UNA DONCELLA PROBLEMATICA

Todos en el barco estaban desconcentrados porque María estaba en la jaula, no entendían por qué su capitán la estaba tratando de esa manera, querían ir a verla, pero nadie se atrevía a desobedecer las órdenes de él, lo único que podían hacer era hablar con Omar para que los ayudara a convencerlo de que les dejara verla, pero eso era imposible. 

Omar sabía que su amigo no iba a dejar que nadie bajara a verla y el único que realmente podía desobedecerlo era Marcos, pero con la amenaza de que su rey se enterara de lo que pasó, era más arriesgado para ella; el rey de reyes odiaba a los 5 reinos y a su gente, solo quería un pretexto para atacarlos o lastimarlos. 

Marcos no pensaba arriesgarse a que Aquiles cumpliera con su amenaza, poner la vida de María en riesgo era algo que no quería arriesgar; tuvo que tranquilizar a todos y les prometió que estaría al pendiente de ella. 

Las 7 jovencitas que estuvieron con ellos se empezaron a sentir más cómodas, a platicar con ellos, hasta se sentaban en la mesa con ellos para las comidas, ya no se la pasaban encerradas en sus camerinos, aunque eso significó que fueran rechazadas por las demás jóvenes, que no pensaban estar con ellos, que solo querían regresar a sus casas, algunas por miedo, otras por orgullo y otras porque sus familias se lo ordenaron. 

Fue una semana larga, Marcos sí quería llevarle comida, pero Aquiles estaba atento a todos los que bajaban, se aseguraba que solo se le diera agua una sola vez al día, no dejaba que estuvieran a solas con ella, pero los días rápido pasaron y él miraba que no se doblegaba, eso solo lo molestó más. 

Aquiles se enojó tanto porque ni siquiera la escuchó rogar porque la sacara, cada vez que bajaba la miraba sonriendo, dándole las gracias a Marcos u Omar por el agua que le dejaban; parecía que nada la quebrantaba y eso sí le enfurecía. 

Era el 6 día, eran las 10 am, ese día bajó con Omar a dejarle el agua y como siempre la miró ponerse de pie, pero esta vez se le hizo algo extraño, ella como que hizo un gesto de dolor al ponerse de pie, hasta la escuchó toser, se miraba más pálida de lo normal, parecía enferma; su amigo también se dio cuenta, no le quedó más que desobedecer su órdenes, aunque eso significara que lo regañara o le gritara, terminó diciéndole. – María, ¿te sientes enferma? Por favor dime si te sientes mal. 

Aquiles también quería saber si estaba bien, por eso no le dijo nada a su amigo, pero con frialdad dijo. – Si te sientes enferma y quieres que te atiendan, solo tienes que disculparte conmigo, pedirme perdón y rogar por atención médica. 

María voltea a verlo y con un orgullo le dijo. – Prefiero morir. 

Yo nunca me pienso arrodillar ante la basura y tú eres peor que basura, quieres dejarme aquí, es tu decisión, pero si lo que estás esperando es que te ruegue, entonces estás perdiendo tu tiempo, porque ni en tus más locos sueños me vas a ver rogándote por nada. 

Aquiles se quedó helado al escuchar lo que dijo y más que nada se quedó en estas palabras “Yo nunca me pienso arrodillar ante la basura” retumbaron en su cabeza despertando un recuerdo doloroso de su pasado, le recordó a su hermana y por un momento le pareció verla a un lado de ella diciendo esas mismas palabras. 

Enfurecido da un fuerte golpe a la jaula, la miró con desprecio, con odio, en ese mismo momento le grita. – Tú no tienes derecho a decir esas palabras, eres insignificante y nunca serás como ella, pronto te miraré arrodillada ante mi suplicándome por comida y agua. 

Omar se sorprendió al verlo tan molesto y eso realmente no era bueno, hasta él tenía miedo cuando se ponía así, era capaz de matar solo porque lo tocaban, mira que María estaba a punto de responderle, y rápido él con su voz temblorosa dijo. – Capitán, sus órdenes serán obedecidas, desde este momento nadie va a bajar aquí hasta que usted lo ordene, yo mismo me encargaré de que se cumpla su orden. 

María no entendía lo que pasaba y más extraño era ver a Omar muerto de miedo, hasta parecía que estaba temblando, eso la hizo quedarse callada un instinto de supervivencia la hizo no querer seguir alegando y se le queda mirando a Omar, para evitar provocar más a Aquiles. 

Omar rogaba para que se calmara, aunque ya no dijo nada, solo agachó su cabeza y miraba al suelo, esperando que reaccionara, que no le ganara la ira, por un momento solo se escuchaba la respiración de Aquiles que parecía bufaba de coraje, hasta que lo escucha que vuelve a golpear la jaula y con una frialdad dijo. – Omar, ve afuera y será mejor que nadie entre aquí hasta que yo lo ordene. 

Se da media vuelta y sale de ahí, sube el mástil, enfurecido le ordena al hombre que estaba ahí que bajara, algo que hizo sin preguntar, solo con verlo se dio cuenta que estaba furioso y eso era una mala señal para todos. 

Mientras estaba ahí golpea repetidamente el barandal de madera que rodeaba el mástil, hasta lastimarse los puños por la madera, aunque también rompió un pedazo; mientras lanzaba cada golpe enfurecido dice. – Como te atreves sucia mujer a repetir las palabras de mi hermana, jamás podrás ser como ella, era una guerrera, alguien que estaba en lo más alto de este mundo y tú no eres nadie para tratar de ser como ella, eso no te lo voy a permitir. 

Haré que me supliques, pienso doblegar ese orgullo que tienes y te mostraré que para ponerte en los zapatos de mi hermana se necesita tener fuerza, no solo hablar con la boca de perico que tienes. 

Aquiles estaba furioso consigo mismo, por que por una parte sentía que la admiraba, ese carácter fuerte, audaz y alegre era algo que nunca había visto en una mujer, mas que en su hermana, pero al mismo tiempo odia que fuera de uno de esos 5 reinos; era una mujer que no podía admirar y no debía sentir nada por ella, porque eso sería como traicionar a su hermana.