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HERENCIA DEL SILENCIO

HERENCIA DEL SILENCIO

Status: Terminada
Genre:Romance / Comedia / Malentendidos / Amor-odio / Atracción entre enemigos / Grumpyxsunshine / Completas
Popularitas:17.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Yazz García

Manuelle Moretti acaba de mudarse a Milán para comenzar la universidad, creyendo que por fin tendrá algo de paz. Pero entre un compañero de cuarto demasiado relajado, una arquitecta activista que lo saca de quicio, fiestas inesperadas, besos robados y un pasado que nunca descansa… su vida está a punto de volverse mucho más complicada.

NovelToon tiene autorización de Yazz García para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Decadencia universitaria

*⚠️Advertencia de contenido⚠️*:

Este capítulo contiene temáticas sensibles que pueden resultar incómodas para algunos lectores, incluyendo escenas subidas de tono, lenguaje obsceno, salud mental, autolesiones y violencia. Se recomienda discreción. 🔞

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...M A N U E L L E...

...🖤🖤🖤🖤🖤🖤🖤...

La habitación estaba impregnada por un olor que no sabría describir si no fuera porque ya lo había sentido antes en las calles de Lisboa, a la salida de una discoteca con Dj en vivo.

No sabía nada de diferenciar la calidad de la hierba, pero todas huelen igual de espantoso y me estaba empezando a dar dolor de cabeza. Elio estaba recostado en su cama, con una bata de terciopelo burdeos y una pose que juraba había ensayado frente al espejo.

—¿Otra vez con eso? —pregunté desde mi escritorio, sin apartar la mirada del plano que intentaba delinear por cuarta vez.

—Shhh —dijo con un dedo en el aire mientras exhalaba el humo del porro como si fuera Marlon Brando en miniatura—. Estoy concentrado en buscar la vibra perfecta para esta noche.

—¿Qué vibra? ¿La de conseguir un cancer pulmonar?

Se echó a reír.

—Esta noche hay fiesta, Moretti y no cualquier fiesta, es en el sitio de reuniones de los de Bellas Artes.

—Suena a que…habrá mucho humo. ¿Y tú vas con esa bata?

—Claro que no —dijo, levantándose de un salto para abrir su armario—. Esto es solo la pre-seducción. Ahora empieza la selección del outfit.

Empezó a sacar camisas, pantalones de cuero, una chaqueta de estampado psicodélico y una boina.

—Elige tú, anda hermano. No quiero espantar a nadie hoy. ¿Esto grita arte o esto grita soy un desquiciado adorable?

—Ambas —dije

Me giré para volver a mi plano, pero lo escuché decir:

—No me mires así, tú también vas.

—¿Qué?

—Que vas.

—Ni loco.

Elio me miró como si acabara de ofender a la mismísimo arte.

—Manuelle, llevas semanas sumergido entre líneas rectas y estructuras. Necesitas caos, colores, decadencia. Te hará bien.

—Paso. Tengo que terminar esto y prefiero no ir a que Aina me descabece.

—Por favor. Mira, —Me muestra un estado de Instagram—hasta ella está en esa fiesta.

—Además —continuó—te comparto uno para que vayas relajado. Tengo extra —me ofrece un porro recién hecho como si fuera un billete de lotería.

Lo miré con una ceja arqueada.

—No fumo y mucho menos hierba. Gracias.

—¿Qué chico más sano eres, por Dios? —hace un ademán con las manos—Sinceramente eres como un Joven en peligro de extinción. Te he visto madrugar a las cinco o cuatro de la mañana dos veces a la semana para salir a correr, o ir al gimnasio. Y en cualquier tiempo libre te encuentro leyendo alguna novela policiaca. —suspira—Pero bueno, el ambiente universitario cambia a las personas. Te doy… dos semestres. A lo mucho. La universidad se encargará de ti.

—Si llego a oler como tú, que alguien me arroje del tercer piso.

—Hecho. Pero mientras tanto, ponte algo mejor. No puedes ir con esa camisa de “papá responsable”.

—¡Es una camisa normal!

—Es una camisa que grita: “Mis impuestos están al día”.

