Sarah siempre había tenido a Liam en su vida, pero jamás imaginó que sus sentimientos por él podrían cambiar. Es el mejor amigo de su hermano, un chico que siempre estuvo en su órbita, pero nunca en su corazón. Sin embargo, una noche mágica, bajo el brillo de las estrellas, todo cambia. La atracción es inmediata, poderosa, y aunque duda, no puede evitar sucumbir al deseo. El amor se convierte en una lucha interna entre lo que siente y lo que debe hacer. ¿Podrá vivir con el riesgo de perderlo todo por un amor que parece destinado a romper las reglas?
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Quedarse O Huir
Liam:
El silencio volvió a llenarse de esa calma peligrosa. Esa que hace creer que todo puede durar más de lo que realmente dura
Pero entonces, en la casa algo crujió. Un paso. Lejano. O tal vez solo el viento. No lo sabíamos, pero fue suficiente para que ambos volviéramos al mundo real. Sarah se incorporó con rapidez. Se llevó el cabello hacia atrás buscó su celular a tientas y miró la hora
—Mierda bmurmuró— Ya van a ser las siete
Me senté también con el corazón acelerado. La vi arreglándose la camiseta mordiéndose el labio con esa mezcla de culpa y deseo que se le notaba en la piel
— Quieres que revise si está despierto antes de que salgas —le pregunté en voz baja. Ella negó con la cabeza
—No. Si alguien nos ve es peor. Salgo directo. Paso por el baño y me encierro en mi cuarto como si nada
Asentí. La acompañé hasta la puerta. Cuando apoyó la mano en el picaporte dudó. Se giró hacia mí. Sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y miedo
—Liam
—Lo sé —dije antes de que terminara. Y me acerqué a besarla otra vez. Corto. Real. Ella suspiró
—No me mires cuando me vaya
— Por qué
—Porque si me miras, me devuelvo
Asentí, sin fuerza para bromear. Me quedé donde estaba. Quieto. Sin abrir la puerta hasta escuchar cómo se alejaban sus pasos, uno a uno, en la madera del pasillo. Solo cuando sentí que todo volvía a estar en silencio, me dejé caer contra la puerta. No sabía cuánto tiempo íbamos a poder seguir escondiéndonos. Pero sí sabía algo. Ya no podía imaginar mis días sin ella
Sarah :
El despertador sonó, pero yo ya estaba despierta. No había podido dormir después de volver a mi cuarto. Me recosté, sí. Cerré los ojos. Pero el cuerpo seguía temblando por dentro, como si aún estuviera en su cama. Como si su abrazo siguiera ahí. Mi almohada no olía a mí. Olía a él
Liam.
Me tapé la cara con ambas manos, intentando ordenar las emociones. No lo logré. Había algo en mi pecho que no se quería quedar quieto. Una mezcla de susto y euforia. De querer gritarle al mundo y al mismo tiempo esconderme para siempre. No me mires cuando me vaya le había dicho. Y no lo hizo. Pero yo sí lo sentí detrás de mí. Su presencia, su calor, su silencio. Lo sentí tan fuerte que dolía. Me levanté y me miré al espejo. Tenía los ojos brillosos las mejillas encendidas. Era como si mi cara hablara antes que yo
Caminé hasta el baño y me mojé el rostro. Como si el agua pudiera borrar algo. Como si pudiera devolverme a la Sarah que no se metía en líos imposibles. A la que no se enamoraba de Liam. Pero no funcionó. Porque ya no era esa
Salí al pasillo con pasos cuidadosos, como si cada tabla del suelo pudiera delatarme. Escuchaba voces en la cocina. Doruk. Camila. Carlos. Todos en su rutina todos creyendo que la mía también era igual que ayer. Y no lo era. Pasé directo a la cocina. Sonreí. Saludé. Actué
—Buenos días —dije como si no llevara la noche en la piel
Doruk me miró mientras se servía café.
—Dormiste bien hermanita
Tragué saliva —Como una piedra —mentí con la sonrisa más creíble del mundo
Pero en mi mente solo había una imagen
Liam, con la mirada encendida, diciéndome ya me pasó. Y supe que no iba a poder huir de eso tan fácil
