"Y si alguna vez te lastimé, sabes que también me lastimé a mí mismo. No estoy tratando de ser cualquier tipo de hombre, solo intento ser alguien a quien puedas amar, confiar y comprender."
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No lo vales
Al día siguiente, estaba aquí.
Respiré profundamente antes de tocar la puerta de Eleanor. Sabía que lo que me esperaba dentro no sería fácil, pero tenía que hacerlo por Summer. La puerta se abrió lentamente, revelando a Eleanor parada frente a mí, con una expresión que no logré descifrar.
—Damien,— dijo, su voz fría y distante.
—Eleanor,— respondí, manteniendo mi voz firme a pesar de la tensión en el aire.
Entré en la casa, y mi presencia pareció llenar la habitación. Sabía que intimidaba a Mark, el nuevo novio de Eleanor, pero no podía evitarlo. Mi naturaleza era imponente, cargada de una energía que a menudo asustaba a la gente. Aunque intentaba ser educado.
La atmósfera cambió cuando vi a Summer. Su rostro se iluminó con una sonrisa tímida cuando me vio, y mi corazón se ablandó al instante. Era increíble cómo su presencia podía cambiar mi estado de ánimo en un instante. Quería llevarla a algún lugar bonito, donde pudiéramos conocernos mejor, pero sabía que tendría que ganarme su confianza primero.
—¿Estás lista para irnos, Summer?— pregunté con una sonrisa, tratando de ocultar mi nerviosismo.
Summer asintió tímidamente, pero su mirada se desvió hacia Mark, que estaba de pie cerca de la puerta. —Papá, ¿puedo ir con Damien?— preguntó, su voz apenas un susurro.
Mi corazón se apretó ante sus palabras. Sabía que todavía me veía como un extraño, y eso me dolía más de lo que quería admitir. Pero no podía rendirme. Tenía que ganarme su confianza, aunque fuera lo último que hiciera.
—Claro, Summer,— dijo Mark con una sonrisa forzada. —Ve y diviértete.—
Salimos de la casa y caminamos en silencio por un momento. No sabía qué decir para romper la tensión, así que opté por mantenerme en silencio. Finalmente, Summer habló.
—¿A dónde vamos, Damien?— preguntó, su voz ligeramente más segura esta vez.
—Vamos a un parque cercano,— respondí con una sonrisa. —Podemos jugar un poco y tal vez tomar un helado.—
La tensión pareció disiparse un poco cuando llegamos al parque. Summer comenzó a relajarse gradualmente, riendo y jugando como cualquier niña de su edad. Me sentí aliviado al verla así, pero sabía que aún tenía un largo camino por recorrer para ganarme su confianza por completo.
Pasamos la tarde juntos, jugando y riendo. Por un momento, olvidé toda la tensión y el dolor que habíamos experimentado en el pasado. Pero cuando llegó el momento de regresar a casa, supe que las cosas aún no estaban resueltas entre nosotros.
—Gracias por hoy, Damien,— dijo Summer con una pequeña sonrisa mientras nos despedíamos frente a la puerta de Eleanor.
—No hay de qué, pequeña,— respondí con ternura, deseando poder decirle cuánto la quería, pero sabiendo que aún no era el momento adecuado.
Me preguntaba si algún día sería capaz de ganarme el amor y la confianza de mi hija. Pero por ahora, solo podía seguir intentándolo, día tras día, hasta que finalmente lo lograra.
Me quedé de pie en la entrada mientras observaba cómo Summer era llevada dentro de la casa por Mark. Suspiré profundamente, tratando de calmar los latidos acelerados de mi corazón. Sabía que lo que venía a continuación no sería fácil, pero tenía que enfrentarlo de una vez por todas.
Eleanor salió de la casa y se detuvo frente a mí, su expresión indescifrable. —Damien,— dijo con voz fría y distante.
—Eleanor,— respondí con un tono igual de frío, sin apartar la mirada de sus ojos.
Entramos en la casa y nos sentamos en la sala de estar. Al principio, la conversación fue educada, superficial. Hablamos sobre el día con Summer, tratando de ignorar la tensión en el aire. Pero pronto la atmósfera cambió.
—¿Por qué nunca le dijiste la verdad a Summer?— pregunté bruscamente, mi voz llena de amargura.
