Objetivo: Venganza

MATEO 

El fin de semana llega y el sábado cerca de las once de la mañana, paso por Elisa. 

Cuando llego a su casa y llamo al timbre, en lugar de ella es su madre la que sale. 

-Hola. Mateo, ¿cierto?- pregunta su madre, una persona que conozco demasiado bien. 

-Sí, señora. Es un gusto conocerla- le digo, tratando de actuar como si fuera la primera vez que nos encontramos. 

-También me alegra conocerte. Mi hija habla muy bien de ti, pero pasa- me invita. -Eli estará lista en un momento. 

La sigo dentro de la casa y este lugar también me trae recuerdos. He estado aquí varias veces, comiendo con ellos, hablando y pensando en la manera en la que podríamos sacar a Elisa de la cárcel. Fue una relación que se forjó durante el juicio de ella y que continúo por mucho tiempo. Nos unimos por nuestro amor a Elisa.

Mi pecho duele cuando pienso en lo doloroso que fue ver a la mujer que amaba, preparar su matrimonio con otro y luego caer hasta el fondo del abismo por culpa de él. 

Ahora con su madre, hacemos una pequeña charla en donde ella me pregunta por mi familia y las cosas que me gustan. Y después de unos minutos finalmente llega a lo que creo que quería llegar. 

-Así que… ¿estás interesado en mi hija?- pregunta con una mirada afilada.

-Sí, lo estoy- respondo de inmediato. 

-Lo dices tan fácilmente- dice ella, mirándome desconfiada. 

-Eso es porque he tenido un largo tiempo para pensar sobre ello y aceptarlo- respondo. Ni siquiera se puede imaginar cuánto tiempo. 

-¿Es eso así? ¿Sabes que ella está con otra persona?

-Lo sé, pero quiero intentarlo, quiero intentar conquistar a su hija, además pienso que puedo tratarla mucho mejor que él. No estoy seguro de si lograré captar su atención, pero al menos pienso que quedarse con el arrepentimiento de no haberlo intentado al menos, me pesará en el futuro- respondo honestamente. Lo cierto es que fui cobarde en ese tiempo, pero esta vez tengo otra oportunidad de quedarme con la chica que amo. 

-Que honestidad. Veo que no te guardas nada- dice su madre. 

-No hay necesidad de guardar las apariencias con alguien que también ama a Elisa. Aunque espero acercarme un poco más a ella y que me conozca, antes de declararme- lo digo como si nada, pero la verdad es que me siento un poco expuesto ahora. 

Estoy apostando todo en esta vida, sólo espero no salir tan lastimado. 

-Eres un buen chico- dice, suavizando su expresión.

No es la primera vez que me lo dices. 

Ojalá que ser un buen chico cuente esta vez. 

Luego de unos minutos más, aparece Elisa viéndose hermosa y con un suave sonrojo en su cara. 

-Mamá, ya nos vamos- se despide ella, después de saludarme. Luego, salimos de la casa. 

En el trayecto hacia la heladería, conversamos del trabajo y también le cuento anécdotas de cuando era un pequeño diablo travieso y de las cosas que hice, haciéndola reír. 

Cuando llegamos a la heladería, no está tan llena como se esperaría de una tienda nueva en su día de inauguración, pero sé que es un gran lugar que en el futuro se volverá popular por sus helados y abrirá varias sucursales. 

Nos sentamos y pedimos entre los diferentes sabores y Elisa no puede verse más emocionada. 

En realidad, sé que le encanta lo dulce, ya sean helados o postres, porque cuando estaba en la cárcel, me decía que los extrañaba, así que me alegra poder traerla aquí. En ese tiempo por más que deseaba darle el cielo y todo bajo ello, no podía ni siquiera sacarla y darle libertad. 

-Y sabes como mi padre…- está diciendo ella. 

-Te ves hermosa - dejo salir y cuando la veo congelada, me doy cuenta de que lo dije en voz alta en lugar de sólo pensarlo. Me tapo los ojos avergonzado por mi error. 

-Gracias, tú también te ves muy atractivo- dice ella, bajo mi mano y la miro. Ella está mirando la mesa con una suave sonrisa y ese bello sonrojo nuevamente en su cara. 

Afortunadamente, justo en ese momento llegan los helados y podemos cambiar de tema, pero una parte de mí se pregunta si en caso de decirle en otra ocasión que se ve hermosa, me mostrará esa expresión nuevamente. Quiero verla otra vez. Pero me contengo y seguimos hablando de lo buenos que son los helados. 

Una vez que termináramos aquí, esperaba llevarla por un paseo y más tarde invitarla a comer. Al menos ese era el plan.

Estamos cerca de terminar nuestros helados, cuando de pronto siento la mirada de alguien en mí. Escaneo la ventana y veo a Rodrigo de entre todas las personas, mirándonos. Y él no está solo, porque es un bastardo después de todo, lleva del brazo a una mujer que nunca he visto. 

Que desagradable. Pienso y debe notarse algo en mi cara, porque Elisa se percata. 

-¿Qué sucede?- pregunta ella. 

-Supongo que tendremos compañía- digo, resignado. 

Ella mira hacia el exterior y ve a Rodrigo hablando con la mujer que lo acompaña, luego se alejan. Ella sigue su camino y él viene en nuestra dirección. 

Eli me mira y veo una mirada seria en sus ojos, pero no dice nada.