Mi prometido, el príncipe heredero del imperio Noah era un buen candidato para mi y mi familia, no me importaba mucho el puesto de emperatriz, solo añoraba estar a su lado.
Pero, ¿Porqué ama a una mujer que no soy yo? A pesar de hacer todo por quitarla de mi camino ella persiste y cada vez noto como se alejan más de mí.
Las respuestas vinieron a mi un día que un libro dorado llegó a la mansión como un regalo para mí.
Era una novela, pero lo que les diferenciaba de las demás fue que aquellos personajes los conocía a la perfección.
Narrado desde el punto de vista de los protagonistas, yo Madeline, era la mujer que se interponía en su amor.
El obstáculo amoroso.
¿Lo que narraba este libro era el futuro? Al ponerlo a prueba pude cerciorarme, la historia era de verdad nuestras vidas.
Por eso me cercioraré que mi vida no sea en vano y comenzaré mi nuevo camino.
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08 - Un nuevo camino.
Le había pedido encontrarnos para cenar, cuando nos encontramos puede notar su expresión sorprendida signo de que no se esperaba que lo llamara a esa hora de la noche.
— Señorita Madeline, ¿Qué la trae por aquí esta noche? No esperaba encontrarme con usted.
— Creo que es hora de que conteste alguna de mis preguntas.
El joven Duque de inmediato miró el libro que sostenía en mis manos, y sin decir ninguna palabra más se sentó en su respectivo lugar.
La respuesta de cómo había conseguido su libro aún no la sabía, era un ejemplar tan preciado que se me hizo demasiado extraño que el propio Duque me lo haya enviado a mí.
De inmediato pude notar cómo se le dificultaba formular palabras para poder responderme.
— Con gusto le responderé cualquier duda que usted tenga solo con la condición de qué acepté mi propuesta de matrimonio. — Pude ver en sus ojos como él trataba de jugar con la respuesta, sin embargo, para mí ya no era ninguna broma.
Realmente era una ventaja que yo me comprometiera con el Joven Duque, pero si me ponía a pensar en mi futuro como alguien que falló en dos compromisos, sería una mujer despreciada por todos.
¿Era realmente extraño que una mujer viviera soltera por el resto de su vida?
Podría intentarlo, más temprano hablando con mi hermano pude negociar que un porcentaje de la ganancia del negocio de las piedras sea transferido a mi nombre.
Podría investigar en algún territorio lejano. Un pequeño lugar para vivir, una pequeña casa de dos plantas ideal para que solamente yo pueda pasar el resto de mis días ahí.
—¿Señorita? — El joven Duque Aaron me miraba expectante, ya que me quedé unos minutos en silencio, estaba analizando las ventajas y desventajas de seguirle el juego con este compromiso.
Podría sonar un poco cursi, pero la verdad es que no quería ser dejada de lado, no otra vez.
El resto de la noche simplemente me dediqué a cenar en compañía del Duque y solo dejé que la conversación siguiera fluida sin tocar el tema del compromiso otra vez.
A la mañana siguiente justo al amanecer le pedí a mi criada que comenzara con los preparativos para regresar a mi mansión.
Ya no tenía nada que hacer ahí, ya había hecho mi parte, ahora solo quedaba esperar y que mi familia se encargue del negocio de las piedras preciosas y dejen el tema de mi compromiso en segundo plano.
Por el momento debía de enfocarme en otras cosas.
Sería una tonta si no tomara la ventaja si conozco el futuro gracias al libro.
Como una simple dama noble, hija de un Duque y princesa de este imperio, los temas políticos no los podía tomar a la ligera, pero lo que sí podía hacer como la flor de la alta sociedad, era encargarme de las nuevas modas en los círculos sociales.
Y unos de esos temas eran los famosos vestidos sin Corsé, que la señorita Rosé se encargó de hacerlos famosos.
Así que aquella mañana cuando me desperté, de inmediato le pedí a mi criada que me preparara para llevarme a la calle más conocida entre los plebeyos ricos y los nobles de bajo rango.
Para mí, esta era la primera vez que visitaba estas calles, no diferenciaban mucho de las que solía pasear anteriormente en el barrio más rico del imperio.
Sin embargo, estas tenían un toque diferente, como eran dirigidas a un público más general. Desde afuera podía ver más personas dentro de los locales.
Estos lugares tenían un encanto que sin duda me dejaban impresionada.
Pasé por una tienda de postres, por una tienda de sombreros y terminé comprando un par.
Cuando estaba a punto de llegar a la ubicación que mi criada me dijo que se encontraba la boutique que estaba buscando, unos ojos azules me paralizaron.
Al otro lado de la calle, saliendo de un local de zapatos me encontré frente a frente con la señorita Rosé, de ella salía el príncipe heredero, mi ex prometido, con una brillante sonrisa en su rostro que yo jamás recuerdo habérsela visto.
El primero en notarme fue él, que de inmediato su sonrisa tan brillante se desvaneció como si se apagara el fuego de una vela.
Me reí, me parecía tan absurdo su cambio de actitud a casi un mes de haber roto nuestro compromiso, el aún seguía viéndome con fastidio.
No lo podía culpar en el libro siempre mencionaba cómo estaba tan harto de mí, pero lo que más me dolía era de que él jamás me lo dijo directamente, yo solamente era la que estaba peleando por nuestra relación.
Ahora lo podía ver más claramente, yo era la única que estorbaba ahí aunque no me había dado cuenta y probablemente no me hubiera dado cuenta de no ser gracias al joven Duque Aaron.
Mi ex prometido le dijo algo a la señorita Rose en el oído, pero no me quedé para esperar alguna reacción de su parte.
Simplemente miré al local que estaba buscando y entre sin pensarlo.
Ya estando adentro le comenté a mis guardias que no dejaran pasar a nadie y mi criada que me seguía como una sombra entró junto a mí a local.
Era un pequeño local donde se podían ver unos pocos vestidos colgados en ganchos pero había uno en específico siendo modelado por un maniquí en medio del salón.
Mis ojos se abrieron de sopresa justo cuando miré aquel modelo.