Desde Siempre Y Para Siempre

La tarde se desliza perezosa mientras me encuentro en la clase de Embriología, tratando de concentrarme en lo que la docente está explicando. Mi mente sigue viajando a la conversación que tuve con Valeria esta mañana. Es difícil enfocarme en los organogénesis cuando todo lo que puedo pensar es en lo que significó ese encuentro. Aunque hemos decidido dar pequeños pasos, aún no puedo dejar de sentir una mezcla de emoción y nerviosismo sobre lo que podría pasar.

La docente, la Doctora Ortega, continúa su explicación con esa pasión que la caracteriza. Me esfuerzo por tomar apuntes, pero mis pensamientos siguen desviándose. Veo a Fer sentado un par de filas adelante, tomando notas con la misma dedicación de siempre. Cristian, por otro lado, está justo al lado de él, pero su atención parece estar más en su teléfono que en la clase. Al final de la clase, cuando la Doctora Ortega nos da una pausa, aprovecho para acercarme a Fer y Cristian. Necesito algo de distracción para no seguir obsesionándome con Valeria.

—¿Qué tal va todo? —les pregunto, tratando de sonar casual mientras me acerco a sus asientos.

Fer se gira hacia mí con una sonrisa. —Todo bien, aunque esta parte de Embriología siempre se me hace un poco tediosa.

Cristian, que finalmente ha guardado su teléfono, se une a la conversación. —Sí, la verdad es que me estaba costando mantenerme despierto. Por suerte, después de esto tengo Salud Pública, que al menos es más interactivo.

—No sé cómo pueden con esas clases, yo apenas me mantengo concentrado —admito, riendo—. Aunque admito que Ortega sabe cómo hacer que las cosas sean un poco más interesantes.

—Tú solo estás distraído, Alejandro —dice Fer, levantando una ceja—. ¿Algo en mente?

Me encojo de hombros, tratando de no mostrar demasiado. —Solo cosas de siempre. Ya sabes, el estrés de los exámenes que se acercan y todo eso.

Cristian me lanza una mirada de incredulidad, pero no insiste. —Bueno, hablando de distracciones, ¿qué planes tienen para esta noche? Podríamos ir a la discoteca y desconectarnos un rato.

—No me vendría mal algo de distracción —respondo—. Pero tengo que estudiar un poco antes, así que llegaré un poco más tarde.

Fer asiente. —Perfecto, nos vemos allí entonces. Hoy tenemos un DJ invitado, debería ser una buena noche.

La conversación continúa un poco más antes de que la clase vuelva a empezar, y esta vez trato de concentrarme más. La rutina de los estudios, las clases interminables y las conversaciones con mis amigos son parte de la vida universitaria, pero ahora, con la nueva posibilidad que se ha abierto con Valeria, siento que algo ha cambiado, que hay una nueva energía que me impulsa a seguir adelante. La clase termina, y todos comenzamos a recoger nuestras cosas. Fer y Cristian salen rápidamente, probablemente ya planeando cómo aprovechar la noche. Yo, en cambio, me tomo mi tiempo. Aún tengo Anatomía más tarde, y prefiero no salir corriendo de una clase a otra. Decido pasar por la cafetería antes de mi siguiente clase. Es una buena manera de despejarme un poco y, quizás, ver si Valeria está por ahí. Aunque no acordamos nada específico para hoy, la idea de encontrarla de nuevo me hace sentir una mezcla de anticipación y nervios. Cuando llego, el lugar está relativamente tranquilo, solo un par de estudiantes dispersos por las mesas. Miro alrededor, buscando cualquier señal de ella, pero parece que aún no ha llegado. Pido un café y me siento en una mesa cerca de la ventana, tratando de relajarme y disfrutar del momento.

Mis pensamientos vuelven a lo que dijo esta mañana, sobre intentar hablar más, sin expectativas. Me pregunto si realmente podemos mantener ese tipo de relación, sin que los viejos sentimientos o el resentimiento se interpongan. Aún así, estoy dispuesto a intentarlo, aunque no tengo ni idea de cómo manejar esto. Justo cuando estoy a punto de rendirme y dirigirme a mi próxima clase, la puerta de la cafetería se abre, y Valeria entra. Su mirada recorre el lugar hasta que se encuentra con la mía, y sonríe suavemente antes de acercarse.

—Hola, Alejandro —dice mientras se sienta frente a mí—. No esperaba verte aquí.

—Yo tampoco, en realidad —respondo, sorprendido por mi propia sinceridad—. Solo estaba tomando un descanso antes de Anatomía.

Valeria asiente mientras saca un cuaderno de su mochila. —¿Cómo va todo?

—Bien, lo de siempre —digo, y luego, con un poco de más confianza, añado—. Estaba pensando en nuestra conversación de esta mañana. Creo que fue un buen paso.

Ella sonríe, aunque sus ojos muestran una ligera duda. —Sí, lo fue. Aunque todavía no estoy segura de cómo manejar todo esto. Es complicado, pero al menos estamos hablando.

—Exacto —respondo—. Es un comienzo.

Nos quedamos en silencio por un momento, y siento que hay algo más que quiere decir, pero no estoy seguro de cómo sacarlo a la luz sin parecer demasiado insistente. Decido cambiar de tema, algo que ambos disfrutamos.

—Por cierto, estuve pensando en lo que dijiste sobre escuchar mis composiciones. Tal vez podríamos hacer una sesión de música y dibujo pronto, como solíamos hacer.

Valeria parece sorprendida, pero su expresión se suaviza. —Me encantaría. Sería una buena manera de relajarnos y recordar los viejos tiempos, sin la presión de… ya sabes.

—Sí, sin presiones —repito, sintiendo que hemos encontrado un pequeño terreno común en medio de toda la confusión.

La charla continúa por un rato, hablando de todo y nada en particular, pero cada palabra intercambiada parece aliviar un poco más la tensión que solía existir entre nosotros. Cuando finalmente llega la hora de ir a mi clase de Anatomía, me siento mucho más ligero, como si algo hubiera cambiado entre nosotros, algo que quizás no había notado hasta ahora. Valeria se despide y se dirige a su próxima clase, y yo hago lo mismo. La rutina universitaria sigue, pero esta vez con una nueva chispa de esperanza en mi interior. Tal vez, solo tal vez, estamos en el camino correcto.