hasta la sala donde encontraron a Chloe y Camila en la sala, conversando y riendo. Alessandro en ese momento también estaba entrando a la sala, sonrió y se acercó a Chloe para presentarle a Gustavo, explicándole que, aunque no fueran hermanos de sangre, él lo consideraba como tal. Gustavo la saludó con cortesía y simpatía, haciéndole saber que estaba ahí para cualquier cosa que necesitara.

Luego, al girarse para saludar a Camila, Gustavo se encontró sorprendido. No la veía desde que ella se había ido a estudiar al extranjero hacía cinco años. En su mente aún conservaba la imagen de una jovencita llena de entusiasmo, pero la mujer que tenía ahora frente a él era distinta. Camila había florecido en una mujer hermosa y segura, y Gustavo no pudo evitar un inesperado vuelco en el corazón al darse cuenta de ello.

Recordó cómo, justo antes de que ella se fuera, Camila le había confesado sus sentimientos. Él la había rechazado entonces, diciéndole que era demasiado joven y que la veía como a una hermana pequeña. Pero ahora, al mirarla a los ojos, esas antiguas ideas se desvanecían rápidamente. Camila ya no era la niña que recordaba, y él sentía cómo algo en su interior cambiaba.

Sin embargo, Gustavo respiró hondo, consciente de que debía controlarse. Ella era la hermana de Alessandro, su mejor amigo, y además, la había visto crecer. No quería arriesgar su amistad con Alessandro ni confundir a Camila, quien ya había pasado página en su vida. Determinado a mantener la calma, Gustavo sonrió amigablemente y se limitó a intercambiar unas palabras cordiales con ella, intentando ocultar el torbellino de emociones que esa inesperada atracción le había despertado.

- Bueno ya que estamos todos, pasemos al comedor. - dijo Camila y paso, por un lado, de Gustavo dejando en el aire su delicioso aroma, era un perfume con un toque dulce que inundó las cosas nasales de Gustavo.

Este la siguió como hipnotizado, al llegar al comedor todo estaba servido y se veía delicioso. Platicaron amenamente, Camila contaba sus aventuras en el extranjero y Gustavo no podía dejar de mirarla, al igual que Alessandro no podía dejar de ver a Chloé cada vez que reía de las ocurrencias de Camila.

Después de la cena, Alessandro, Gustavo, Chloe y Camila se acomodaron en la sala, anticipando la difícil conversación que estaba por venir. Gustavo tomó la iniciativa, con calma y delicadeza, y le relató a Chloe todo lo que había descubierto: la traición de su esposo Esteban, la manipulación de su madrastra y los engaños que su propia hermana Isabel había perpetuado a sus espaldas. Al escuchar cada detalle, Chloe sintió cómo una mezcla de tristeza y furia comenzaba a tomar control de ella. La verdad era más cruel de lo que había imaginado, y su corazón, ya herido, desbordaba ahora de una ira fría y profunda.

Apretando los puños, Chloe dejó caer una lágrima que rápidamente limpió, determinada a no mostrarse débil. Su mente, antes abrumada por el dolor, comenzó a enfocarse en un único objetivo: la venganza. Ya no podía permitir que aquellos que la habían traicionado continuaran aprovechándose de la bondad de su padre ni de la suya.

—Alessandro, necesito que me ayudes a concertar una cita con alguien que puede ser clave para todo esto —le dijo, con una intensidad en su mirada que Alessandro no le había visto antes.

Alessandro asintió, consciente de que Chloe necesitaba sacar toda esa rabia y hacer justicia a su manera. Aunque su primer instinto era protegerla, comprendía que este era un proceso que ella debía atravesar para encontrar paz. Camila, desde su lugar, le ofreció una mirada de apoyo, dispuesta a estar a su lado en cada paso. Chloe ahora tenía en mente un plan, y sabía que con la ayuda de Alessandro y Gustavo podría enfrentarse a aquellos que le habían hecho tanto daño.