La Loba Y El Dragón

Los días y semanas iban pasando agriamente para mí, sin ninguna novedad del imbécil de Diego y con mi madre cada vez más ausente en la casa. La señora Ming estaba a cargo de las comidas diarias, la merienda y el desayuno y también del servicio de catering del casamiento. A estas alturas no me quedaba una sola duda de que para finales de septiembre sería la esposa de Vladímir Romanof, cada vez que lo recordaba un escalofrío recorría todo mi cuerpo.

Hermana, dijo papá que te prepares, el idiota, perdón el señor Romanof vendrá a hablar contigo- la cara de Nizza cada vez que tenía que nombrarlo era un poema, hasta ahora no había podido una sola vez no insultarlo.

Bien- contesté terminando mi café con leche. Solamente una vez vino a verme y por suerte no tuve que encontrarme con él, pues cuando me estaba terminando de preparar, nana me dijo que se había ido de golpe después de una llamada.

¿Estás bien?- me pregunto Nizza, ella era la única que se preocupaba por mí.

Si hermana, estoy bien- le mentí, todo esto me daba unos dolores de cabeza que ya pocas veces soportaba.

Señoritas, muy buenos días- dijo uno de los hombres de seguridad cuando ingreso en el comedor -afuera se encuentra el joven Romanof, busca a la señorita Natacha-

No sé donde viste joven a ese viejo, pero mi hermana lo recibirá pronto- dijo Nizza con bronca -prefiero esperarte en la biblioteca, odio a ese gusano- saco la lengua y me hizo reír.

Sabía desde el día anterior que él iría a la casa, así que cuando desperté me puse un simple vestido blanco y peine correctamente mi pelo, no quería casarme con él, pero lo cierto es que tampoco tenía mucho para elegir.

Dile que vaya a la mesa del te del patio trasero por favor- dije levantándome de mi silla, el hombre salió de inmediato a dar el recado y Ming aprovecho para acercarse a mí.

Pequeña, lamento tanto esto- me dijo abrazándome. Siendo sinceros me hubiese gustado que ella fuese mi madre, no entiendo como a pesar de todo esto, ella ni siquiera es capaz de darme alguna palabra de aliento.

Tranquila nana, si Diego no aparece al menos me queda el consuelo de que puedo matarlo como se me plazca- le dije intentando sonreír.

la deje ahí parada y fui al encuentro de mi futuro esposo, puaj que asco tener que llamarlo así, y yo que pensé que me iba a quedar un par de años soltera. Salí al patio y lo primero que me llamó la atención era su espalda, llevaba un vaquero negro y una camisa de mangas cortas qué le quedaba un poco apretada y dejaba sus brazos todos tatuados al descubierto.

Buenos días, Romanof- le dije ni bien llegué a donde él estaba.

Buenos días, Natacha- dijo mientras se volteaba. Podía sentir como me comía con la mirada y en algún punto me daba repulsión, sabía de todo su prontuario femenino y de las cosas perversas que le gustaba hacer en la cama. De hecho su padre había pagado para que nadie supiera que una mujer murió bajos sus manos después de asfixiarla de más.

Me senté y le hice señas de que se entera también, al principio vi un poco de duda en su mirada, pero luego de un bufido hizo caso y se sentó.

¿A qué debo el honor de su visita?- le dije sarcásticamente. Era bien sabido que nuestros padres nos obligaban a esto, es más me había enterado por cuchicheo de los guardias que cuando se enteró de que debía casarse conmigo no solo protesto sino que también maldijo a su propia hermana por hacer que se una con una "pendeja salida del infierno".

no es necesario la cortesía, si por mí fuese ni estaría acá- no quiso esconder nada, eso era bueno.

Podemos quedarnos en silencio entonces, no es que me afecte mucho que no hables- si podía ser una pendeja, pero él era un idiota.

Se supone que debo conocer a mi futura condena, perdón digo esposa- me dijo sonriendo.

No es necesario que me conozcas, sabes lo justo y suficiente- mis afilados comentarios le estaban empezando a molestar y se le notaba en como tensaba la mandíbula.

Escucha con atención pequeña- me dijo apoyando su brazo y parte del pecho sobre la mesa -no estás más contenta que yo con toda esta mierda, pero lamentablemente lo tenemos que hacer, así que te recomiendo que pongas de tu parte para que esto funcione- me dijo volviendo a su postura original.

No tengo que poner de nada, una vez que se unan las dos familias, haré lo que me entrenaron para hacer y tú seguirás con tus juegos, solamente te advierto que una infidelidad se paga con la muerte- lo mire con mi mejor cara de nada.

Ja, ja, ja, eres tan graciosa, en serio piensas que voy a ser como el idiota de tu padre que le pregunta todo a tu madre, en nuestra familia nosotros tomamos las decisiones y así seguirá siendo. tú solamente preocúpate de estar presentable en las fiestas a las que te lleve y en ser buena madre- no termino de articular la palabra que mi cuchillo ya estaba en su garganta y parte de mi cuerpo sobre la mesa.

Escucha con mucha atención, soy la futura loba de esta familia y seré tu esposa y seguiré siendo la matriarca de todo, si tienes algún puto problema con eso avísale a tu padre que no estás dispuesto a casarte, porque no pienso dejar las costumbres de mi familia cuando me una a ti- podía ver como se tensaba aún más, pero mantenía su engreída sonrisa.

Eso está por verse, al parecer eres un potro al cual voy a disfrutar domesticando- me dijo sacando el cuchillo de su cuello.

Me senté nuevamente en mi lugar y miré para cualquier lado menos a su cara, podía sentir su penetrante mirada en mí, pero no permití que me afectará. Luego de lo que seguramente fue una hora, él se levantó de su asiento.

Fue un gusto conocerte al fin, estoy muy ansioso de ver que tan buena eres cuando portes el anillo de mi familia y si aún te quedan ganas de seguir diciendo estupideces entonces será un juego divertido- me dijo esbozando una sádica sonrisa.

Vi como se iba silbando y por primera vez deje que mi cuerpo temblará de miedo, seguramente sería viuda en él primer momento que el intente hacerme su mujer por la fuerza.