– ¡ESE NO ES MI HIJO!.
Eso fue lo último que Jake le dijo a Natasha, su esposa. Así la hecho de la mansión y de su vida, estando embarazada de su bebé, haciéndole caso a las malas lenguas que decían que lo había engañado.
Pero la vida le jugaría una doble jugada y literalmente doble.
Natasha decidió irse al campo a iniciar una vida nueva, criando sola a sus dos hijos Adler y Nicole, mellizos. Muchos años más tarde, a la mansión vecina a su granja se muda Jake con su nueva mujer e hijo de la misma edad que los suyos.
Intentará luchar por su perdón pero... ¿Que pasará cuando el corazón de Natasha se vea invadido por otro hombre?.
Oliver, un hijo ilegítimo del padre de Jake, un guapo hombre que creo su propio y exitoso negocio con el cual se hizo conocido además de ser llamado "El Vassil ilegítimo".
NovelToon tiene autorización de Thais Perdida para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 22
NICOLE
Luego de las prácticas y unos minutos de charla todos teníamos que regresar al hotel. Salimos del circuito para dirigirnos a los autos.
– ¡Ay, maldición! –digo.
– ¿Que paso, hija? –me pregunta mí padre–. ¿Estás bien?.
– Olvidé mí bolso allá. Arriba –digo bufando–. Voy a buscarlo. ¿Me esperas, Adler?.
– Claro, vamos te acompaño –me dice.
– ¿Quieren que los esperemos, chicos? –pregunta mí madre.
– No te preocupes, mamá –le dice Adler–. Iremos en mí auto, nos vemos después.
Voy con Adler de nuevo al circuito. Subimos y busco mí bolso, bajo de nuevo con él luego de unos minutos.
– ¿Ya está? –pregunta–. ¿Podemos irnos?
– Si, ya estoy. Vámonos –le respondo.
Estábamos apunto de irnos pero escuchamos el ruido de un auto corriendo. ¿Alguien sigue en el circuito?, ya nadie debería estar solo los mecánicos. Decidimos salir a la pista y vemos un auto correr.
Es asombroso, corre de una manera espetacular, mejor que Erick y Ethan. Sus curvas sus perfectas y su velocidad asombrosa. Todos lo están alentando, veo a Barry arriba en una grada. Momento... Ryan no está con él... ¿No será que?.
El auto frente y, como sospechaba, Ryan sale del auto. Todos van a felicitarlo. Adler y yo nos miramos sonriendo decidimos ir con él.
– Fue una buena carrera hermano –le dice Barry–. Cómo siempre.
– Gracias, hermano –le sonríe.
– ¡ESO FUE ASOMBROSO! –le digo–. Dijiste que no corrías.
– ¿Ustedes que hacen aquí? –pregunta sorprendido.
– ¿Eso que importa? –dice Adler–. Corres asombroso, Ryan. ¿Por qué no te postulaste?
– Oh, no. Yo no corro en carreras –dice cruzandose de brazos.
– ¡Oh vamos, Ryan! –le doy un empujón–. Sería increíble verte correr en las carreras así. Con tanta pasión.
– No insistan –exclama y se va de nuevo al taller.
– Nuestro padre era piloto de carreras –dice Barry triste–. Murió cuando choco en una.
– Pero tiene mucho talento –dice Adler–. Para despediciarlo.
– También he insistido, pero no da su brazo a torcer –dice–. Ama correr, la velocidad pero...
– Por tu padre –digo y sonrío–. Yo lo convenceré.
Sigo a Ryan hasta el taller ahí se queda mirando a la pared apoyado en una mesa. Me quedo a su lado.
– No correré –dice sin mirarme–. Ya lo dije.
– Solo vine a hablar contigo –le digo–. ¿Puedo?.
– Oye, Nicole –me mira–. No sé que intentas, ni quiero saberlo, pero tus bonitos encantos no servirán conmigo.
– OOHH... ¿Crees que soy encantadora? –digo.
– ¿A qué vienes aquí? –me pregunta.
– Se lo que le pasó a tu padre, lo siento. –le sonrío–. Pero él no hubiera querido que tu pasión se quede estancada en un taller, además claro.
– ¿Tu que sabes que es lo que hubiera querido? –suspira–. Escucha, no te lo negaré, amo correr. Pero mí padre nos dejó solos cuando éramos niños muriendo en una curva de esas pistas, ahora yo no puedo dejar solo a Barry.
– Barry confía en ti y en tu talento de corredor –sonrío–. Amaría verte ganar aquí, créeme.
Me mira unos segundos y luego a un punto invisible en la pared, creo que le dio por terminada a esta conversación.
Suelto un suspiro.
– En caso de que cambies de opinión –le digo–. Conozco a un buen patrocinador en Estados Unidos, es amigo de mí padre.
– Gracias por la información –dice.
Tomo su brazo y siento como se sobresalta.
– Al menos, piénsalo –le sonrío–. ¿De acuerdo?.
Lo suelto y me voy con Adler. Volvemos al hotel con mí familia.
...****************...
OLIVER
Escuchamos a Adler y Nicole hablar sobre Ryan, tenía enterado que era mecánico pero corredor, jamás. Me da curiosidad si es tan bueno como dicen ambos.
– Entonces no quiere correr al fin y al cabo –dice Natasha.
– No, y es una pena –dice Nicole–. Es muy bueno, tendría que.
– Quizás lo que le dijiste haya funcionado y quiera, hija –le digo.
– Ojalá, de verdad tiene un gran talento –me mira–. Quizás necesite un patrocinador y estaba pensando, si es que acepta, en el tío Alex.
– ¿En Alex? –pregunto–. Tienes razón, hija. Alex es diseñador de autos y dirige una empresa automotriz, quizás quiera.
– Pero antes tiene que querer correr –dice Adler.
– Ryan es un chico muy guapo, papá –dice Daniella–. ¿Es tu novio, Nicole?.
Todos miramos a Nicole quien se pone roja como tomate, nos empezamos a reír de ella mientras empiezan a pelear sobre si le gusta o no. Amo ver a todos así, riendo y disfrutando, mí mirada cae en Natasha que me sonríe.
Por la noche cada uno va a su cuarto, Natasha se da un baño y luego voy yo después de mandar algunos mails a Italia. Salgo del baño con mí pantalón de piyama y el torso desnudo, me miró al espejo mientras me seco el pelo.
Miro por el reflejo que Natasha me mira, más bien me devora.
– ¿Cómo es que siempre estás tan guapo? –me pregunta.
– Es un don, mí amor –le guiño un ojo–. Pero esto, es solo tuyo.
Se levanta de la cama y viene hacia mí, mientras recorro ese maravilloso cuerpo de arriba abajo. Se para justo enfrente de mí pero no me deja tocarla.
– ¿Es todo mío? ¿De nadie más? –me echa una ojeada de arriba abajo–. ¿De verdad?.
– Desde el primer momento en que te vi –respondo–. Te pertenezco en cuerpo y alma.
Ella camina y yo voy hacia atrás hasta chocar con la cama haciéndome caer sobre ella. Antes de poder levantarme, Natasha se sube a horcajadas sobre mí.
Llega hasta mí cuello y me deja una leve lamida mientras sus manos pasan por mí torso. Suelto un gruñido de excitación.
– ¿Que fue eso? –pregunta picarona.
– ¿Que vas a hacer? –le pregunto–. ¿Vas a abusar de mí cuerpo en esta cama? ¿En este cuarto de hotel?.
– Mmhh... Déjame pensar –hace que piensa un segundo–. Si, eso mismo –se lanza a mis labios.