El Omega Y El Demonio.

Los caballeros realmente se asombraron al ver al dragón siendo invocado por Riley, era la primera vez que veían a un omega capaz de usar una magia con el poder de invocar una de las bestias más poderosas, las cuales solo un mago con años de experiencia puede hacer.

Tras unos días, ya se hizo normal el ver a Riley cerca del campo de entrenamiento, pues intenta acostumbrar al dragón a que le deje subir a su lomo, lo cual era un poco complicado, ya que el dragón no esta acostumbrado a algo así.

Hayden observa de cerca en caso de que sea necesario ayudar al omega, también Susan permanece cerca, aunque ella sea un doncella, también esta entrenada para pelear y defender a Riley.

Al intentar que el dragón vuele, este se incómoda por las riendas y se sacude causando que Riley caiga con fuerza, ante esto, el primero en ir a su ayuda es Hayden, el cual se arrodilla a su lado y le ayuda a sentarse.

—¿se siente bien? ¿Donde le duele alteza?— pregunta preocupado.

— alteza, que susto.— menciona Susan.— iré por un médico.

— no es necesario, estoy bien, no soy una frágil princesa.— se queja.

Al ponerse de pie, sacude su ropa y sujeta la rienda del dragón y este le lame la cara. Susan le insiste en ir al médico, su cuerpo aún no se recupera por completo, así que debe revisarse. Ante los regaños de Susan, Riley acepta ir, para que Susan deje de preocuparse.

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En la mansión, el médico revisa a Riley y le dice que todo estaba bien, pero le deja un medicamento para la inflamación, ya que su tobillo se lastimó en la caída.

— se que se hace el fuerte, pero debe cuidar su cuerpo, no olvide que estuvo sin alimentarse bien por mucho tiempo.— le riñe Susan.

— tranquila Susan, todo esta bien, además lo dije, quiero fortalecer mi cuerpo.—

— pero no lo haga a costa de su salud, Susan solo esta preocupada por usted, Alteza.— Hayden estaba parado en la puerta de consultorio.

— lo sé, por eso no hago esfuerzos que puedan dañarme. No necesito que el general se preocupe por mí.— frunce los labios y mira con molestia a Hayden.

Hayden se queda en silencio, sabe que Riley ha olvidado sobre su relación, pero que lo trata de esa forma le hace sentir mal. Susan se da cuenta así que es mejor intervenir.

— alteza, no sea así con el general. Ya se, deberían entrenar juntos, así sirve y usted comienza a recordar.— sugiere Susan.

— no creo que a su alteza le interese mi ayuda, lo ha dicho, no necesito preocuparme por él.— el general solo cierra la puerta.

La puerta hizo un sonido fuerte pues Hayden tiro de ella con fuerza. Susan mira a Riley con seriedad y deja salir un pesado suspiro.

— no pensaba decir nada pero, usted se paso, el general por supuesto que se preocupa por usted, tal vez usted lo olvidó, pero él no lo olvida a usted...—

— eso...debería preocuparse por otros, no por mí.— Riley agacha la mirada.— debería casarse...

Hayden debería empezar a pensar en casarse con alguien más, lo suyo paso hace tiempo y además no es el verdadero Riley, claro, no puede decirle eso, pero es mejor que piense que perdió la memoria.

—si para él fuera fácil, ya tendría esposa e hijos, yo creo que el general lo ama de verdad, cinco años y sus sentimientos no cambian, aunque no lo recuerde, debería darse una oportunidad, acercarse y conocerlo de nuevo.— Susan le da una caricia en el cabello y le ayuda a ponerse de pie.

Al parecer el golpe le causo una ligera hinchazón en el tobillo. Riley estaba en silencio debido a las palabras de Susan, sabe que tiene razón, pero si en ese mundo se toma muy en cuenta la castidad, seguramente también sería inaceptable para un alfa que su pareja haya estado en la cama de otros. Al llegar a la habitación, Susan lo deja sentado en la orilla de la cama.

— se que tienes razón Susan, pero, ¿él me aceptará cuando sepa lo que pase estos cinco años?— Riley mantiene la vista a los ojos de Susan.

El rubio puede ver la duda en la expresión de Susan, así que, lo que pensó hace un momento, podría ser así, un alfa no aceptaría a un omega que ha estado con otros.

— yo...se que el general es buen hombre...pero...—

— pero no sabes como reaccionará cuando sepa, ¿cierto?—

— se que el general es diferente, él lo aceptará sin importar que...— asegura Susan.

— es igual a todos, los alfas, no dejan de ser alfas...— lo sabe bien, después de todo en su vida anterior fue también un omega y sufrió desde su infancia.

Dicho esto se metió a la cama y se cubrió con la sábana, debido a la inflamación ya no puede hacer otras actividades durante el día. Susan le deja, pero al bajar y ver a Hayden en la sala descansando.

— espero no lo arruine y demuestre que es diferente a otros.— Dijo Susan y se aleja.

Hayden solo se quedo extrañado por sus palabras, pues no sabe lo que significa.

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Después de lo que hablo con Susan, Riley le demostrará que el general es igual a todos, duda que sea tan perfecto como Susan cree. Pero antes de eso, hay cosas en las que se quiere concentrar, entre ellas ganar más poder, necesita hacerse fuerte para ir por aquellos que le hicieron la vida miserable al verdadero Riley.

Siguió practicando con el dragón y en menos de tres días, ya ha logrado que este vuelve con él en su lomo, durante la mañana volaron una gran distancia y el volver, llevo al dragón al granero para alimentarlo y darle de beber. En la noche, ya cuando todos duermen, Riley sale de su habitación, se mueve por la mansión con cuidado, hasta salir por la puerta trasera y corre hacía el bosque antes de que los guardias lo vean.

Al estar lo suficientemente lejos invoca al dragón y lo prepara para irse. Tras un par de horas el dragón sobrevuela cerca de una mansión y baja en la azotea de esta. Riley observa desde allí el movimiento de los guardias, debe asegurarse de tener el suficiente tiempo para ejecutar su plan.

Tan pronto tiene la oportunidad, salta hasta un balcón teniendo cuidado de no ser visto y usando una flama azul en su mano.

Funde la perilla de la puerta y abre con cuidado, viendo como un hombre mayor y robusto duerme plácidamente en su cama, Riley frunce los labios.

El hombre dormía tranquilo hasta que siente un golpe en la cabeza y se reincorpora rápidamente observando por toda la habitación hasta ver al rubio parado cerca de la ventana.

— Hola, Conde, seguramente aún se acuerda de mí.— sonríe.

— ¿Ril? — el hombre baja de la cama mientras observa al rubio con morbosidad.— mi hermoso Ril, has venido, sabía que no podías estar sin mí.

— por supuesto conde, he venido a devolverle todo mal que me hizo.— la llama azul se enciende en su mano.

El hombre al ver eso retrocede algo sorprendido, pues puede ver como el rubio le observa furioso.

— ¿que crees que haces? —

— ya le dije, hoy me toca a mi divertirme.—

El grito de aquel hombre resuena en esa noche silenciosa y aunque los guardias intentan entrar a su habitación, las perillas de las puertas estaban bloqueadas.

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