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Embarazo Después Del Adiós.

Embarazo Después Del Adiós.

Status: Terminada
Genre:Completas / Embarazo no planeado / Embarazada fugitiva
Popularitas:32.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Loloy

Tras un matrimonio, lleno de malos entendidos, secretos y mentiras. Daniela decide dejar al amor de su vida en libertad, lo que nunca espero fue que al irse se diera cuenta que Erick jamás sería parte de su pasado, si no que siempre estaría en su futuro...

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capítulo 8

Dos días después, en la sala de maternidad

El sol de la mañana entraba suavemente por la ventana, bañando de luz tibia la habitación del hospital. Daniela estaba recostada, visiblemente cansada pero con una paz nueva en el rostro. Tenía a uno de los gemelos dormido sobre su pecho, envuelto en una manta azul pálido. El otro descansaba en una cuna al lado de la cama, con sus pequeños puños cerrados y el ceño ligeramente fruncido, como si ya tuviera preocupaciones que enfrentar.

Erick estaba de pie junto a ella, observándolos con devoción. Había pasado las últimas horas en un estado de alerta emocional: risa, llanto, asombro, miedo, todo mezclado en un torbellino difícil de explicar. Pero en ese instante, todo era quietud.

La puerta se abrió con cuidado. Mariana fue la primera en entrar, seguida de Eloísa y Dylan. Atrás, con el ceño ligeramente fruncido pero los ojos húmedos, venía Francisco.

—¿Se puede? —preguntó Mariana en voz baja, como si temiera romper la magia del momento.

Daniela asintió, con una sonrisa cansada.

—Vengan.

La emoción llenó la habitación como una brisa tibia. Mariana se llevó ambas manos a la boca al ver al bebé sobre el pecho de su hija.

—Dios mío… son tan pequeños…

—Y perfectos —murmuró Eloísa, acercándose sin prisa.

Dylan se colocó junto a la cuna, mirando al segundo bebé con una mezcla de ternura y sobreprotección que se le notaba incluso en el silencio. Luego le lanzó una mirada seria a Erick.

—Más te vale estar a la altura —dijo sin ironía.

Erick asintió con humildad.

—Lo estaré.

Francisco se mantuvo en la puerta unos segundos más, observando la escena. Sus labios estaban apretados, su postura rígida. Pero cuando sus ojos se encontraron con los de Daniela, algo en él cedió. Caminó hacia la cama y se inclinó un poco para ver al bebé.

—¿Ya tienen nombre? —preguntó, con voz grave.

Daniela miró a Erick y luego al bebé en su pecho.

—Él se llama Elías. Y su hermano… Gabriel.

Francisco tragó saliva, asintiendo sin decir nada. Pero su mano se apoyó en el borde de la cuna, y sus ojos no se apartaron de los niños. Era su forma de aceptar. De ceder.

—Son Monteros. Y también Martínez. Van a crecer sabiendo de dónde vienen —dijo Eloísa, firme.

—Y van a crecer con nosotros. Todos nosotros —añadió Mariana, acariciando el cabello de su hija.

Daniela sintió una punzada dulce en el pecho. Por primera vez en mucho tiempo, su familia estaba unida. No perfecta, no sin heridas, pero sí más cerca.

Miró a Erick, que no dejaba de mirarla a ella.

Y supo, sin necesidad de palabras, que ese era solo el comienzo.

***

Una semana después, en la mansión Montero

El portón se abrió lentamente, y el auto ingresó al amplio camino de entrada. Mariana y Eloísa esperaban en la escalinata, con los ojos atentos y sonrisas que no podían ocultar la emoción. El chofer estacionó con suavidad y Erick salió primero, rodeando el auto para abrir la puerta a Daniela.

—¿Lista? —le preguntó él, ofreciéndole la mano.

—Más que nunca —respondió ella, con una mezcla de ansiedad y emoción.

Los gemelos dormían plácidamente en sus respectivos portabebés, bien abrigados, ajenos al revuelo que causaban con su llegada. Erick tomó uno y Daniela el otro. Caminaban lento, como si cada paso representara un ritual. Al subir los escalones, Mariana no pudo contener las lágrimas.

—Bienvenidos a casa —dijo, con la voz temblorosa.

Eloísa se acercó y tomó con delicadeza a Elías, acariciando su pequeña mejilla con el dorso de la mano.

—Mira nada más a este pequeño caballero —susurró, con ternura—. Qué bendición tenerlos aquí.

Dylan bajó corriendo las escaleras internas, alzando los brazos.

—¡Déjenme ver! ¡Quiero ver a mis sobrinos!

Daniela rió con suavidad y le entregó a Gabriel, con una advertencia en los ojos.

—Con cuidado, Dylan. Son frágiles.

—Lo sé —respondió él, casi ofendido, mientras sostenía al bebé con una seriedad inesperada en él.

