Renací Para Salvar Al Villano

Narrador.

La puerta de dicha habitación fue abierta por ese hombre. Mirando por el pasillo, le aclara al emperador una cosa.

— al parecer tu ex- doncella escuchó todo. Supongo que se escapó al enterarse que la iba a ejecutar. Cobarde.

Molesto, Alessandro se levanta de su gran silla, repica lo que dijo su hermano.

— ¿Ex-doncella?... Dime. ¿Por qué me trajiste a esa mujer sin yo pedirlo?... ¿Eh?... ¡Derek!— el acento de su idioma único y si enfado mezclado, lo hacía temer. Más su rostro con una expresión de disgusto.

Derek solo se ríe. Y pregunta.

— ¿Que? No me digas que tienes sentimientos por alguien... Te encariñaste con tu sirvienta, ¿No es cierto?

— callate.

— negación. Eso me confirma todo. Sin embargo. ¿Eso no fue lo que me enviaste en la carta?

Frunciendo el ceño. El emperador solo le dice.

— fue algo muy diferente a lo que interpretaste.

— me hablaste de ella, pero que te resultaba molesto su actitud tan rebelde que hasta dejarte que se le escapara tu nombre. ¿Dime tú cómo podría interpretar eso?

— ¿Cuando he sido indirecto en hablar lo que pienso?... Cuando quiero algo soy claro y jamás pedí nada de lo que has hecho.

Claramente Alessandro estaba molesto. Algo que le causaba más curiosidad a Derek.

— ¿Estas molestó porque esa doncella pensó que la ibas a cambiar y que por eso huyó para no ver tu cara?... Interesante.

Derek veía lo disgutado que estaba Alessandro por lo que había causado, así que él piensa.

«que inusual... Antes no te importa una mierda los sentimientos de los demás. Pero ahora. Con esta mujer que se revela contigo... Te preocupas ella...»

No obstante, ambos podía ver a través de las ventanas de la habitación a una figura de color rojo sangre adentrarse al bosque blanco. Su sombra se perdió entre los árboles gigantes perdiendo todo rastro de ella. Pero no era todo, un gran aullido resuena desde el bosque hasta los oídos de los presentes. Derek se ríe momentáneamente.

— posiblemente sea comida del Belyy zver... ¿Eh?... ¿Alessandro?...— al mirar a su lado, el emperador ya no estaba. Es cuando se ríe más de lo debido y se deja tumbar en el sillón—... Esto es increíble... ¿Quién será esa mujer?

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Elenor

Tras el bosque corría. No sabía en qué dirección iba. Prefería correr el riesgo en el bosque que con él. Tomé lo único que podría protegerme de frío, pero no sabía por cuánto.

Escape rápidamente por solo una razón, la puerta principal del castillo estaban abiertas. Esas puertas pesadas y hechas de hielo por el emperador fácilmente se abrieron ante mí. No pensé la razón, solo quería escapar de ahí. Estar lejos de ese sujeto que llegó por petición de su majestad.

De repente, escuché un aullido de animal. De unos lobos.

— es la segunda vez...— presentía que me estaban persiguiendo. Desde que me adentré más al bosque escuché el primer aullido y ahora el segundo. ¡Debe estar llamando a más!

Frené por un momento. Mi respiración estaba agitada. Debo pensar un plan. Huir sin pensar a donde iría. Necesito ir a un lugar, menos al castillo, sería igual mi muerte a mano de ese extraño. Antes de pensar en moverme. Un leve gruñido me saca de mi mente.

— un... Lobo...— y no era el único en acercarse. Detrás y al lado lo acompañaba un animal. En total eran tres, muy grandes y rabiosos.

Estaban tan cerca que no sabía que hacer, si huir y que me atraparán en cuestión de segundos o aceptar que ya no tengo salida. Tomé un tronco adecuado para cargarlo y hacia el intento de alejar a esos lobos y su gruñir cerca de mí. Uno de ellos se abalanzó y agarró con sus dientes filosos el pedazo de madera.

— ¡MIERDA!...— gemí en un grito cuando veo otro que estaba a punto de lanzarse hacia mí. Lo veía tan lento que en ese momento pensé que iba a morir y únicamente pude pensar en la persona que no le importaba nada, susurré su nombre y espere a que esto terminara con mucho dolor—... Alessandro.

Algo se lanzó contra el lobo que iba tras mí. Una cosa que le triplicaba el tamaño a esos animales. De un color blanco que fácilmente se perdía en la nieve. Rompiéndole el cuello a ese lobo, un gruñido que poco a poco aumentaba de sonido.

— ese gruñido.... ¡Lo reconozco!

Era la bestia blanca. La cual una vez Alessandro me mencionó. A la que debía cuidarme o me tomaría como presa igualmente como lo está haciendo ahora con los lobos, que sin piedad alguna mata a dos y deja uno. No sabría que podría ser peor, pero ésto sobrepasaba los límites. Su apariencia es similar a la de un oso con rasgos de un lobo gigante era completamente una bestia. Aún me encuentro de pie, con las piernas temblando y con la fuerza suficiente para correr sí se me permitía, pero me había paralizado al ver en acción a esa bestia que una vez me piso a propósito.

La bestia blanca me observa, y yo igual. No despejaba los ojos de él, un color tan rojo como la capa que traigo. Sus colmillos ensangrentado mostrándose en modo de agresión.

«es en definitiva... Si atacó a los lobos me atacará a mi de último»

Quedaba un último lobo que no dudó a atacar a la bestia blanca en un supuesto descuide. Era mi momento de escapar.

Sin mirar atrás corría tan pronto como mis pies daban, salí del bosque para encontrarme en un lago congelado. Estaba segura a qué si cruzaba el agua congelada de este lugar podría encontrarme una aldea más adelante ya que me había alejado lo suficiente del castillo.

Corrí sin pensarlo dos veces. Mis pequeños tacones agrietaban el cristal de hielo. Era muy débil pero podía soportar mi peso. La capa roja que llevaba fue arrasada por el viento gélido del día. Y al mirar donde se fue la única prenda que podría protegerme del frío, estaba él, persiguiéndome. ¡La bestia blanca corría detrás de mí en el suelo de cristal! No me detuve y volví a fijar mi camino adelante. Presentía que cada vez estaba más cerca de mí a una velocidad inimaginable. Sabía que era rápido pero no tanto.

De un salto me atrapó, eso ocurrió en una segundo. Lentamente me volteaba con el único detalle de pensar que la bestia me devoraría sin piedad. Cuando en realidad lo único que hizo fue mirarme por unos segundos más, su ojos se conectaban con los míos, solo había una persona que podría hacer eso conmigo sin importar el momento. Era como sí de él se tratara. Abriendo los ojos en par, tan asombrada de lo que había descubierto, saco su nombre a medio segundo.

— Ale-...— el hielo debajo de mi se rompió.

Sin poder reaccionar ante ser sumergida en el agua sumamente helada. Lo pesado de mi cuerpo por la ropa mojada era un ancla que se sumergía cada vez más profundo. Trague agua inesperadamente que causó que perdía poco a poco la consciencia y la estabilidad para salir nadando. La visión borrosa de la bestia fue cambiada por la de un hombre que de inmediato no dudó en sumergirse para extender su mano hacia mí. Lo último que veo es demasiado borroso, pero esos ojos color miel jamás lo olvidaría en mí vida.

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