Mauricio Silva, un exitoso empresario de 38 años, se encontraba en una posición inesperada. Conocido en la alta sociedad por su inteligencia, carisma y atractivo, Mauricio había disfrutado de la vida de soltero por muchos años. Las cenas de gala, los eventos benéficos y las reuniones de negocios eran su hábitat natural. Sin embargo, su vida dio un giro radical cuando se convirtió en el tutor legal de Samanta Santos, la hija de su mejor amigo fallecido.Samanta, de 20 años, era todo un desafío. Conocida entre sus amigos y conocidos como el "demonio", no por maldad, sino por su espíritu indomable y travieso.
NovelToon tiene autorización de Araceli Settecase para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 8 : Vida Cotidiana y Diabluras
La mansión de Mauricio estaba llena de actividad desde muy temprano en la mañana. La rutina diaria empezaba con el sonido del despertador a las seis en punto. Mauricio, un empresario de éxito, se levantaba rápidamente, listo para enfrentar el día. Samanta, su pupila, que había llegado a vivir con él tras la trágica muerte de sus padres, también estaba acostumbrada a este ritmo. A pesar de ser una adolescente con una inclinación natural por dormir más, no tenía más remedio que seguir la disciplina de la casa.
Mauricio bajaba a la cocina, donde el chef ya tenía preparado un desayuno saludable. Tania, su novia, también estaba presente, aunque con una expresión de cansancio que nunca lograba ocultar por completo. Samanta bajaba unos minutos después, con una sonrisa traviesa en su rostro y una energía que desmentía la hora temprana.
—Buenos días a todos —saludó Samanta con un tono jovial, mientras se sentaba a la mesa.
—Buenos días, Samanta —respondió Mauricio, mientras Tania murmuraba un saludo apenas audible.
El desayuno transcurría en relativa calma, hasta que Samanta, en un intento por aliviar el aburrimiento, decidió lanzar una broma.
—Oye, Mauricio, ¿sabías que Tania tiene un tercer ojo en la nuca? —dijo con una sonrisa maliciosa.
Mauricio soltó una carcajada, mientras Tania fruncía el ceño, tratando de mantener la compostura.
—Samanta, por favor, compórtate —dijo Tania, intentando sonar firme pero sin lograr ocultar su irritación.
—Solo era una broma, Tania —respondió Samanta, fingiendo inocencia.
Después del desayuno, Mauricio se dirigía a su oficina, una espaciosa habitación en la mansión que había sido transformada en un centro de operaciones empresariales. Tania, por otro lado, solía pasar el tiempo en actividades más relajadas, como revisar las últimas tendencias de moda o planificar eventos sociales. Samanta, sin embargo, tenía clases particulares con tutores que venían a la mansión, asegurándose de que su educación no sufriera a pesar de las circunstancias.
La tarde transcurría con normalidad hasta que Samanta, en un nuevo arrebato de travesura, decidió poner en marcha su siguiente plan. Sabía que Tania estaba preparando un evento importante y no pudo resistirse a añadir su toque personal.
—Mauricio, ¿puedo ayudarte en algo? —preguntó Samanta con un tono inocente.
—Por supuesto, Samanta. ¿Puedes revisar estos documentos y asegurarte de que todo esté en orden? —respondió Mauricio, siempre dispuesto a fomentar su sentido de responsabilidad.
Samanta tomó los documentos, pero en lugar de revisarlos, los llevó a Tania, quien estaba en medio de una llamada telefónica. Con un guiño, Samanta dejó caer los papeles accidentalmente sobre el escritorio desordenado de Tania, causando una pequeña conmoción.
—¡Samanta! —exclamó Tania, visiblemente frustrada.
—Lo siento, Tania. Fue un accidente —dijo Samanta, aunque su sonrisa delataba sus verdaderas intenciones.
El día continuó con Samanta asistiendo a sus clases y Mauricio enfrascado en sus negocios. Tania, por su parte, trataba de recomponer su día mientras lidiaba con las constantes diabluras de Samanta. Al final de la jornada, cuando todos se reunían para la cena, el ambiente era relajado, aunque Tania aún guardaba cierto resentimiento.
—Hoy fue un día interesante, ¿verdad? —comentó Mauricio, sin poder contener una sonrisa.
—Sí, bastante interesante —respondió Tania, esforzándose por no mostrar su molestia.
Samanta simplemente sonreía, satisfecha con sus pequeñas travesuras, sabiendo que había logrado aligerar un poco el ambiente tenso de la casa. A pesar de las dificultades y las diferencias, cada día en la mansión de Mauricio era una mezcla de rutina, desafíos y momentos de humor, gracias en gran parte a la presencia indomable de Samanta.