EL CEO DEPENDIENTE

Capítulo 9.

Flores para mi novia

Ran había estado todo el día en la oficina resolviendo papeleo. Le costaba un poco concentrarse hoy porque estaba emocionado de ver a su chica. Llevaban casi una semana sin verse y sin hablar apenas. La echaba mucho de menos y estaba deseando abrazarla y apretar su cuerpo contra él, para sentirla y sentir su maravilloso olor a flores.

Alexa era tan hermosa que sólo mirarla le daba placer. Además con él era una mujer diferente de la que los demás veían. Nunca paraban de reír y bromear. Solían estar muy alegres. Ran estaba loco por vivir con ella, ya casados, porque tenía muy claro lo compatibles que eran en todos los aspectos.

Salió de la oficina con tiempo de sobra para pasar por una floristería. Llevaba tiempo sin regalarle flores y hoy le apetecía agasajarla. Después de la cafetería pensaba invitarla a cenar a un sitio estupendo que le había enseñado su amiga de la infancia, Blanca.

Se detuvo un momento en la acera y miró su teléfono. En la pantalla aparecía el nombre de su amiga Blanca por milésima vez. No cogió la llamada, ahora no era el momento. Siguió caminando a comprar flores para su novia.

......................

Alexa se recostó durante un momento en su propia cama todavía pensando en el CEO. Le montó el numerito sexy realmente provocándolo para molestarlo, porque él la había mirado de manera lujuriosa.

Ella quiso enseñarle lo que se estaba perdiendo y de paso dejarlo con la lengua fuera. Alexa sabía muy bien que una de las normas de su jefe incluían no relacionarse jamás de manera personal con sus empleados. Muchísimo menos con alguien como ella tan cercana y para él, imprescindible. Era una norma no escrita y realmente a ella le parecía muy sensato mantener las distancias con los empleados.

Así que desde el principio de su relación laboral, aunque obviamente ella lo miró con deseo porque era imposible no mirar a Aron de esa manera salvo estando muerta, siempre fue perfectamente capaz de mantener esa línea en la relación jefe empleado. Ella lo miraba simplemente como el CEO de su empresa y sabía perfectamente que él la miraba solamente como la asistente del CEO y les había funcionado perfectamente.

Pero hoy de la manera más estúpida esta situación había hecho que él la mirara diferente y ella se dio cuenta. Conocía a su jefe desde hacía diez años que no era poco. Había visto esa mirada cuando lo encontraba alguna vez en la cama con la amante de turno.

Era parte de su labor recogerlo todos los días en su apartamento. Por la mañana se ocupaba de prepararle el desayuno, la ropa, los complementos y sobre todo LA CORBATA (un estrés que le daba a Aron ese tema...), y se ocupaba de que todo en la casa estuviera en orden antes de acompañarlo a la oficina.

Porque ella no era sólo una secretaria, sino era la asistente del CEO y su responsabilidad sobre él era infinita en todos los asuntos menores de su vida. Así que muchas veces había encontrado a alguna mujer en su cama, enredada entre las sábanas, en la ducha, en la cocina y una vez subida sobre su jefe (aunque esto fue un descuido porque ella entró sin llamar… una y no más Santo Tomás).

La cuestión aquí es que Alexa sabía perfectamente cuál era la mirada de lujuria de su jefe. Cuando se levantó del suelo tenía esa misma mirada puesta sobre ella o más exactamente puesta en su trasero. Y eso la dejó tocada por dentro.

Fue una mezcla de susto, sorpresa, impacto y también... hubo un leve cosquilleo en el bajo de su vientre.

Todo esto lo intentó esconder bajo su máscara de profesionalidad. Él hizo lo mismo. Y entre ambos hubo un acuerdo tácito de mantener el asunto aparte de modo que ni siquiera lo comentaron. El no le preguntó qué hacía en el suelo y ella tampoco lo dijo.

Se sentaron frente a frente, comentaron los asuntos del día, resolvieron algunas cuestiones del proyecto y a otra cosa mariposa. Hasta que ella se levantó para marcharse y perfectamente notó la mirada clavada en su culo y en su espalda.

Y ese pequeño diablo interno que Alexa tiene se despertó y le dijo: "dale un espectáculo que no olvide". Y sin saber de dónde le salió ese repentino talento de cabaretera rubia, colocó una postura donde sabía perfectamente que él iba a poder apreciar cada curva, cada línea y cada uno de sus encantos femeninos.

Después de todo ella también tiene armas de mujer y claro que sabe usarlas bien, tal y como Aron acaba de descubrir. Así que se detuvo con toda la parsimonia del mundo. Se marcó una pose digna de la mujer de Roger Rabbit (si no sabes quién es tienes que buscarla, es maravillosa la muñeca esa), lo miró sensualmente por encima del hombro, ("uh yeah, baby, look at me over the shoulder") y le sonrío. ¡Flash!. Incluso desde donde ella estaba pudo notar como a Aron se le cortó la respiración y se le levantó el mástil.

"¡Chúpate esa, campeón!", pensó Alexa con un poco de malicia. Y salió de la oficina.

Pero por dentro... por dentro la historia era otra. Estaba hecha un manojo de nervios y sin embargo, está perfectamente entrenada para no mostrar sus emociones y con toda la paciencia del mundo esperó a salir de la empresa en sus horas de almuerzo para poder expresar lo que realmente sentía.

La emoción la estuvo matando por dentro durante toda la mañana y lo de esta tarde iba a ser un suplicio, esperando que la llame con cualquier motivo o que baje a buscarla a la secretaría. Cada vez que se abra la puerta de un ascensor, el corazón se le saldrá por la boca. Pero, eso sí, nadie será capaz de decirlo mirando su cara de póker.

Hoy tuvo que controlarse hasta la hora de comer, pero ni siquiera fue capaz de ir al restaurante. Tenía que ir a algún sitio seguro para poder gritar todo esto y solo se le ocurrió ir a su propia casa. Y allí estaba, sobre la cama, mirando el techo y recuperándose del susto.

"Vamos Alexa, arriba!.Ya nos queda poco para que por fin me marche de esa oficina, de ese trabajo y de la vida de Aron Flores de una buena vez. Que así sea, por los siglos de los siglos, amén." Y mientras pensaba esto, sintió que recuperaba sus nervios.

- Así es que, amiga, como dicen los coreanos para animarse solos, ¡fighting!. - Diciendo esto, cambió su ropa por una más holgada y puso la ropa de la mañana en una bolsa con su ropa sucia y el sujetador con las braguitas azules de encaje a juego que llevaba ese día, en otra bolsa aparte con todo lo demás que lavaba a mano para que no se estropeara.

Ya que estaba en casa volvió a comprobar que estaba todo preparado para cuando llegara el camión de mudanzas esa misma tarde. Su amiga Magda se encargaba de recoger sus tres grandes maletas y todo lo marcado con la etiqueta "personal" y el resto ya estaba guardado en cajas con la etiqueta "almacen" y era lo que se llevarían los de la mudanza con destino a un trastero que ya había alquilado. Agradecía mucho a Magda el favor porque con sus horarios era imposible cuadrar la mudanza.

Se recogió el pelo, comió un par de frutas de la nevera, cogió algo para el camino y salió de regreso al trabajo con una maleta pequeña. Si había suerte, hoy no vería más a Aron.