LA NOCHE DE LAS BRUJAS

Mientras ajustaban el candelabro de nuevo en su lugar, algunos estudiantes a su alrededor susurraban y reían suavemente, la tensión previa del discurso del director disipada por el pequeño incidente.

El director desencadenó un destello de magia y, al instante, los estudiantes fueron envueltos por una luz resplandeciente. Ivelle sintió una vibración eléctrica recorrer su piel antes de que la transformación estuviera completa. Cuando bajó la mirada, contempló su uniforme nuevo. La capa de dos colores tenía la parte superior en negro y la inferior en rojo, sobre su cuerpo apareció una chaqueta ajustada y unos pantalones de cuerina negra. En sus manos aparecieron unos guantes especiales, diseñados para evitar accidentes durante las prácticas. Unas botas altas hasta las rodillas completaban su atuendo, mientras que un cinturón azul ceñía su cintura. En el lado derecho de su pecho brillaba el logo de la academia, y en el lado izquierdo, el símbolo de su carrera de Elementista.

Giró su mirada hacia su hermano, Vante, quien vestía su uniforme que consistía en una túnica negra, pantalones y una camisa de cuero completamente negra. La diferencia entre sus uniformes resaltaba las distintas disciplinas que ambos habían elegido. Ivelle luego miró a Naira, quien llevaba el mismo uniforme que ella. Ambas intercambiaron sonrisas.

—¡Vaya! Nos vemos como verdaderos estudiantes ahora —dijo Naira, admirando su uniforme.

—Sí, es increíble —respondió Ivelle, todavía asimilando la transformación. — la primera vez que sucedió esto fue en el primer año, hace un año… por lo que puedo ver, ¿Tu eres nueva no es así?

— Sí, soy nueva. Mis padres creyeron que era buena idea que yo estuviera en esa academia por el próximo año.

El director continuó con su discurso, describiendo las reglas y los horarios de la academia. Los estudiantes escuchaban atentamente, algunos con expresiones de asombro y otros con una determinación férrea.

—Recuerden, este uniforme no es solo una prenda. Es un símbolo de su compromiso y dedicación a sus estudios y a la magia. Trátenlo con el respeto que merece —dijo el director con un tono solemne.

Con las instrucciones del director todavía resonando en sus cabezas, los estudiantes fueron invitados a recorrer la academia y aclimatarse a su nuevo entorno. Ivelle, Naira y Vante se mezclaron con la multitud, deambulando por pasillos adornados con antiguos símbolos y estatuas que casi parecían cobrar vida bajo la iluminación de los candelabros flotantes. Vante se adelantó para reunirse con su grupo de amigos. Dado que Naira era nueva, Ivelle sugirió que se uniera a su círculo de amigos, que estaba a poca distancia. Aunque a Naira le costaba socializar y le intimidaba un poco iniciar conversaciones, aceptó unirse después de la insistencia de Ivelle. Se acercaron a un grupo de chicos que estaban examinando una nueva pintura. Cada año, la academia cambiaba los retratos y las pinturas, aunque los estudiantes solían bromear diciendo que cada nueva adición era peor que la anterior. Cuando Ivelle llegó con Naira, Percy estaba recitando algo con gran fervor. Seth, como de costumbre, le tiró del cabello a Ivelle en broma. Por su parte, Zaios seguía contemplando el retrato con los brazos cruzados. Al girarse hacia las chicas, no pudo evitar detener su mirada en Naira durante unos segundos. La encontró muy hermosa, notando especialmente que ella era un hada. Su largo cabello rubio y sus ojos dorados le daban un aire de princesa.

Ivelle se percató de la mirada de Zaios hacia Naira y sintió un breve momento de orgullo por haber animado a su nueva amiga a unirse al grupo, a pesar de las reticencias de Naira debido a su timidez. Sabía que integrarse podía ser desafiante, pero también era una oportunidad para que Naira encontrará su lugar en la academia.