Francisco apareció en el umbral de la sala, observando la escena. No dijo nada, pero se quedó allí, como un centinela silencioso. Sus ojos se suavizaron al ver a sus nietos por primera vez en casa.

Dentro, todo había sido preparado: la habitación de los gemelos tenía cunitas idénticas, paredes en tonos neutros y una mecedora en la esquina. Mariana no se había contenido con los detalles, y Eloísa se había encargado de coordinar con médicos y nanas, aunque Daniela insistía en hacer gran parte ella misma.

—Apenas se instalen, traeré un té —anunció Mariana.

—Y yo me voy a quedar toda la noche, por si necesitas ayuda —dijo Dylan, muy serio.

Daniela lo miró, divertida.

—¿Estás seguro? Cambiar pañales no es glamuroso.

—Estoy comprometido con mi papel de tío cool —respondió, guiñándole un ojo al pequeño Gabriel.

Erick colocó a Elías en su cuna con movimientos lentos, como si temiera romper algo sagrado. Luego miró a Daniela, quien lo observaba desde la puerta con los brazos cruzados y una sonrisa emocionada.

—¿Te das cuenta de lo que acabamos de hacer? —le dijo él, acercándose.

—Traer a casa a la revolución en pañales —respondió ella, divertida.

—No solo eso. Empezar de nuevo. De verdad.

Ella asintió, acercándose a él hasta quedar frente a frente.

—Entonces... que comience el caos.

Ambos se rieron, y por un instante, en esa habitación llena de vida nueva, el pasado se sintió más lejos que nunca.

Luego de acomodar todo en la mansión Montero y dejar instalada a Daniela, Erick aunque no quería irse, tuvo que hacerlo. Aún no estaba en posesión de poder exigí quedarse, pero esperaba que pronto todos aceptarán su presencia allí.

En la madrugada, en la mansión Montero...

Los llantos rompieron el silencio de la madrugada como un relámpago en el cielo tranquilo. Daniela, medio dormida, intentó levantarse de la cama, pero el agotamiento del hospital aún pesaba en su cuerpo. Apenas se incorporaba cuando escuchó pasos firmes y seguros en el pasillo. Era su padre.

Francisco entró sin llamar, vestido con una bata de casa, el ceño fruncido más por preocupación que por molestia. Caminó directamente hacia la cuna doble colocada al lado de la cama de su hija. Uno de los gemelos lloraba con fuerza, el otro comenzaba a hacerlo también, contagiado por el hermano.

—Déjame a mí —dijo sin esperar permiso.

Daniela lo miró sorprendida. Francisco alzó con cuidado al primer bebé, lo acunó contra su pecho y comenzó a mecerlo con un ritmo que no era torpe, sino aprendido en el pasado, años atrás.

—A veces no es hambre, ni pañal. Es miedo —murmuró mientras acariciaba con su gran mano la espalda del pequeño—. Están conociendo el mundo. Y el mundo da miedo.

Se sentó en el sillón junto a la cama y, con una ternura inusual en él, comenzó a tararear una melodía antigua. El llanto cesó poco a poco, primero uno, luego el otro, como si su presencia bastara para imponer calma.

Daniela se quedó en silencio, con los ojos clavados en su padre. No lo había visto así desde que era niña.

—No sabía que sabías hacer eso —dijo ella, apenas en un susurro.

Francisco no respondió de inmediato. Solo la miró de reojo, con una media sonrisa.

—Uno aprende cuando ama —murmuró—. Aunque a veces lo olvide...

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Lermis Flores
Éste capítulo hermoso me ha conmovido tanto!!
Lermis Flores
Jajaja, quieren nacer en el País de sus padres!
Mirian Mendoza Gutierrez
felicidades autora muy bonita historia. bendiciones
Mirian Mendoza Gutierrez
hermoso capitulo
Tere Jimenez
gracias por compartir
Tere Jimenez
muy bonita historia muchas felicidades y bendiciones sabiduría y entendimiento para seguir escribiendo tan hermoso y compartir con nosotros felicidades estuvo increíble
Tere Jimenez
ojalá y ya lo dejen quedarse ahí
Tere Jimenez
que hermoso
Tere Jimenez
anoche estuvieron juntos según recuerdo
Tere Jimenez
muy interesante el capítulo
Tere Jimenez
muy pagados de si mismo los padres de el
Tere Jimenez
muy fuerte decisión la que tomaron
Tere Jimenez
que bonito capitulo
Tere Jimenez
que difícil situación convivir así por las criaturas
Tere Jimenez
ojalá y se lo lleve
Tere Jimenez
si muy cierto tal vez en el pasado nos sentimos los dueños del mundo pero tenemos que ser humildes
Tere Jimenez
que hermoso capitulo
Tere Jimenez
si muy hermosa novela
Tere Jimenez
que hermoso capitulo
Tere Jimenez
ésos bebés quiere llegar antes de tiempo
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