Se supone que enamorarse te lleva a las nubes, pero Ariel no tiene experiencia en ese tema. ¿Qué debes hacer cuando tienes pretendientes que quieren conquistar tu corazón? ¿Cómo debes reaccionar cuando uno de ellos te rompe el corazón? Ariel tendrá que explorar su corazón romántico para poder tener su primer romance de verdad y así lograr ser feliz de verdad.
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ME ENAMORA
—¿Entonces? —Hiram tiene curiosidad.
—Entonces ¿qué?
—Carla me dijo que el tipo con el que estuviste casi toda la noche es tu pretendiente.
—Bueno, si es mi pretendiente.
—Nunca imagine que te podrían gustar los hombres.
—Yo tampoco lo imaginaba posible, pero resulto que tengo más pretendientes que mis hermanas. Eso es lo que dicen ellas.
Termino de acomodar mi traje en el closet, Hiram tiene desabrochada la camisa y percibo los resultados de su entrenamiento.
—Pero entonces, ¿si te gustan los chicos?
—Pues la neta es que yo soy muy inexperto en esos temas. ¡Ya sabes! Desde pequeño siempre he sido muy inocente en muchas cosas, no dudes que aún sigo siendo igual de inocente.
Me mira con atención y curiosidad, parece que tiene preguntas en su interior. Se quita la camisa.
—¿Qué opinan tus padres de eso?
—Ellos dicen que lo más importante es que yo sea feliz, que siempre apoyaran mi decisión si esta contribuye a que yo sea feliz.
Se desabotona el pantalón. Me acerco a mi lado de la cama y tomo mi celular. Son las dos de la madrugada.
—Bueno, mis tíos siempre han sido buena onda con ustedes. ¡Me da gusto por ti!
—Sí, estoy muy contento por la forma en que nos demuestran su amor.
Me meto entre las cobijas y me acuesto mirando el techo de mi habitación.
—Y durante todo este tiempo que no nos habíamos visto, ¿me extrañaste? —Se pone una playera y me mira por algunos segundos.
—Lo normal. Pensé que vendrían a la boda de Lea.
—No pudimos. Se nos complicaron algunas cosas con el negocio familiar.
—¿Pero todo bien?
—Sí, por eso pude venir a visitarlos hasta ahora.
—Me alegro.
...🩵🩵🩵...
—¡Despierta! Ariel, ya es hora de que te levantes.
Su voz me molesta y no quiero abrir los ojos. ¡Tengo mucho sueño!
—Déjame dormir más. ¡Necesito dormir!
—Héctor vino a buscarte.
Escuchar su nombre me hizo abrir los ojos de golpe.
—¡¿Qué?! ¿Cómo que vino a buscarme?
—Está abajo, tomando café con tu padre.
Rápidamente, me levanto de la cama y me alisto. Me quito la pijama y me pongo algo casual. Corro al sanitario, cepillo mis dientes, orino a toda velocidad y salgo de mi habitación con mucha urgencia. Antes de llegar al comedor, trato de calmarme para no parecer un chico loco.
—¡Buenos días! —Me animo a saludar.
Efectivamente, en la mesa hay pan de dulce y ellos dos están bebiendo café en la vajilla de talavera.
—¡Qué rapidez! Hiram dijo que seguías en el quinto sueño y por lo que parece, ya estabas despierto desde hace rato —dice mi padre.
—No, la verdad si estaba dormido.
—Pues que bueno que despertaste, Héctor vino a buscarte. Me pidió permiso para que lo acompañes al bosque.
—¿Quieres ir al bosque?—Me referí a Héctor.
—Sí. Tengo una sorpresa para ti.
Sus palabras me hicieron sentir como un bobo en las nubes.
—¡Qué padre! Sí quiero ir.
—Comete un pan y bebe té. Tu madre dejó una porción para ti sobre la estufa.
—Genial —voy a la cocina, me sirvo un poco de té.
Hiram entra a la cocina.
—¿Puedo ir con ustedes?—Me pregunta él.
—Que te puedo decir Hiram, si me gustaría que nos acompañaras, pero no creo. ¡Héctor tiene una sorpresa! Y no quiero que seas un mal tercio entre nosotros.
—¿Mal tercio? Pero planeaba pasar el día contigo. ¿Y si vamos de cacería?
—Hoy no. Le pediré a Elena que te lleve a pasear por el pueblo. ¿Qué tal si vas a la biblioteca con ella? Sé que te gusta leer y a ella también, seguro la pasaran muy bien.
—Como tú digas.
—Me lo vas a agradecer—le digo.
Vuelvo al comedor y me siento a un lado de mi padre. Elijo una concha de fresa. Doy la primera mordida y el sabor es muy agradable a mi boca.
—¿Y mamá y mis hermanas? —Pregunto a mi padre.
—Fueron a comprar cosas para la cena. Marcos Rodríguez se ha armado de valor y quiere hablar con nosotros acerca de su relación con Jimena.
—¿De verdad? ¿Ahora si va en serio?
—Sí, todo parece indicar que sí.
Héctor hace contacto visual conmigo, sonrió, muerdo mi pan y relamo mis labios para limpiar las migajas.
...🩵🩵🩵...
—¿Te gusto el baile?
—Sí, estuvo bien.
—Bailamos mucho, ¿no te parece?
—Ahora todos en el pueblo saben que estoy apartadísimo por Héctor Bonanza.
Se ríe, parece muy contento con lo que acabo de decir.
—¿No te gusta que sepan que estás apartado por mí?
—Me haces parecer como si fuera un objeto, ¿no crees?
—Tienes razón, pero esa no es la intención de mis acciones. Quiero apartar tu corazón.
—¡Qué cursi!
—¿Te gusta lo cursi?
—De vez en cuando, me agrada. Sí, me gusta el romance y eso es culpa de mis hermanas. Crecer entre puras chavas ha influido en mi manera de ver el amor y mi trato hacia las demás personas.
—¿Cómo sería el romance perfecto para ti?
—La verdad, no sé. Aún no es algo que me inquiete, pero me he dado cuenta de que el romance está llegando a mí sin pedirlo.
—Soy yo quien te va a enseñar a tener un romance, eso lo tengo claro. Por eso planeé esta cita.
—¿Una cita?
—Supongo que es tu primera cita.
Llegamos a la orilla de la presa y me sorprendió que estuviera sola. El agua brillaba con la luz del sol y justo debajo de un pino, él extendió una manta cuadriculada en tono azul y rojo. De su mochila saco unas bolsas de frituras, una salsa Valentina y una botella de vino.
—¿Cómo es que traías todo eso en tu espalda? La neta no imagine que pudieras traer eso contigo.
La bolsa de Cheetos Flamin Hot captura mi atención.
—Tu hermana Carla me dijo que esos eran tus favoritos y por eso los compre.
Se sienta sobre la manta, enciende una bocina Bluetooth y comienza a sonar una canción suave. Nothing's Gonna Hurt You Baby de Cigarettes After Sex. Saca dos copas de su mochila y destapa la botella de vino.
—¿No quieres sentarte a mi lado?
—Sí, es que, estaba mirándote.
—¿Te gusta mirarme?
—Estoy aprendiendo a disfrutar del hombre que pretende tener un romance conmigo.
—¿Me estás aceptando como tu primer romance?
Me siento a su lado, me ofrece una copa de vino.
—Puede ser.
Sonríe ampliamente. Choca su copa con mi copa.
—¿Puedo besarte ahora mismo?
—No. Mejor, bebe de tu copa. Mis labios aún no están listos para ser probados por ti.