Amandote En Secreto

Mi cuerpo se dirige hacia el de Esmeralda y ella tiene su cabeza en mi brazo, la miro mientras duerme el sueño de la inocencia. De las mujeres más diversas con las que he estado, ninguna era pelirroja, son raras aquí en el reino.

Escucho que mueven la manija de la puerta y antes de siquiera pensar en lo que estaba haciendo, jalo a Esmeralda, la coloco sobre mi pecho y agarro su cintura.

–Hamilton, ¿qué estás haciendo? (Alma habla, asomando la cabeza en la habitación).

–La familia ya está reunida para desayunar, lo único que falta eres tú. (Ella habla y no respondo, quiero que piense que estoy durmiendo). ¿El durmiente sigue durmiendo?

Alma cerró la puerta del dormitorio y esperé unos minutos para asegurarme de que realmente se fuera.

Alma es la más joven de los tres, mientras ella tiene 14 años, Nicolás tiene 22 años y yo 23.

En cuanto cumpla 24 años seré coronado rey, aunque no quiero esa responsabilidad, si fuera por mí le daría la corona a Nicolás, él podría tomar el lugar de rey y no yo.

Nicolas tiene paciencia para tratar con los plebeyos, yo no.

–... (Esmeralda me murmura algo al oído mientras se mueve, ya se me estaba olvidando que ella está aquí).

Necesito prepararme para el desayuno y ella tiene que acompañarme para que mi familia no piense que es raro.

–Sirvienta, es hora de despertar. (Hablo y ella sigue moviendo su mano de un lado a otro debajo de mi abdomen). ¿Qué estás haciendo? Despierta pronto.

Ella abre lentamente los ojos y cuando están completamente abiertos, ella me mira fijamente y yo a ella, parece un juego de ver quién debe ir primero.

–¡¿Su alteza?! (Dice alejándose de mí y rápidamente se levanta asustada de la cama). Lo siento, estaba durmiendo y no me di cuenta de lo que estaba haciendo, por favor perdónenme.

–Bajemos a desayunar donde estarán todos, nos duchemos y nos preparemos. (digo levantándose de la cama). Hay cepillos de dientes nuevos en el mueble del baño, llévate uno, no tardes.

–Sí, su alteza. (Dice yendo al baño confundida).

–¿No te dije ya que no me trataras así y empezaras a tratarme como a mi marido? (Digo yendo al armario).

Elijo lo que me voy a poner, como siempre opto por un outfit negro y para Esmeralda elijo un vestido blanco con muchos detalles.

Regreso a la habitación, quito las sábanas de mi cama y las reemplazo por unas blancas.

­Apresúrate. (Digo abriendo la puerta del baño).

Esmeralda está cerca de la puerta, al parecer estaba a punto de salir, su cuerpo está cubierto con una toalla y hay otra en su cabello.

–Tu vestido está en mi cama, vístete que no tardo. (Hablo y ella sale del baño y yo entro).

Prefiero no quedarme mucho tiempo en la ducha y en apenas unos minutos estoy de regreso en la habitación donde encuentro a Esmeralda ya vestida pero con el cabello enredado.

–Puedes usar uno de mis pinceles. (Lo bueno de tener el pelo largo es que siempre tengo varios cepillos en mi cuarto a mi disposición). No te amarres el cabello, déjalo suelto.

Voy al closet y me visto, tomo un par de tacones y voy al dormitorio donde encuentro a Esmeralda ya preparada como ordené.

–Póntelos. (Digo tirando los tacones al suelo).

–No sé caminar con ellos. (Dice recogiéndolos).

–No me importa, tendrás que aprender incluso ahora. (Hablo y ella agacha la cabeza y se pone los zapatos).

­Como desees. (Dice obedeciendo).

–¿Tomaste clases de etiqueta? (Como ella es plebeya, dudo mucho que lo haya hecho).

–No lo hice, los empleados no necesitan saber estas cosas. (Ella habla).

–Eso podría ser un problema, pero ya es demasiado tarde para hacer algo. (Digo dirigiéndome hacia la puerta). Bajemos.

Salgo de la habitación y en el mismo momento oigo que derriban cosas y vuelvo allí.

­¿Qué estás haciendo? (Miro que está tumbada a cuatro patas en el suelo).

–Me tropecé, no puedo caminar con tacones tan finos como este. (Ella habla y yo la miro).

– ¿Podrías estar bromeando? (Hablo sin creer). Parece que me casé con el plebeyo más tonto que tuve.

–Haré todo lo posible para lograrlo. (Dice tratando de levantarse).

–Vámonos pronto. (La agarro del brazo y la hago levantar). Agárrate a mí y no te caigas, no me hagas sentir vergüenza. Y no digas nada en la mesa sin mi permiso.

Con pasos cortos y lentos salimos de la habitación, pero el mayor problema fue cuando llegamos a las escaleras, estábamos en el tercer piso y teníamos que bajar a la planta baja. Casi tuvimos un accidente cuando ella pisó tu vestido.

