EL CEO DEPENDIENTE

Capítulo 8

Alexa, corre a casa

Cuando Alexa se fue, Aron se recostó en el sillón de cuero y quedó en shock. Ni sabía qué le estaba pasando. 

- ¿Qué coño es esto...?. - Ella se había detenido sin más y se había marcado un numerito de posado sexy diosa de la luna como si quisiera provocarle una erección y lo había conseguido la muy... Se preguntó si estaba volviéndose loco o realmente ella lo había hecho aposta como a él le parecía. 

Pero era un pensamiento tan loco... ¿De verdad su asistente se había parado en la puerta para provocarle?. ¿Era esto real?. 

Se pasó las manos por la cara y musitó para sus adentros. "Aron, Aron, Aron, ¡reacciona, maldita sea!". Se levantó y fue al baño privado a mojarse la nuca y que se le pasara el calentón. 

Tenía una sensación rara como si estuviera empezando algún tipo de juego del que él no conocía las reglas. Por un momento pensó que se estaba montando alguna película. Todo muy extraño últimamente con su secretaria. 

......................

Mientras tanto Alexa

Salió toda digna del despacho. Cruzó hasta el pasillo donde está el ascensor privado para bajar a la planta de secretaría a repartir el trabajo del día. 

Se mantuvo inexpresiva como siempre, sabiendo que todos los pasillos, los ascensores y las salas de oficinas tienen cámaras de vigilancia funcionando las 24 horas, a las cuales tienen acceso todo el equipo de seguridad y por supuesto el CEO de Strixia Corp. 

Únicamente no hay cámaras en el despacho del señor Aron y en los baños. Sabiendo esto, Alexa distribuyó las tareas entre los secretarios, algunos de los contratos los llevó personalmente a los jefes de sección correspondientes y unas horas después bajó como siempre a la calle en dirección al restaurante, a almorzar. 

Todo normal. 

Cumpliendo su rutina. 

Salvo que hoy sin más, la querida señorita S pasó de largo frente al restaurante y siguió en dirección a su casa sin detenerse. 

Aparentemente su expresión era tranquila, pero para un observador atento las gotas de sudor que poblaban la sien de la mujer la delataban. Estaba excesivamente colorada, las manos sudaban y el cuello con una vena marcada revelaba la tensión. 

En cuanto llegó a su apartamento, se quitó los zapatos y la ropa y fue directamente a la ducha y ahí sí. Ahí sí  Alexa por fin se permitió soltar lo que llevaba guardando toda la mañana después del show de cuatro patas y el numerito diosa romana posando frente a su jefe. 

Cualquiera que la viera en ese momento pensaría que había perdido la cordura. Definitivamente llevaba el día hecho y eso que acaba de aterrizar. 

- ¡Por Dios, por Dios, por Dios!, ¿pero porqué hiciste eso?, ¿cómo fuiste capaz, Alexa, qué te pasa?. Te estás volviendo tarumba ¡en serio!. ¿A estas alturas del partido le montas un numerito a tu jefe digno de la Mata Hari?. ¿Pero qué demonios estabas pensando, muchacha?, ¿con qué cara lo vas a mirar ahora?. No tienes vergüenza. No voy a poder volver a la oficina, eres una puta loca... - todo esto se lo decía en alto bajo el agua de la ducha dando cabezazos a la pared y rezando para que ningún vecino la oyera. Hubiera sido el remate de ese día. 

Terminó de ducharse y preparó nueva indumentaria. Ojeó la falda tubo arrastrada por el suelo y la señaló "Tú maldita, tu tienes la culpa de todo, puegggg". Se sentó en la cama y meditó el asunto con la cabeza más fría. 

"Los muslos me los tuvo que ver, quizá un poco más arriba. No es lo más preocupante y teniendo en cuenta que no soy su tipo, quizá estaba más incómodo que otra cosa. En cuanto al posado... Es posible que él no me estuviera mirando, no estoy segura de eso. Puede ser que andara revisando los papeles, leyendo los contratos..." 

Intentaba convencerse pero ella miró de reojo y lo vio con los ojos fijos en su cuerpo. "De hecho mientras me iba sé que me estaba desnudando con la mirada" concluyó. "¿O a lo mejor eran cosas mías y me estoy imaginando cosa?. Aaagghh... ¿Alexa qué te está pasando?. ¿En qué momento ha vuelto a mí este demonio interno que me domina?", siguió pensando.

"Yo antes era así, pero ahora no, ahora soy buena. ¿Desde cuándo he vuelto a ser esta niña adolescente malcriada y descarada con este temperamento mío que yo pensaba que había doblegado? ¿Eh, eh?". Alexa no podía parar su mente recriminándose por haber perdido el control de sí misma, después de tantos años de disciplina y ser la perfecta asistente de Aron.

Inalcanzable, imperturbable, inmutable. ¡La diosa del hielo!. ¡Esa era ella!. Y de repente, todo al carajo por un segundo de rabia que sintió cuando se dio cuenta de que el jefe no había avisado al entrar y la había visto en esa postura tan mala, poco pudorosa y ridícula. 

¿Y si le había visto el higo ? ¡Dios santo!, no quería ni pensarlo. Se suponía que él iba a llegar mucho más tarde, así que ella estaba realmente tranquila y con la guardia baja en la oficina. Imaginó por un segundo cómo la había visto Aron cuando entró y la imagen que se había llevado desde la puerta. 

Claramente le vio los muslos y las medias. En lo que tenía dudas era si además le había visto las bragas. Lo pensó detenidamente y creía que sí, que le había visto hasta el alma, la ropa interior y la entrepierna, porque cuando se giró la cara de él era un poema. Y no creía que alguien como su jefe se avergonzara solo por ver los muslos de su empleada. 

Definitivamente concluyó que su honor estaba perdido. Se sentó sobre la cama y se dio una palmada en la frente. "Con todo lo que me está pasando esto era totalmente innecesario" pensó. "Hay veces en las que el destino juega muy malas pasadas. En fin Alexa no es la primera vez que estás en una situación tan ridícula. Estas cosas pasan y vas a tener que superarlo y volver, por lo menos hasta que tus planes se lleven a cabo y todo siga su curso". 

Todo esto lo pensaba para consolarse.