Bella Idiota

Tina llegaría a eso de las dos de la tarde a Roma, ya para entonces, Fátima habría terminado su sesión de fotos de ese día, así que le pediría al chofer que la llevara al aeropuerto para recoger a su amiga.

Habló con un agente inmobiliario que le recomendó Sandro y en apenas unas cuantas horas, ya tenía un departamento cerca de la compañía.

A Guido se le fue informado la cancelación de la reservación del hotel, su hombre de confianza le comunicó que la señorita D'alessio había alquilado un piso cerca de la compañía y que una amiga había llegado desde Inglaterra.

Lo que más le llamó la atención, fue que alquiló el piso, con su propia chequera, sin contar con el dinero de L'Bella CIA.

- Mantenme informado de todos los movimientos que haga. - fue lo último que dijo Guido, antes de colgar, sin esperar respuesta.

Se levantó para colocarse su saco, esa noche cenaría con sus padres y con los D'alessio, cosa que hacían todos los viernes desde hace 14 años.

Pasó a una tienda y compró un buen vino de cosecha, sabía que a su padre y a su ex suegro les gustaba demasiado, para las damas llevó flores.

Aun no sabía como les diría a los D'alessio que su hija se encontraba en Roma y que estaba trabajando para él. Luego de que ella se fuera sin dejar rastros, sus padres la estuvieron buscando por todos lados, si bien ellos lo querían como a un hijo, Fátima lo era y ellos solo la echaron a la calle sin contemplaciones.

- Hijo, que bueno verte, anda pasa. - lo saludó su madre al tiempo que se hacía a un lado para que el hombre pasara.

- Hola madre. - correspondió el cálido saludo de su madre - Les traje flores a ti y a Antonia.

- Siempre tan galante mi bebé, gracias mi amor, anda, pasa al comedor, ya todos están allí. - le dijo la morena.

Al entrar al comedor se encontró con el resto, les entregó la botella a su padre y a su ex suegro, también el otro ramo de rosas a su ex suegra. También llevó un presente para su ex cuñado.

- ¿Ya has iniciado la nueva campaña? - preguntó el adolescente, para él, Guido era su ejemplo a seguir. Se había esforzado tanto para llegar a la posición que hoy día tiene - ¿Es hermosa la modelo? - volvió a preguntar con entusiasmo el chico.

Guido se removió incómodo en su silla, situación que su madre notó enseguida.

- Es... es la mujer más hermosa. - logró decir, después de un segundo de silencio.

- Que bien, me gustaría conocerla. - habla nuevamente emocionado el chico.

El hombre solo atina a sonreír de medio lado, si tan solo supieran quién es esa modelo. Debía buscar la oportunidad de contarles, antes de que sea lanzada la campaña de la nueva colección. También sabía que su madre no iba a estar muy contenta, ella odiaba con todo su corazón a Fátima, por todo lo que le hizo a su hijo.

......

Por otra parte, Fátima ponía al corriente de todo lo acontecido hasta el momento a su amiga, sabía que la pelirroja era muy astuta y la ayudaría a encontrar una solución pronta a todo.

- ... y dime, el dulce de leche de tu ex, ¿no se te ha insinuado? - preguntó su amiga, después de su momento de seriedad.

- Ni me determina, es como si yo no existiera, no muestra ninguna emoción, ni siquiera en su mirada. - dice un poco decepcionada de no ver aquella chispa de alegría que solía mostrarle Guido, cada que la veía.

- Debe ser duro para ti trabajar a su lado, sobre todo porque estás más que enamorada de ese hombre. - analizó la situación su amiga.

- Lo es, pero no se lo demuestro, no me humillaría ante nadie, ni siquiera por amor. - le confiesa.

Cada una se fue a su habitación, ya en la oscuridad de su habitación y acostada en su cama, mirando el techo, se permitió derramar unas cuantas lágrimas.

Amaba a Guido, claro que sí, pero le hizo tanto daño que ni ella misma se perdonaba todo lo que hizo.

Su amor fue tan dañino que casi hace que pierda la vida, después de que hizo que lo metieran preso.

Inicio del recuerdo...

- Llevénselo, el me quiso obligar a estar con él. - vociferaba la rubia.

- Fátima por amor a Dios, no dejes que se lleven a mi hijo. - rogaba Xica.

- Fátima, recapacita, tú sabes que Guido es incapaz de hacerte daño. - le decía su madre.

Ella segada por la soberbia, parecía disfrutar de aquella escena, donde Guido era esposado y metido a la patrulla.

- No me voy a retractar, él quiso abusar de mí. - les respondió.

Ese día el muchacho había ido a terminar su relación, ya estaba cansado de ser el payaso y títere de ella, cosa que no le gustó a ella. Entonces en su cabeza maquiavélica se le dio por empezar a gritar por ayuda, desencadenando en que la policía llegó y se lo llevó.

Fin del recuerdo.

- Perdóname mi amor, perdóname por todo lo malo, tú no merecías tanta maldad de mi parte. - le dice al silencio, mientras llora abrazada a su almohada.