Ellas eran muy buenas amigas, ambas se conocieron en un set, ellas querían llegar a ser actrices de telenovelas, y ¿por qué no?, actuar en alguna película.
Pero el destino les tenía preparada una jugarreta, que nadie se esperaba. Esta historia es completamente sacada de mi imaginación, de modo que todos los personajes, pasajes y nombres, son totalmente ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
NovelToon tiene autorización de Maria Esther para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Eres un estúpido, poco hombre.
Itatí era muy inteligente y sabía cómo tratar a su marido. Prácticamente, lo tenía comiendo de su mano.
Ella le había dicho que fue mucho antes de conocerlo a él, pero la verdad era que ella se metió con otro cuando era novia de él.
Claro, eso no lo iba a saber él porque a ella no le convenía.
Itatí tenia muchas ganas de ir a un bar y deschongsrse, pero a Daniel no le gustaban esas cosas. Él era un poco más tranquilo y prefería los lugares donde no hubiera tanta concurrencia.
Amor, ¿te parece si vamos a ese bar?, ese que está enfrente.
Olvídalo, amor. Sabes que no me gustan esos lugares.
Ándale, hazlo por mí, ¿sí?
Lo siento, amor. Sabes que no me gustan esos lugares. Mejor vamos a otro lado.
Hay muchos lugares muy hermosos donde estamos, No necesitamos, precisamente, ir a ese bar.
Ándale, amor, vamos, porfa. Itatí le hizo pucheros.
No insistas, ya te dije que no. Daniel se dio una ducha, y se acostó un rato, sin imaginar que podría quedarse dormido. Pero así eran las cosas, que sueño lo venció.
Itatí se asomó al cuarto y lo vio dormido. ¿Es en serio Daniel? ¿Cómo que te has quedado dormido? Daniel, despierta.
Pero Daniel no le hizo caso porque estaba sumamente dormido.
Itatí lo pensó mucho antes de tomar una decisión.
Y sin más ni más, se metió a bañar, se cambió, se arregló, se secó el pelo, y salió, sin importarle que Daniel se fuera a despertar y descubriera que no estaba.
.
.
.
Estaba parada en la puerta del bar, aún indecisa, no sabía si entrar o no.
Un nombre muy atractivo la vio que estaba afuera y salió a su encuentro.
¿Qué pasó muñeca? ¿Por qué no entras? El tipo le tomó el brazo con toda confianza.
¡Suélteme!, ella se soltó de su mano con toda violencia. ¡¿Quién se ha creído usted para que me esté tomando del brazo?!
Las mujeres que vienen solas a lugares como este, no son decentes, son unas...
Itatí no se pudo aguantar y le dio una cachetada.
¡Vete al diablo!, le dijo el tipo y entró al local muy enojado.
Itatí comprendió que había actuado mal y se regresó al hotel, Daniel estaba despierto y la vio entrar, su cara dejaba ver que estaba sumamente enojado.
¿De dónde vienes?, le dijo en un tono de voz que no admitía réplica.
Solo fui a dar una vuelta, te estaba hablando pero no me contestaste.
¿Sabes que es muy tarde para que andes en la calle sola, en un lugar que no conoces?
Por favor, Daniel, no te enojes conmigo, solamente fui a dar una vuelta. No pasa nada, aquí estoy de regreso.
Daniel ya no dijo nada, simplemente la observó.
Itatí, ¿por qué te comportas de esa manera? pareces una niña, ¿se te olvida que somos recién casados?
El que parece haberse olvidado de eso eres tú, M
Mira cómo me tienes olvidada, no me quieres llevar a ninguna parte, nomás te la quieres pasar aquí de amargado.
Eso no es verdad, mi amor, te he llevado a muchos lugares.
Bueno, ya, no vamos a discutir otra vez, ¿nos vamos a dormir, entonces?
¿A dónde quieres que te lleve, entonces?
Ya te dije, quiero ir a ese bar.
Daniel hizo una mueca y al fin respondió:
Vamos, pues.
Ella saltó de alegría e inmediatamente fue por su bolsa.
Ambos iban no abrazados, al llegar al bar, el tipo de antes solo se hizo a un lado. Se fueron a sentar a una mesa un poco apartada.
El mesero llegó ante ellos y preguntó:
¿Qué desean tomar?
Yo quiero una michelada, dijo Itatí.
Dos micheladas, dijo Daniel.
Después de un rato, Itatí ya se veía un poco ebria. Al escuchar la música bailable, se levantó y tomó a su esposo del brazo. Vamos a bailar, le dijo.
Cálmate, amor, ya estás muy tomada. No me gusta bailar, ya te lo había dicho antes.
Y sin importarle nada más, ella se levantó de su asiento y se puso a bailar sola en la pusta.
Inmediatamente, los tipos la rodearon y empezaron a aplaudir.
Pero Daniel no iba a permitir semejante atrocidad...
Vente, vámonos para la casa, dijo eso tomándola del brazo y jalandola casi a la fuerza hacia la salida.
¡Suéltame, suéltame, no me jalonees!
El mismo tipo que había recibido la cachetada se le enfrentó a Daniel.
¿No está oyendo que la suerte?
Tú no te metas, es mi esposa.
Pues será el sereno, pero si ella dice que la suelte, la suelta y se acabó.
El tipo le dio un golpe muy fuerte en la cara a Daniel, pero este no estaba manco y entre los dos se enfrentaron en una lucha feroz.
Varios tipos que estaban en el bar salieron para separarlos.
Daniel tomó a su esposa del brazo y se la llevó a casi a rastras a su cuarto.
Otra vez los gritos se oían hasta fuera.
Eres un bruto, me hubieras dejado ahí. ¿Qué te cuesta?, amargado, estúpido, infeliz, poco hombre.
¡Ya basta, Itatí!, No puedes andar por la vida como si fueras una mujer soltera.
Daniel, ya me tienes harta, apenas llevamos un mes de matrimonio y ya te estás volviendo todo un ogro, me quieres tener amarrada a ti todo el tiempo.
Entonces, ¿por qué te casaste conmigo?
Daniel, yo te amo, pero tú me tratas como si fuera tu prisionera.
Eso no es verdad, amor, tú y yo salimos juntos a todas partes, pero hay ciertos lugares que no me gusta visitar, ¿porque no entiendes eso?
Pero Itatí se había quedado dormida y ya no escuchó lo último que le dijo a Daniel.
Daniel la vio con toda ternura, la desvistió y le puso su camisón.
Mañana será otro día, pensó.
ya ni ganas de seguir leyendo