En su nueva vida tras transmigrar a la novela, esta mujer, hija de un general y fallecida en batalla, se encuentra con una segunda oportunidad para perseguir sus sueños postergados.
Con determinación y valentía, decide usar su experiencia militar y su perspectiva única para no solo sobrevivir en este nuevo entorno, sino también para hacer un destino que refleje sus verdaderos anhelos y ambiciones.
Desafiando las expectativas impuestas por el guion original, y navegando por relaciones complejas con los personajes principales y secundarios, ella se embarca en un viaje de autodescubrimiento y redención, decidida a dejar una marca imborrable en la trama y en su propia vida.
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Capítulo 8
Ericka había llegado a la casa de su hermano mayor y estacionó su auto en el garaje subterráneo. Al salir, se encontró frente a una imponente mansión de madera con enormes ventanales que reflejaban la luz del sol. La casa estaba rodeada por un lago artificial que se extendía hasta donde alcanzaba la vista, añadiendo un toque majestuoso al entorno. Una entrada doble de aspecto acogedor invitaba a adentrarse en el hogar.
Al llegar, se encontró con Oscar, el antiguo mayordomo de sus padres, quien la recibió con una sonrisa cálida y un gesto respetuoso.
"Buenos días señorita" la saludo calurosamente el mayordomo.
Era un hombre delgado vestido con un impecable esmoquin, sosteniendo un paño entre sus manos. Cada gesto y cada postura irradiaban disciplina y orden, reflejando años de servicio meticuloso y profesionalismo innato.
"Buenos días, Oscar," saludó Ericka con un brillo de afecto en sus ojos. Lo conocía desde que era una niña; para ella, Oscar no era solo un empleado, sino un miembro querido de la familia.
El mayordomo la invitó rápidamente a entrar, consciente del frío hay afuera.
"Subiré a ver a mi sobrina", se despidió apresuradamente.
Oscar observó cómo Ericka desaparecía de su vista y suspiró con pesar; el tiempo pasaba demasiado rápido. Con melancolía, recordaba los días en que cuidaba a los cuatro hermanos: George, August, Fernando y la única niña, Ericka. Quién hubiera imaginado que viviría para verlos a todos formar sus propias familias.
Se sentía algo vacío, pues en cierto sentido los había criado a todos. Nunca se había casado ni tenido hijos; había dedicado toda su vida a esta familia. Sin embargo, su ánimo se elevaba al recordar a Grace, esa niña adorable que quería como a una nieta. Con ella, todos los pensamientos de soledad se desvanecían.
Ericka se detuvo frente a la habitación de su sobrina y escuchó un bullicio procedente del interior. Intrigada, abrió la puerta con suavidad.
En una esquina, presenció a Grace caminando con confianza y sin ningún tipo de apoyo, mientras su madre, con entusiasmo, continuaba capturando cada momento en una serie interminable de fotografías.
Su corazón latía con rapidez, sabiendo que finalmente llevaría a Grace a casa, cumpliéndose así la condición impuesta por su hermano mayor.
"¡Buenos días!" saludó con entusiasmo a todos al entrar. Sus ojos brillaban con alegría mientras se dirigía hacia ellos. Luego, con una sonrisa cariñosa, se inclinó hacia la pequeña que seguía dando pequeños pasos y le preguntó dulcemente: "¿Preparada para salir con la tía?" La niña respondió con una sonrisa radiante.
"Respecto a eso... Creo que es mejor dejarlo para después", murmuró George, visiblemente incómodo desde que vio a su hermana entrar. Un atisbo de arrepentimiento cruzó su rostro mientras reconsideraba lo que había prometido. "Aún es muy pequeña para llevarla a tu casa sin nosotros. Además, el responsable no ha aparecido todavía, y eso es bastante preocupante."
Ericka frunció el ceño al escuchar sus palabras. "Tú me prometiste que si Grace comenzaba a caminar, se quedaría unos días en casa conmigo. Y no es mi culpa que tus subordinados sean tan incompetentes. Deberías haber contratado a un detective privado", reprochó con firmeza. Luego, tomó en brazos a la niña y añadió con determinación, "Y tampoco creo que sea justo tener a tu hija encerrada en casa como si fuera una prisionera. Ella necesita salir, ver y conocer el mundo".
