Mi Esposo Es Un Títere De Su Madre

Leticia había encontrado trabajo de capturista de datos en una empresa muy importante. No ganaba una millonada, pero al menos le servía para rentar una casa y vivir tranquila.

Leticia pronto entabló amistad con Norma una compañera del trabajo.

Leticia, ya han pasado varios meses desde que dejaste a tu esposo, ¿no piensas divorciarte?

No, voy a esperar a que arregle el problema con la empresa y luego se la quitaré, o al menos la mitad. Él me debe mucho más que eso.

Está bien, ya sabes que tienes mi apoyo incondicional.

Lo dejaré que se confíe y cuando menos se lo espere le aventaré el zarpazo. Mi suegra va a pagar todo lo que me ha hecho, y él pagará el doble.

Oye, Lety, hablando de tu esposo, mira lo que salió en las redes.

El famoso empresario Moisés de la Vega es un hombre que está a punto de perder la empresa. Los rumores que se han dispersado por el mundo de los empresarios: Es un alcohólico y violento.

Vaya, vaya, justo lo describieron a la perfección.

Mira, aquí hay más.

El hombre ha contraído nupcias con la también famosa arquitecta María Elena Collazo.

¡¡Qué!!, ¡¡Maldito bastardo!!, Elena no pudo ocultar su desconcierto. ¿Cómo pudo haberse casado, estando aún casado conmigo?

Tal vez engañó a esa chica, dijo Norma sin demostrar ninguna emoción en su rostro.

Puede ser, dijo Leticia en un susurro. Pero sea cual sea la razón, está cometiendo bigamia y eso es un delito aquí y en China.

¿Qué piensas hacer?

Buscaré a esa María Elena y la pondré al tanto de las correrías de Moisés. Ella tiene que saberlo, puede correr peligro a su lado.

Yo te acompañaré a donde vayas. No te dejaré sola en esto.

No es necesario, sé cuidarme sola, de todos modos te mantendré informada.

Bueno, pero, por favor, cuídate mucho.

Así lo haré, no debes preocuparte.

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¿Tiene toda la papelería completa?, preguntó el de la inmobiliaria.

Sí, señor, aquí está.

¿Cuánto quiere?

Usted proponga y yo le contesto.

Bueno, cuanto tenga una propuesta le marco.

Gracias, estamos en contacto.

"Ay, que ganas de echarme unos tragos", pensó Moisés.

"Bueno, al cabo no está mi madre", nada más me tomaré uno.

Fue a un bar y pidió una tkt bien helada, luego pidió otra, y otra, y otra...

Hacia las seis de la tarde ya estaba muy tomado. El dinero que gastó se lo dio Elena para que se comprara algo para comer.

Unos amigos (porque cuando los hombres toman siempre tienen amigos, claro, mientras les paguen las cervezas) lo llevaron a su casa.

Gracias, déjenlo ahí, dijo Elena señalando el sillón.

En cuanto se fueron, amor, ¿por qué vienes tomado?, ¿pudiste vender la casa?

Ese fue el día en que Moisés mostró su verdadera cara.

Oh, déjame en paz. Yo hago lo que quiero, ninguna vieja me va a decir lo que debo hacer.

¿Por qué me hablas así?, ¿qué no ves que estoy preocupada por ti?

No molestes, no seas tóxica.

Te llevaré a la cama, vamos.

Suéltame, yo quiero seguir tomando.

Ya estás muy ebrio. Mejor ve a dormir y mañana estarás mejor.

Te digo que yo quiero seguir tomando y ninguna vieja me lo va a impedir.

Yo no soy cualquier vieja, soy tu esposa.

¿Mi esposa?, no me hagas reír, no eres más que una vieja fodonga. Mira nada más cómo estás.

Moisés se salió caminando a duras penas, Elena no pudo hacer nada para detenerlo.

Se fue a acostar y pronto se quedó dormida.

Moisés llegó muy entrada la noche.

Vio a Elena dormida y de un manotazo le quitó la sábana que la cubría.

Admiró su cuerpo apenas cubierto con un camisón negro.

Otro manotazo y camisón fuera, dejándola desnuda de la cintura para arriba. Elena normalmente dormía tan profundo que nada ni nadie podía despertarla. Así que no se dio cuenta de lo que hacía su esposo.

Este se prendió de sus pechos tan redondos y hermosos.

A su vez acariciaba su monte venus. Con la lengua recorrió todo su cuerpo, la tenía totalmente a su merced.

Luego, se bajó el pantalón y la poseyó varias veces, quedando dormido al poco rato.

Al día siguiente, cuando Elena se despertó Moisés no estaba a su lado.

Sin embargo, ella estaba desnuda, señal de que pasó algo mientras dormía.

Cuando se levantó le dolió el cuerpo. Y tenía varios moretones en el pecho y brazos.

"Moisés se aprovechó de mí", se dijo.

Así las cosas, María Elena se presentó a trabajar a su empresa, claro está.

Ahí se encontró con Victoria que había llegado 10 minutos antes

Buen día, Victoria, ¿cómo estás?

Hola, ¿cómo te ha ido con tu esposo?

Me va bien, no te preocupes, ahora empecemos a trabajar.

El día pasó lento y tranquilo. Tanto María Elena como Victoria hacían su trabajo lo mejor posible.

Elena había logrado levantar el negocio que ya casi se daba por perdido, pero ella lo sacó a flote con mucho trabajo y esfuerzo. Con la ayuda de Victoria, quien siempre estuvo a su lado para cualquier contingencia.

Los días pasaban raudos y veloces y un mes después la casa se vendió.

Muy a su pesar María Elena se tuvo que mudar a la casa de su suegra, con su esposo, por supuesto.

Las demás cosas que no se pudieron transportar se vendieron.

Está bien, se van a quedar aquí, pero tengo varias condiciones; dijo Aranza muy prepotente.

Elena suspiró. ¿Cuáles condiciones?

Esta es mi casa y aquí se hace lo que yo diga. No creas que porque le has prestado el dinero a mi hijo para que levante la empresa vas a hacer lo que tú quieras. Tendrás que dejar el trabajo para atender a mi hijo como debe de ser. Aquí en esta casa las mujeres no trabajan.

Señora, ¿se da cuenta de lo que me está pidiendo?, si yo dejo mi trabajo ¿cómo cree que vamos a salir adelante si Moisés no trabaja? Por mucho que quiera levantar la empresa me he dado cuenta de que no le pone todas las ganas.

Pues a mí no me interesa lo que tengas que decirme he dicho que tienes que dejar tu trabajo para que atiendas a mi hijo.

¿Qué más?, preguntó Elena con sorna.

Te encargarás de todo el quehacer de la casa, yo ya estoy vieja para hacer tales menesteres.

Mire, señora, con todo respeto no pienso dejar el trabajo y en cuanto al quehacer de la casa solo haré lo que pueda.

¿Hijo vas a dejar que tu esposa me hable así?, Aranza puso cara de niña chiflada.

Yo hablaré con ella, madre, y acto seguido tomó a Elena de la mano y se fue con ella al cuarto.