¿Sabes lo que es caminar como una mujer que tiene dolores de parto o un amigo que está tan borracho que no puede sostenerse por sí solo? Así es Esmeralda.

–Finalmente decidieron unirse a nosotros. (Papá habla).

–Perdón por la demora, padre mío. (Camino con Esmeralda y la siento en la silla que está cerca de la mía, frente a Nicolás).

–¿Te lastimó una araña Esmeralda? (Dice Alma riendo).

–Es que anoche estuvo muy ocupada y no durmió bien, por eso le tiemblan las piernas. (Miento y le guiño un ojo a Alma).

–Me niego a sentarme en la misma mesa que este asqueroso plebeyo. (Mamá dice queriendo levantarse pero papá la toma del brazo).

–Siéntate y no hagas más escándalo. (Papá habla con firmeza). Plebeyo o no, fue la mujer que eligió tu hijo, sólo hay que respetarla.

Por primera vez, papá contradijo a mamá y la expresión de su rostro cuando vuelve a sentarse indica que no le gusta nada.

–Esmeralda, ¿no eres ya criada? (Alma habla con curiosidad y Esmeralda me mira). ¿Y qué hiciste para que te temblara la pierna?

–Come, Alma. (Nicolás habla enojado).

–Aquí está su comida, alteza. (Futura habla apenas termina de atender a Esmeralda y luego a mí).

La comida del desayuno de hoy es un filete Woronoff con puré de patatas y verduras hervidas.

–Come, mi amor. (Hablo con Esmeralda que está mirando la mesa perdida).

Los primeros 5 minutos de nuestra comida fueron pacíficos y silenciosos hasta que fueron reemplazados por el sonido de los cubiertos raspando el plato y todos miran a Esmeralda.

¿Qué carajo está haciendo?

El tenedor y el cuchillo están en las manos equivocadas, y cada vez que intenta comer una porción de comida, termina en la mesa mientras todos los demás la miran, mamá sigue mirándome sacudiendo la cabeza.

–Futura, por favor sírvele la sopa a Esmeralda. (Nicolás siempre es amable y trata de ayudar).

–Eso es todo por ahora, alteza. (Futura habla y retira el plato del lugar de Esmeralda y segundos después lo reemplaza por un plato que contiene sopa).

–Gracias, alteza. (Esmeralda habla con la cabeza gacha avergonzada).

–Debería comer en la cocina con los demás empleados. (Alma habla despistada y escucho reír a algunos empleados).

–Alma, Esmeralda ya no es empleada, ahora está casada con tu hermano. (Papá habla mientras corta su carne con el cuchillo). Ahora ella es realeza, como tú.

–¿Entonces ahora es una princesa? (Dice Alma sonriendo).

­Así es. (Hablo y me pongo puré en la boca).

–No compares a mi hija con un plebeyo, Arthur. (Mamá habla). Ella no pertenece a la realeza y no hay pruebas de su matrimonio.

–Pero ya te entregué los documentos oficiales que lo prueban. (Digo mirando, dejando el tenedor y el cuchillo).

–Cualquiera puede tener un documento oficial. (dice mamá molesta).

­Todo está bien. (Digo levantándose y subiendo las escaleras).

–¿Adónde va? (Pregunta Alma).

–Esmeralda, empezarás a tomar clases de postura, etiqueta, escritura y lectura, ya que creo que no sabes leer ni escribir, ¿no? (Papá habla).

–Sí, majestad. (Esmeralda sigue hablando avergonzada).

–¿Estos tacones te dificultan caminar? (Papá habla).

–Un poco, mi rey. (Esmeralda habla y papá sonríe levemente).

–Delfina, ve a buscarle unas sandalias a Esmeralda. (Nicolás habla con una criada).

–Está bien, su alteza. (Delfina habla y va a buscar sandalias para Esmeralda).

Unos minutos después Delfina regresó con una sencilla sandalia y Nicolás se la quitó de las manos.

–Déjame ponérmelos. (Nicolás se levanta de su asiento y se dirige a Esmeralda).

Se agacha y toma la pierna de Esmeralda, primero le quita los tacones y luego se los pone. sandalias.

–¿Está mejor ahora? (dice Nicolás sonriendo mientras mira a Esmeralda).

–Esto es lo que tanto deseas. (Hablaré tan pronto como regrese).

­¿Qué es eso? (Pregunta mamá).

–Prueba de nuestro matrimonio. (Digo acercándome a Esmeralda y ella me mira sin entender).

–A ver entonces. (Dice papá levantándose y dirigiéndose hacia el jardín principal, mamá lo acompaña).

–Yo también quiero verlo. (Alma se levanta y corre siguiendo a nuestros padres).

–Hermano, ¿no? (Digo tomando la mano de Esmeralda y la ayudo a levantarse).

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Hamilton y no saben despertar suavemente a una mujer: me imagino a Esmeralda caminando con tacones.

¿Qué prueba crees que es?

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