Eleanor frunció el ceño, su mirada desafiante. —No era asunto tuyo,— respondió con frialdad.
—No era asunto mío,— repetí, mi voz subiendo de tono. —¡Era mi hija! ¡Tenía derecho a saber quién soy yo!—
Eleanor se levantó de su asiento, sus ojos brillando con furia. —No tienes ningún derecho sobre ella,— espetó. —Tú la abandonaste, Damien. Tú fuiste el que decidió no estar ahí para ella.—
La ira se apoderó de mí. —¡No fue mi decisión!— grité, mi voz resonando en la habitación. —Estaba en un coma, Eleanor. No tenía elección.—
—Podrías haberlo hecho mejor,— dijo Eleanor, su voz llena de desdén. —Podrías haber luchado por nosotros, por nuestra familia. Pero elegiste quedarte allí, en tu pequeño mundo, sin pensar en nadie más que en ti mismo.—
La rabia ardía dentro de mí. —¡No me hables de luchar!— rugí. —¿Qué sabes tú sobre luchar? ¿Sobre sacrificio? Yo perdí cinco años de mi vida por culpa de ese accidente, Eleanor. Cinco años en los que podría haber estado con mi hija, viéndola crecer, pero en su lugar, me encontré atrapado en un coma, luchando por mi vida.—
Eleanor me miró con desprecio. —Siempre es lo mismo contigo, ¿verdad? Siempre es la misma historia de víctima. Pero nunca te detienes a pensar en el daño que nos has causado a nosotros, a mí, a Summer.—
La tensión en la habitación era palpable. Nos miramos el uno al otro, dos personas atrapadas en un ciclo interminable de resentimiento y dolor. Sabía que esta conversación no nos llevaría a ninguna parte, pero no podía evitar dejar salir toda la frustración que había estado acumulando durante años.
—Esto no va a ninguna parte,— dije finalmente, mi voz cansada. —No podemos cambiar el pasado, Eleanor. Pero podemos decidir qué hacer con nuestro futuro. Y yo estoy decidido a ser parte de la vida de mi hija, pase lo que pase.—
Eleanor me miró en silencio por un momento, sus ojos llenos de tristeza. —No sé si eso sea lo mejor para Summer,— admitió finalmente. —Pero supongo que tendremos que esperar y ver.—
Nos quedamos sentados en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Sabía que esta pelea no resolvería nada. Ahora solo quedaba esperar y ver qué deparaba el futuro para nosotros y, sobre todo, para mi querida hija, Summer.
Me levanté de mi asiento con un suspiro cansado, dándome cuenta de lo absurda que era esta discusión. ¿Realmente valía la pena seguir peleando por algo que ya había pasado? ¿Acaso tenía sentido culparme por entrar en coma? La ira y la frustración comenzaron a desvanecerse, reemplazadas por una sensación de cansancio y resignación.
Coloqué mi mano en la mejilla de Eleanor, sintiendo la suavidad de su piel bajo mis dedos. Por un momento, dejé que mis impulsos tomaran el control, tentado de besarla y olvidar todas nuestras diferencias. Pero me contuve. Sabía que no valía la pena. No quería amar a alguien que me reprochaba por algo que estaba fuera de mi control, que me hacía sentir menos de lo que era.
—Adiós, Eleanor,— dije con frialdad, apartando mi mano de su rostro. —Nos vemos la próxima semana.—
Me alejé de ella sin mirar atrás, sintiendo el peso de nuestras palabras no dichas colgando en el aire. Sabía que esta no sería la última vez que nos veríamos, pero también sabía que algo dentro de mí había cambiado. Ya no estaba dispuesto a dejarme arrastrar por las manipulaciones emocionales de Eleanor, ya no estaba dispuesto a sacrificar mi propia felicidad por alguien que no valoraba lo que tenía.
Caminé por la calle, dejando atrás el tumulto de emociones que había experimentado esa noche. Sabía que aún quedaba mucho por delante, pero por primera vez en mucho tiempo, me sentía libre. Libre de las cadenas del pasado, libre de las expectativas de los demás.
w(°o°)w impactada, vida difícil la de Terry :(
pero al final si la encontré, los milagros existen 🙏🏾😭
te trataba como una cucaracha con kk y tú todavía eres dependiente a el
patético