Suspiré, sabiendo que si no aceptaba, este hombre seguiría escupiéndome humo a propósito cada quince segundos. A veces rendirse es más rápido que pelear.

—Está bien. Pero solo un rato y no me metas en tus desmadres, Ventresca.

—Eso dice todo el mundo antes de perder el control emocional por una estudiante de danza contemporánea que habla en tercera persona.

—Eso es muy específico.

—Porque lo viví.

Me reí contra mi voluntad.

—Realmente eres un fastidio. Eres el peor compañero de cuarto.

—Tú me adoras, Moretti y soy el mejor compañeros que puedas tener.

Lo miré mientras revolvía su ropa con emoción infantil y excentricidad de Joven bohemio. Quizás un rato fuera no estaría tan mal.

Quizás.

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Apenas pusimos un pie en el lugar, Elio desapareció como si fuera humo. Literal. Juraría que lo vi fusionarse con la neblina de incienso mientras gritaba algo sobre “reconectarse con su chakra creativo”.

Yo, en cambio, elegí el rincón más silencioso que encontré: un pequeño balcón que daba al jardín interior del edificio. Estaba semioscuro, con apenas una luz cálida de guirnalda colgando sobre la baranda.

La música sonaba más lejana, como si estuviera bajo el agua. Empujé la puerta de vidrio y apenas di un paso afuera, me encontré con una figura femenina apoyada contra la baranda, un cigarrillo entre los dedos y una mirada perdida entre los edificios.

—Perdón, no sabía que había alguien —dije, ya retrocediendo para irme.

—No te da calor con esa camisa cuello tortuga —dijo la chica sin girarse, apoyada en la baranda mientras exhalaba el humo del cigarro hacia el cielo.

Me detuve a mitad de paso, casi por reflejo. Había salido al balcón buscando aire y ahora me encontraba con una chica muy atractiva, por cierto, unos rizos hipnóticos, expresión indescifrable y voz sexy.

—Es parte del look. El sufrimiento viene incluido.

—Te ves como si fueras a leer poesía en una biblioteca.

—Gracias, supongo. Mi compañero de cuarto dice que me visto como un profesor de literatura frustrado.

Ella se rió, suave pero con intención.

—Si estudia arte en esta universidad, no creo que tenga derecho a opinar de moda.

—Cierto.—río

Hubo un breve silencio, del tipo que da espacio para notar algunas cosas. Como el temblor leve en sus dedos, o la forma en que giraba el cigarro entre ellos, como si fuera parte del ritual.

—Puedes quedarte —dijo entonces—. A menos que el humo te moleste… o mi presencia.

—Me molesta más la gente que dice “vibra” como excusa para todo.

Eso la hizo sonreír.

—Bueno, esta vibra está bastante decente. Hay música buena, gente borracha filosofando, y un DJ que claramente se enamoró de su propio setlist.

—Y tú sola aquí.

—Estoy en receso.

—¿Del alcohol o de la gente de esté lugar?

—De ambas.

—Comprensible.

Ella dio una última calada, luego apagó el cigarro en el cenicero improvisado de una lata de cerveza que supongo estaba tomando hace unos minutos.

—¿Siempre te tomas tan en serio la ropa? —me detalla de arriba a abajo.

—¿Siempre te metes con el outfit de desconocidos? —le respondo

—Solo cuando el cuello me da ansiedad.

Solté una carcajada. Ella me miró por primera vez de frente. Ojos oscuros. Desafiantes. El tipo de mirada que te atrapa, no por ternura, sino por peligro.

—No pareces de este tipo de fiestas.

—¿Y tú sí?

—Me adapto. Como los virus.

—Bonita comparación.

—¿Viniste solo?

—Mi amigo se perdió en la multitud hace como veinte minutos. Probablemente esté bailando con una chica que estudia fotografía.

—Suenas celoso. —empezó a bromear.

—No, estoy impresionado. Le funciona el caos.

Ella inclinó la cabeza, como estudiándome.

—¿Y a ti qué te funciona?

—Todavía lo estoy averiguando.

—Hmm. Interesante respuesta. Ambigua. Un poco segura. Tal vez ególatra.

—¿Siempre analizas a la gente?

—Solo cuando me interesa.

El calor subió un poco en el pecho. O tal vez era la cerveza. O ella.