—Vaya, veo que este año también han decidido sorprendernos con una nueva colección artística —comentó Ivelle, intentando romper el hielo y desviar la atención de la mirada intensa de Zaios.

Seth, todavía con una sonrisa traviesa después de jalarle el cabello a Ivelle, se unió a la conversación.

—No sé si "sorprender" es la palabra que usaría. Más bien, "aterrorizar" podría ser más adecuado.

Todos rieron, y el ambiente se relajó un poco. Naira, aun algo cohibida, miró la pintura que todos observaban. Era un retrato bastante peculiar, con colores vibrantes y formas que parecían moverse ligeramente, como si la pintura estuviera viva.

—Sembra che quest'anno l'artista abbia deciso di mescolare un po' di magia nella sua opera —observó Zaios, quien finalmente desvió su mirada de Naira para enfocarse en la pintura. —Forse non è così orrenda dopo tutto.

—Definitivamente tiene algo... especial —acordó Naira, su voz todavía baja pero clara en el silencio que siguió. Su comentario atrajo algunas miradas de aprobación.

Ivelle sonrió al ver que Naira comenzaba a integrarse y sentirse más cómoda. Decidió que sería buena idea presentarla formalmente al resto del grupo.

—Chicos, ella es Naira. Es nueva en la academia y también estudiará conmigo. Espero que todos la hagan sentir bienvenida —dijo Ivelle, colocando su brazo alrededor de los hombros de Naira en un gesto amistoso. — Aunque bueno, no sé en qué año está.

— Voy a segundo.

—Encantados, Naira. Cualquier amiga de Ivelle es amiga nuestra —dijo Percy, ofreciéndole una sonrisa amigable. Los demás asintieron y saludaron, añadiendo sus propios gestos de bienvenida.

El grupo continuó conversando sobre las peculiaridades de la academia, las clases que empezarían pronto y los planes para el nuevo año académico. Naira, aunque todavía un poco reservada, comenzó a sentirse más en su elemento, agradecida por la calidez de sus nuevos compañeros y la gentil insistencia de Ivelle que la ayudó a dar ese primer paso hacia la construcción de nuevas amistades en un lugar lleno de posibilidades mágicas.

Ivelle se detuvo a admirar una pared, tapizada con una impresionante colección de tapices meticulosamente elaborados. Detallados y delicados, estos cubrían completamente las superficies, mostrando lugares tanto famosos como ocultos. Invitaban a explorar el mundo más allá de la academia, presentando una intrincada red de terrenos y campos por descubrir. En esta misma pared, un cuadro monumental contaba una historia poderosa: hace trescientos veinte años, dos brujas legendarias, Morgana y Agatha, combinaron sus vastos conocimientos y habilidades para fundar un lugar de aprendizaje para seres mágicos y criaturas, dando origen a la Academia en un enclave protegido por antiguos encantamientos.

De repente, Ivelle notó que varios monjes se habían posicionado a su izquierda, entablando una conversación en un idioma que le era completamente desconocido, excepto para Zaios, quien lo dominaba a la perfección. El lenguaje, rápido y fluido, tenía una cadencia difícil de seguir. Mientras Ivelle intentaba captar alguna palabra comprensible, observó cómo los monjes mantenían una discusión que parecía profunda y significativa en aquel idioma enigmático. Uno de los monjes, el más anciano del grupo, señalaba con vehemencia uno de los lugares ilustrados en el tapiz, mientras los otros monjes asentían, indicando su acuerdo o comprensión.

—Por lo que he visto, este año ha habido una afluencia notable de estudiantes transferidos —comentó Percy, ajustando sus gafas con un aire reflexivo —. Entre ellos, curiosamente, hay dos vampiros de sangre roja. Siempre asumí que esos estudiantes eran exclusivos de la Academia Oscura, dada su reputación de albergar a criaturas de la noche.

