ACELDAMA

María, estaba sorprendida, no sabía nada de su esposo, pero se tomaría el tiempo para conocerlo y llevar un matrimonio feliz y tranquilo ella no lo amaba, porque aunque Bernardo le había hecho aquello que le dolió tanto seguía teniendo ese sentimiento por él, en algún momento olvidaría todo.

Beto y María disfrutaban de Italia, él trataba de que María se sintiera a gusto no solo en ese país, sino que también quería que se sintiera bien teniéndolo cerca.

_ te gusta?

_ si mucho, no había podido venir ya sabes muchos compromisos, pero si tenía pensado tomarme unas pequeñas vacaciones de hecho un día le había dicho a mamá Juana que quería hacer ese viaje.

_ lo sé

_ de veras?

_ si, ese día que se lo decías a mi madre, yo había escuchado, fue el día que mi mamá estaba contigo en tu habitación.

_ me sorprendes cada día

_ desde que tengo este sentimiento por ti, no he dejado de observar todo de ti, aunque ya desde antes sabía ciertas cosas de ti

_ gracias por todo lo que estás haciendo por mí, por ser mi apoyo en este momento.

_ ya te lo he dicho muchas veces, voy a estar para ti y para nuestro hijo siempre.

Regresaron a la hacienda después de una semana de luna de miel, Beto no tocó a María y le había prometido respetarla y si algo pasaba entre ellos sería porque ella también lo quería, deseaba hacerla suya, pero no iba a faltar a su palabra, María siempre fue el amor de su vida desde que ella cumplió mayoría de edad y su cuerpo comenzó a cambiar, a tenerla cerca, su aroma, todo de ella le empezaban a gustar.

Cuando supo lo que le sucedió a María se sintió fatal, quería destruir a Bernardo, ese mismo día, cuando estuvo solo en su habitación, lloró, María era el amor de su vida, pero no la iba a dejar en esa situación menos se alejaría de ella y ahora estaban casados y la iba a conquistar y hacerla muy feliz.

_ que bueno que estén de regreso.

_ gracias madre. Dijo María

_ y cómo les fue.?

_ bien papá, solo que estoy agotada, Beto me llevo a muchos lugares hermosos.

_ si quieres ve a descansar

_ yo les prepararé una habitación, pero no sé cómo van a llevar la relación, pero si cada uno desea seguir en sus habitaciones también están listas. Beto miró a su esposa y no supo qué decir

_ Madre, gracias y Beto y yo vamos a vivir como esposos, él sabe que no lo amo y ustedes también, pero estoy dispuesta a qué esto funcione. Beto la abrazó y le dio un beso en la frente.

_ nena, si quieres ir a descansar te llevo a la habitación.

_ si gracias.

_ los esperamos para la cena.

María había llegado y ya se sentía mal, no quería demostrar su dolor frente a su familia por no hacer sentir mal a nadie, la hacienda le recordaba mucho a Bernardo, se metió a bañarse mientras Beto revisaba algunas cosas de su trabajo desde su laptop.

La chica comenzó a llorar, había aguantado todo, no había sacado ese dolor que le había ocasionado Bernardo.

Beto se preocupó al escucharla llorar se levantó de prisa y corrió al baño, abrió la puerta y allí estaba su esposa, sentada bajo la regadera la llave estaba abierta y el agua recorría el desnudo cuerpo de María, él al verla así se metió al baño se agachó y la abrazó, ella correspondió al abrazo, se sentía muy mal, triste, quería olvidar de una vez y por toda todo, pero sabía que era un proceso.

_ mi amor no llores, me parte el alma verte así

_ me duele Beto, y mucho, perdona que te lo diga, pero me enamoré y me está costando olvidar.

_ no te preocupes, te entiendo, pero recuerda que llevas a nuestro bebé en tu vientre y eso le puede hacer daño recuerda lo que dijo el doctor, además el siente lo que tú sientes. Hasta ese momento ambos habían olvidado que María estaba desnuda en el baño, abrazada a Beto.

_ oh, disculpa, es que te escuché llorar y me preocupé. María algo apenada agachó la cabeza, estaba roja como tomate de vergüenza.

_ está bien, pásame la toalla por favor .

Beto salió todo empapado del agua, le pasó la toalla a María, comenzó a quitarse la ropa y ella no pudo evitar verlo, tenía un cuerpo muy sexy tallado por los dioses, él se dio cuenta de que ella lo observaba y se sintió apenado.

_ disculpa ya salgo

_ no, quédate, iré a buscarte una toalla. María salió en busca de la toalla, pero no podía sacar de su mente la imagen de su sexy esposo en boxer.

Él por su parte tampoco podía borrar la imagen del cuerpo desnudo de María, se veía tan hermosa ante los ojos de él, no había duda que él amaba a su esposa.

Cenaron en familia, los hermanos de María, Raúl, Felipe y Carmen, quisieron también ver a los recién casados, así que habían viajado a la hacienda, lugar que no estaba tan distante de la ciudad.

Se fueron cada uno a dormir, María se sentía inquieta, estaba con náuseas, estaba nerviosa, y no era por Beto, era por estar de vuelta al lugar donde le entregó mucho a Bernardo.

_ nena, qué pasa?

_ no me siento cómoda

_ si deseas me regreso a mi habitación para que estés mejor

_ no, no es por ti, quiero ser sincera contigo, pero es que estar aquí en la hacienda me pone mal.

_ te entiendo, pero si deseas puedo comprarte una casa y sacarte de aquí.

_ sé que lo harías, pero debo superar todo esto, tengo que olvidar.

Beto abrazó a su esposa que estaba a un lado de la cama, ella correspondió al abrazo y luego se acomodó para dormir, él la abrazó y así se quedaron dormidos.

_ señor ya regresaron, y se fueron directo a la hacienda

_ gracias por la información.

Bernardo estaba en su despacho, enojado, había pasado una semana horrible, quería hablar con María, quería explicaciones, por otra parte, no soportaba a Prudencia, cada vez estaba peor, para él era un infierno vivir con ella, ya ni disfrutaba de la intimidad con su esposa, y muchas noches deseó tener a María en su cama.

Quería ir a la hacienda a verla y hablar con ella, buscaría la manera de hacerlo, así que a la mañana siguiente, salió hacia aquel lugar donde también estaba la hacienda de su familia.