Definitivamente ella.

—¿Te interesa conversar conmigo?

—Depende…de si me invitas a bailar o no.

—¿Invitas y luego haces que el otro invite?

—Estrategia de guerra.

—Eres rara.

—¿Eres siempre así de lento?

Me acerqué otro paso. Ella no se movió.

Y justo cuando sentí que el aire empezaba a hacerse más denso que la brisa que nos rodeaba…

La miré. Ella me devolvió la mirada, con media sonrisa, casi retadora. Di un paso hacia atrás y le tendí la mano.

—Vamos.

Ella la tomó sin dudar. Por un segundo, me dio la sensación de que esa noche no la había decidido yo.

La había decidido ella.

1
Carmen Cañongo
MUCHAS bendiciones para ti autora sí sufrimos a lo grande sobretodo por Aina qué sé convirtió en una mujer sin piedad pero cómo siempre triunfó él amor, y sí té decides a escribir una nueva historia porque no la dé los hijos dé Manuelle
Carmen Cañongo
Clarissa tu sí qué supistes ganarte a toda la familia Moretti, eres tu sin duda la indicada pará un final feliz
Carmen Cañongo
ay sí declárate a Clarissa antes qué la pierdas, lánzate sin miedo por algo eres un Moretti
Anonymous
Muchas felicidades escritora! Leí la primera parte y ahora esta, realmente las dos están buenísimas, pero creo que está saco más mis sentimientos, en la parte final, me hizo pensar y pensar que todos podemos tener un final feliz! De verdad te felicito mil gracias y porque no más delante la historia de las gemelas, muchas gracias
Carolina Nuñez
muy bueno
Linilda Tibisay Aguilera Romero
me facino muy bonita todo un caos Pero me encantó
Linilda Tibisay Aguilera Romero
que bellos me encantó esta historia todo un caos Pero muy bonita
Linilda Tibisay Aguilera Romero
me encanta como es Clari con ellos disfruta de esos momentos no como era la estirada y perfecta Aina
Linilda Tibisay Aguilera Romero
me encanta que tomarás cartas en el asunto para que Aina no te jodiera la vida, Pero ahora toma acción en tu relación es hora del siguiente paso
Denys Aular
yo creo q ese hijo no es Manuelle porq sino van a caer en mismo círculo vicioso y q de una vez la desenmascare a la fina ella siempre le tuvo envidia a clarisa y no es secreto q es caprichosa así q se le quite de una vez el papel de víctima y en realidad se muestre lo q realmente es igualita al padre de manipuladora y poner todo a su favor y en cuanto a clarisa Manuelle ellos se quieren realmente q qde juntos y ya
Linilda Tibisay Aguilera Romero
Aina está muy mal necesita ayuda ella siempre lo que ha sentido es un capricho ella solo quiso estás con Manuelle porque era lo contrario a lonqoe quería el papá para ella y por qué Clarissa era feliz con el siempre fue puro capricho
Carmen Cañongo
bravo por fin sé dan otra oportunidad no la cagues Manuelle defiende ése amor y manda a Aina al carajo
Linilda Tibisay Aguilera Romero
tienes una segunda oportunidad con Clari por favor no dejes que Aina lo arruiné
Linilda Tibisay Aguilera Romero
busca ayuda psicológica para Aina
Linilda Tibisay Aguilera Romero
Aina tu necesitas psicólogo
Linilda Tibisay Aguilera Romero
al fin Manuelle dijiste lo que tenías que haber dicho hace tiempo no era el momento pero Aina con su forma de ser te llevo al límite dándose golpes de pecho y haciéndose la víctima pero ella también fallo
Linilda Tibisay Aguilera Romero
jajajajajajaja me encantó este capitulo me rei mucho un papá y hermano súper celosos y tóxicos jajajaja
Dark
Esta vez Manuelle no la cagues y dale el mugar de Reina que se merece en tu corazón, y sobre todo respeto. Respeta la cono mujer y pon límites con la otra,q fue siempre un envidiosa.
Carmen Cañongo
provoca taparle la boca uyy qué cansona Aina
Carmen Cañongo
y todavía tienes el descaro dé reclamar Aina no jodas
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