—Y no solo ellos —continuó, su interés claramente picado—, sino que también se rumorea que otros dos estudiantes de esa misma sombría institución se han unido a nosotros gracias a un programa de intercambio. En contraparte, dos de nuestros tres mejores estudiantes en el arte de la transformación han sido enviados allí.

—Realmente, no entiendo por qué alguien optaría por estudiar transformación en un lugar tan nefasto como la Academia Oscura, donde, según los rumores, solo residen personas con las peores intenciones —Percy sacudió la cabeza, visiblemente confundido y algo despectivo—. ¿Acaso no es como perder el tiempo en un ambiente tan hostil y corrupto? ¿Qué esperan aprender en un sitio que, se dice, está lleno de maldad y oscuridad?

—Es intrigante, ¿no lo crees? —dijo Perseus, mirando a sus compañeros—. No es muy común que estudiantes de esa academia decidan salir de ahí para unirse a otro donde "somos más puros" de algo —hizo comillas con los dedos y sonrió con sarcasmo—. Quizás puedan enseñarnos algunos trucos oscuros de la magia.

Ivelle recordó aquella noche en la que había acabado con la vida de uno de ellos, en defensa propia. Aún no podía asimilar del todo lo que había hecho. Había matado a un estudiante, pero él la había atacado primero, transformado en un lobo, con la intención de matarla. No era estúpida; no quería morir. Aunque seguía cargando con el peso de la conciencia, sabía que había hecho lo correcto al defenderse. Intentó apartar esos pensamientos de su mente. Sabía que muchos estudiantes en la academia podían leer mentes, y no quería correr el riesgo de ser descubierta. Meterse en problemas por el asesinato de un estudiante de la Academia Oscura podría tener serias repercusiones. Lo que más le sorprendía era que aún no había enfrentado ninguna repercusión por lo sucedido. Había esperado que el chico, o cualquier otro de la Academia Oscura, buscará venganza por la muerte de su compañero. Pero no había pasado nada. No había consecuencias. ¿Qué estaba pasando? No entendía, pero tampoco quería buscar respuestas. Solo quería que su vida continuará así, tranquila y sin complicaciones.

—No deberíamos subestimar a los nuevos estudiantes —intervino Naira, cambiando el tema de conversación—. Cada uno tiene algo que aportar, ya sea de la Academia Oscura o de cualquier otro lugar. Es cuestión de aprender y aprovechar lo mejor de cada uno.

—Si. Es mejor esperar a ver qué es lo bueno que tienen ellos por aportar.

Ivelle se separó del grupo para buscar a su amiga Raquel, a quien no había visto desde que comenzaron las vacaciones. A pesar de haberse enviado cartas y postales, no era lo mismo que verla en persona. Buscó por todas partes en los lugares donde solían encontrarse, pero no la encontró en ningún lado. Era extraño, considerando que Raquel solía ser una de las primeras en llegar a la academia. Finalmente, la encontró en uno de los pasillos menos transitados, hablando con una mujer de cabello rojo y ojos del mismo color. Era la misma mujer que había visto la noche del ataque en la Academia Oscura, cuando se defendió y mató a aquel estudiante. ¿Qué hacía ella aquí?

Ivelle esperó a que Raquel la viera. Cuando finalmente lo hizo, Raquel sonrió y  se acercó rápidamente a Ivelle.

—¡Ivelle! ¡Qué alegría verte! —dijo Raquel, abrazándola con entusiasmo—.

— ¿Quién es ella? Yo la vi en el festival del dragón… Fue muy extraño cuando eso pasó.

