Tras la muerte de su padre, Violeta se enfrenta a una desgarradora decisión: regresar a la casa que heredó de él y lidiar con la última esposa de su padre, una mujer perversa que la someterá al dolor y la inseguridad. La convivencia con esta mujer, quien busca imponerse en la vida de Violeta, se tornará un infierno.
En medio de esta difícil situación, un ángel de carne y hueso se cruza en el camino de Violeta, alguien que no revelará sus verdaderas intenciones hasta que ella no sienta amor verdadero. ¿Podrá Violeta encontrar la fuerza para superar sus miedos y abrir su corazón al amor? ¿O sucumbirá ante la maldad que la rodea?
Esta es la historia de una joven que lucha por encontrar su camino en medio de la adversidad, una historia llena de emociones, secretos y un amor que lo cambiará todo.
Con gran admiración a todas las románticas que aman leer sobre: amor, emoción, algo de tragedia y misterio, intento regalarles una lectura que me encantó hacer y emocionarme junto a Violeta
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La sorpresa
En la mañana, Violeta despierta por el sonido de las llamadas perdidas. Era María, molesta por la interrupción, bajó el volumen y volvió a dormirse. Poco después se estira y decide levantarse, se duchó y se vistió para bajar a desayunar. Comenzó a oír los mensajes de María pidiéndole por favor que aceptara a Ortiz, que era un buen candidato para ella y la empresa. Otro mensaje era de su padre, diciendo: "Cariño, reconsidera a este joven, es capaz de llevar las cuentas en orden y puede ser un buen esposo para ti".
Decidió dejar el móvil a un lado, restándole importancia. ¡Qué fastidio! Pensaba en cómo su padre pudo terminar con una mujer tan falsa como esa. Cuando aún vivía su madre, ¡tenía una vida tan feliz! La dulzura con la que se trataban sus padres despertaba la envidia de cualquiera. Recordar esos años felices la llenó de angustia por su pobre padre. Lo llamó para saber cómo estaba, pero fue María quien respondió diciendo que su padre se duchaba. ¡Qué descaro! No perdió la oportunidad para volver a ofrecer al tal Ortiz, a quien dijo conocía de pequeño, dando sobradas referencias. ¡Qué atrevimiento! Esto enfadó aún más a Vita, quien se limitó a decir: "Escucha, María, no deseo pelear contigo, pero mi vida es algo que a ti no te concierne y no acepto que nadie se meta en ella. No lo pensaré, ni lo consideraré. Simplemente borra la idea de interferir, porque no tienes voz en este asunto. Hasta luego". Y cortó, sin darle posibilidad de objetar nada.
Luego de desayunar animada con Esther, salió a la oficina. Estando envuelta en documentos y planos, ¡recibe un mensaje de Eric! "Quiero verte, envíame una selfie", decía el mensaje. Se ríe de emoción por lo dulce que es este hombre. ¡Qué ternura! Se toma una selfie enviando un beso y a continuación escribe: "También te extraño, mi salvador. Envíame algo que me mantenga estable".
Eric le envió una selfie donde se le veía con la camisa desabrochada, dejando al descubierto sus marcados músculos. La foto iba acompañada de un mensaje que encendió la imaginación de Vita: "Esta tarde iré a buscarte para que veas lo que te espera, señorita despistada". ¡Era una promesa en toda regla!
La mañana se le hizo eterna a Vita. No podía concentrarse en el trabajo, su mente volaba hacia la aventura que estaba por comenzar. A la hora del almuerzo, no aguantó más y salió disparada a ver a Eric.
Al llegar al edificio, se anunció en la recepción. El secretario de Eric la observó de arriba abajo con una mezcla de sorpresa y deseo. ¡Y no era para menos! Vita llevaba una blusa suelta atada a la cintura, con algunos botones desabrochados que dejaban entrever su escote. La falda corta, con un tajo lateral, realzaba sus piernas, y los tacones la hacían ver aún más alta y estilizada. Su cabello suelto, con ondas sensuales, completaba el look de vampiresa irresistible.
Le preguntó si estaba con gente, y con un guiño cómplice, se aseguró que no diría nada. ¡La sorpresa era inminente! Vita, con el corazón latiendo a mil, entró en la oficina. Eric, absorto en sus documentos, levantó la vista y ¡quedó sin aliento! Una diosa griega, con cada paso sensual, se materializó ante sus ojos. Esas piernas infinitas, esa sonrisa... ¡lo dejaron paralizado!
Rodeó el escritorio con gracia felina, y Eric, como hipnotizado, giró su asiento. Vita se apoyó en los brazos del sillón, acercándose hasta quedar a la altura de su rostro. Y entonces, ¡lo beso! Un beso que encendió la oficina, un torbellino de pasión y deseo. "¡Te extrañaba tanto!", exclamó Vita con un suspiro entrecortado, "No podía esperar ni un segundo más para verte."
Sus palabras fueron seguidas por un beso apasionado, de deseo contenido que por fin se liberaba. Eric, con una sonrisa traviesa, la acercó aún más, sus manos acariciando su rostro con ternura antes de enredarse en su cabello, "Estás... ¡radiante!", susurró Eric con voz ronca, sus ojos brillando con deseo.
Vita, con una mirada llena de complicidad, lo tomó de las manos y lo guio para que se pusiera de pie. Con un movimiento ágil, desabrochó su cinturón y luego bajó su pantalón, revelando la masculinidad de Eric.
"¡Shhh!", le advirtió Eric con una sonrisa maliciosa. Le indicó a su secretario que no pasara ninguna llamada y que nadie lo molestara bajo ninguna circunstancia. La pasión los envolvía en un torbellino de emociones.
Una vez que Eric estuvo sentado nuevamente, Vita se levantó la falda con un movimiento sensual y se quitó la tanga, dejando su piel expuesta a la mirada de su amante. Con una sonrisa provocativa, se sentó de espaldas a él, invitándolo a entrar en ella.
Las manos de Eric se posaron en sus caderas, guiándola en un movimiento sensual y provocativo. El aire se cargó de tensión y deseo, la pasión a flor de piel.
El miembro de Eric, duro como el acero, se hundió en ella hasta lo más profundo, y Vita sintió que el paraíso la envolvía. Con cada embestida, sus caderas se alzaban y descendían sobre su amante, quien la recibía con la misma intensidad, golpeando contra su centro ávido de más. Él la estrechó entre sus brazos, atrayéndola aún más hacia sí, y con voz entrecortada le susurró al oído: "Mi amor, sabes que no me protegí... No sé si podré contenerme. Me estás volviendo loco."
Sin darle importancia a sus palabras, Vita continuó moviéndose sobre él, gimiendo con desenfreno y tomando las manos de Eric para colocarlas sobre sus pechos. "Ya tomé la píldora, mi amor", respondió con un jadeo. "Quiero que me llenes de ti."
Esas palabras fueron la chispa que encendió la pasión desenfrenada. Eric rompió las cadenas de la razón y, sin separarse de ella, la levantó y la apoyó contra el escritorio. La embestida fue brutal, bestial, un torbellino de gemidos y jadeos desesperados por alcanzar el clímax que los abrumó por completo. Cuando Eric finalmente se rindió al placer, su semilla se derramó dentro de Vita, inundándola de una sensación indescriptible.
Permanecieron así, unidos en un abrazo apasionado, durante minutos. Eric se movía suavemente dentro de ella, disfrutando de la calidez de su carne y de la libertad que les brindaba la ausencia del látex.