Vidas Paralelas

Austin

La música suave flotaba en el aire, mientras las luces tenues de la gala iluminaban los rostros de los asistentes, algunos con sonrisas amplias y otros hablando en susurros conspiradores. Era una noche destinada a brillar por mí. ¿O quizás era solo otra oportunidad más para ocultar lo que realmente deseaba?

—¡Austin! —me llamó un compañero cirujano, sacándome de mis pensamientos. —¡Una copa de champán, es lo que te hace falta!

—Gracias, Tom, respondí mientras aceptaba la copa, simulando una sonrisa. Pero en mi mente, solo había una mujer. El vestido rojo que ella llevaba resaltaba su figura de manera provocativa. Cada vez que la miraba de reojo, sentía un torbellino en el estómago. La que había sido solo una imagen en mis pensamientos se convertía en la realidad tangible de esa noche.

—¿Austin? ¿Estás bien? —preguntó Kate, con una mirada preocupada. Ella, mi esposa perfecta, me sacudía de mis pensamientos oscuros.

—Claro, solo un poco cansado —dije, tratando de sonar convincente. —Una larga semana en el quirófano.

Aunque sus ojos brillaban de emoción por la gala y la oportunidad de mostrar su apoyo, sabía que en el fondo algo no encajaba.

—Debería llamar a mis padres y ver que Sofi está bien. ¿Me acompañas? —sugirió Kate, entrelazando su mano con la mía. En ese instante, la vi sonreír, y un remordimiento fugaz me atravesó el pecho.

—Adelántate, tengo que hablar con algunos benefactores primero —respondí, volviendo la mirada fija en el umbral donde la mujer de rojo se encontraba.

—Está bien, amor. Iré a un sitio con menos ruido —dijo Kate, desvaneciéndose entre la multitud.

Cuando la vi desaparecer entre los otros invitados, mi deseo se intensificó. La mujer de vestido rojo estaba ahora a pocos pasos de mí.

—Me alegro de verle, Dr. Pierce. —dijo Paul Bellamy, uno de nuestros principales benefactores y magnate millonario de New York. —Es usted todo un rock star esta noche.

—Mi intención es solo servir, Señor —le respondí mientras estrechaba su mano.

—Conozco a todos los que contribuyen al hospital—dijo y continuó —Y a usted Dr. le espera un futuro brillante.

—Es un honor trabajar aquí —respondí mientras este se despedía y continuaba hablando con otras personas.

De repente, el micrófono resonó, llamando mi atención hacia el escenario. —Se acerca el momento de los reconocimientos —dijo alguien cerca de mí sacándome de mis pensamientos.

Busque a Kate entre la multitud sin éxito. No puedo creer que desapareciera justo en este momento.

—Esto parece un buen indicio de tu futuro, Dr. Pierce. Debes sentirte orgulloso — escuché decir a Laura quién no había dejado de coquetearme y mirarme toda la noche, dudo que Kate lo haya notado —Parece que has estado muy ocupado últimamente —dijo la mujer, mientras su mirada intensa se mantenía fija en mí.

El interés que había mostrado hacia ella en su momento se había enfriado, pero parecía que ella no entendía mis indirectas y continuaba insinuándose. Había otra mujer que se había adueñado de mis pensamientos y esta vez de una forma arrolladora, un deseo carnal se había apoderado de mí y solo podía pensar en arrancarle ese vestido rojo mientras la follo en el baño y la escucho gritar mi nombre.

El anfitrión mencionó mi nombre, y el primer aplauso resonó en mis oídos. La presión de la noche aumentaba; el reconocimiento al mérito por mi trabajo en Cirugía Robótica era un gran paso en mi carrera. Inmediatamente, me acercaba al escenario mientras seguía buscando a Kate, y allí estaba ella, Sara Bellamy hija de nuestro principal benefactor, magnífica, hermosa, la mujer del vestido rojo  y sería quien me entregara el reconocimiento.

—Felicidades —me susurró al entregarme el galardón, y sus labios se acercaron más de la cuenta, su aliento cálido contra mi piel. El beso en la mejilla fue más cercano a mis labios de lo que deberían.

Mordí mi lengua para no expresar lo que realmente pensaba. Odiaba el ruido de la celebración; odiaba que ella estuviera tan cerca, mientras mis pensamientos oscuros se apoderaban de mí.

Cuando me volví hacia la multitud, todos estaban aplaudiendo con entusiasmo. Busqué a Kate y vi un atisbo de ella saliendo del salón. Se me contrajo el corazón ¿A dónde iba?, era mi momento y no estaba celebrando conmigo. Fue solo un segundo, pero me recordó por qué estaba atrapado en esta vida.

A medida que los aplausos se desvanecían, Sara se acercó aún más, murmurando: —¿Vas a salir tras ella, o quieres disfrutar de esta gran celebración?

—No puedo... no hasta terminar todo —respondí, intentando resistir el poder de atracción que emanaba de ella.

—¿Eres el hombre que todos quieren ser o solo el que todos creen que eres? —continuó, jugando con un mechón de su cabello. —Porque yo veo a través de tu fachada.

La tensión daba paso a la lógica; conocía el camino que debía tomar, el que no podía cruzar. La directiva se acercó a saludarme y felicitarme, y mientras me abría paso hacia donde había salido Kate. Muchos me detuvieron en el camino para felicitarme.

Cuando finalmente pude salir del salón, mi respiración se aceleró. El tiempo corrió y la emoción de la gala se convirtió en una escena oscura en mi mente, liberada cuando recibí el mensaje de Kate anunciando que se había marchado.

"Austin, Mi madre me ha dicho que Sofi tiene un poco de fiebre, voy camino a su casa", decía el texto en la pantalla de mi teléfono. Me le quedé mirando sin contestar. Cuando se volvió a encender con otro mensaje "Disfruta tu noche, Felicitaciones por tu reconocimiento"

Un suspiro de alivio se escapó de mis labios.

La gala ahora era mía. "Es hora de celebrar de verdad", murmuré para mis adentros. Deseaba explorar esos secretos ocultos, los que nunca había revelado.

Y ese vestido rojo, en mis pensamientos, no sería más que una muralla que romper.