— Es mi prima. — Ivelle la miró sorprendida —. Sí, sé que puede ser extraño. No hace falta preguntar si ella es o no es un vampiro; es bastante obvio que lo es, y no cualquier vampiro, sino un vampiro sangre roja, lo peor de lo peor. Ella se llama Freya Ivanov, es de Galsses, y fue reina de los vikingos del norte, una civilización que ya no existe. Murió en un enfrentamiento muy sangriento, con una lanza atravesando su corazón. Una noche, mientras estaba en el castillo, escuché a mis tíos, sus padres, hablando de cómo revivirla. Usaron brujería maligna para traerla de vuelta, pero en lugar de regresar como humana, volvió como un monstruo, un vampiro sangre roja, los más temidos de todos. Los vampiros normales nunca harían lo que hacen los vampiros sangre roja —su mirada se dirigió a la mesa donde estaba su prima—. Ella me mordió cuando estaba enferma de una enfermedad que me llevaría a la muerte. En su avaricia, decidió convertirme en lo que soy ahora, un vampiro sangre roja. Por eso odio tanto ser vampiro.

Los sangre roja eran una perversión de la existencia. A diferencia de los vampiros convencionales, aquellos de los que los humanos leen en sus cuentos de terror, ellos representaban una variante extremadamente peligrosa. Eran seres sedientos de sangre, pero su apetito era insaciable. No se detenían ante nada para saciarlo, incluso si eso implica segar la vida de varias personas en un solo día. Poseían una fuerza sobrenatural y eran extremadamente difíciles de vencer.

Ivelle escuchaba atentamente, tratando de asimilar toda la información que Raquel le estaba revelando. No podía evitar sentir una mezcla de miedo y fascinación por la historia de Freya y por la existencia de los vampiros sangre roja.

— Es increíble... —murmuró Ivelle finalmente—. No tenía idea de que existían diferencias tan marcadas entre los diferentes tipos de vampiros. Y pensar que Freya está aquí, en la Academia...

— Sí, es bastante inquietante —respondió Raquel con solemnidad—. Pero no todos los vampiros de sangre roja son como Freya. Ella es... especial. La mayoría de nosotros intentamos controlar nuestros impulsos y vivir en paz con los humanos, pero Freya es diferente. Su sed de sangre es insaciable, y no duda en usar su fuerza para lo que sea necesario.

— ¿Y tus tíos? —preguntó Ivelle con curiosidad—. ¿Cómo es que la trajeron de vuelta?

— Fue un acto desesperado, creo. No sé todos los detalles, pero sé que involucró magia oscura y rituales muy peligrosos. Freya era una líder formidable en vida, y en la muerte ha conservado esa ferocidad, pero ahora de una manera completamente diferente y mucho más peligrosa… lo que no entiendo es que hace ella en este lugar… es extraño. — Arrugó la cara, para luego sonreír.

— Pero bueno, lo descubriré después. Ahora quiero estar con mi mejor amiga — dijo Raquel, tomando el brazo de Ivelle y comenzando a caminar juntas—. ¿Cómo fueron tus vacaciones? Yo estuve en Rusia, en una especie de expedición. Conocí personas increíbles que decidieron llevar. Me sorprendió que no fueran más personas, pero fue una experiencia increíble.

Ivelle se sintió aliviada de cambiar de tema después de la revelación sobre Freya. Caminaron por los pasillos de la Academia, rodeadas por el murmullo de los estudiantes y el ambiente mágico del lugar.

— Mis vacaciones fueron tranquilas en comparación —respondió Ivelle—. Estuve en casa, ayudando a mis padres en la granja. No fue tan emocionante como tu expedición en Rusia, pero fue agradable estar cerca de la familia.

Raquel asintió con una sonrisa.

— Eso suena relajante. A veces, estar cerca de la familia es justo lo que necesitamos, ¿verdad?

— Exactamente —concordó Ivelle—. Pero cuéntame más sobre tu expedición. ¿Qué encontraron en Rusia?

Raquel comenzó a contarle a Ivelle sobre los lugares que visitaron, las personas que conocieron y las experiencias únicas que tuvieron durante su tiempo en Rusia. Ivelle escuchaba con atención, disfrutando de la energía y entusiasmo de su amiga mientras compartía sus recuerdos.