George se disponía a hablar, pero Sarah lo detuvo con un gesto firme. "Es cierto, ya tiene dos años y nunca la hemos sacado", expresó con una mirada que parecía atravesarlo. "Sé que su seguridad es primordial, pero para qué tenemos guardaespaldas", continuó, colocándose las manos en las caderas en señal de enfado. Siempre había respaldado las decisiones de su esposo, pero esta vez sentía la necesidad de expresar su opinión. Su hija merecía experimentar la libertad, no crecer como ella, confinada en un entorno protegido. No quería que Grace fuera tan dócil como ella, sino que desarrollara su propio carácter.
"Si... pero..." George tartamudeó al ver a su esposa enfadarse, lo cual lo sorprendió profundamente. Sarah siempre había sido una dama gentil y refinada, rara vez mostraba enojo.
"Pero nada, ella tiene razón", intervino Kattia, dejando su cámara sobre una mesita de madera con un gesto decidido. "Hace mucho que quería hablar contigo sobre este asunto, pero esperaba ver madurez de tu parte. Como padre, tu deber es velar por el bienestar de tu hija en todos los aspectos: físico, mental y social. Sin embargo, parece que no entiendes esa parte; tiendes a sobreprotegerla y eso no está bien", continuó, dándole unas palmaditas reconfortantes en el hombro a su hijo. "Entiendo que también lo haces por el intento de asesinato, pero no podemos vivir eternamente con ese temor. Es hora de dejarlo ir."
George quedó unos segundos en silencio, intentando asimilar la información que le había dado su madre. Reflexionó sobre si estaba fallando como padre al no permitir que su hija saliera, pero sentía un nudo en la garganta cada vez que recordaba que podría haber perdido a su hija al nacer. En la investigación, se descubrió que alguien había agregado un medicamento extraño a la inyección para acelerar el parto, ya que este estaba tardando demasiado. Sin embargo, fue una bendición que Grace naciera antes de que pudieran inyectar a Sarah.
Suspiró con un gesto angustiado, aferrándose el cabello con ambas manos. "Tienen razón", admitió con voz entrecortada y los ojos ligeramente enrojecidos, "de ahora en adelante trataré de no sobreprotegerla".
A Kattia le dolió el corazón al ver a su hijo en ese estado, pero sabía que todo era por su bien. En su familia, el amor por su nieta era inmenso, pero comprendían la necesidad de pensar en lo mejor para ella. Volvió la mirada hacia Sarah y le preguntó con voz entrecortada: "¿Por qué no se van de vacaciones?"
Sarah contempló brevemente la idea de negarse, pero finalmente asintió con decisión. "Sí, unas vacaciones nos vendrían bien", dijo con firmeza. Aunque amaba profundamente a su hija, sabía que ahora debía apoyar a su esposo en su lucha contra el trauma que lo atormentaba. Dirigió su mirada hacia Ericka con seriedad. "Te encargo mucho a mi hija. Voy a dejarte unas indicaciones por escrito para que puedas cuidarla mejor". Sin perder tiempo, tomó a su esposo del brazo y lo condujo fuera de la habitación.
"No, espera..." protestó George, con un tono de voz cargado de frustración y un deje de desesperación. En ese momento, sentía como si su voz no tuviera peso alguno en la familia.
"Anda, no seas tan terco", instó Kattia mientras ayudaba a su nuera a arrastrarlo fuera de la habitación. Antes de partir, le dio un beso rápido a su nieta.
Por otro lado, Grace intentaba procesar todo lo que había escuchado. ¿Intento de asesinato? ¿De quién podría ser? ¿Podría ser de ella misma? En la trama, su personaje ya estaba muerto; ¿sería necesario que ella también muriera para que se cumpliera la historia? Un gesto de amargura se dibujó en su rostro. Parecía que su merecido retiro tendría que finalizar abruptamente. Le gustaba ser una niña normal, sin preocupaciones, solo disfrutando de comer, jugar y dormir. Ahora, descubrir que alguien quería acabar con ella la hizo frotarse las manos con furia. El responsable de interrumpir su paz y tranquilidad durante el retiro tendría que pagar con su vida.
¿Acaso los quiere por su poder, o se los sustraerá o quizás los utilize como soldados?.🧐🤨😒🤷♀️🤔