El vampiro más tenebroso de todos los tiempos busca regresar.
Su única oportunidad es un corazón puro que posee una chica, la misma de la que su hijo se enamoró...
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Capitulo 6. UNA VIDA FELÍZ
Historia desarrollada a las afueras del pueblo de los Santos
Eliz corría desesperadamente por la yerba que en ese lugar había, como si tratara de escapar de alguien o de algo, era esa adrenalina que pasaba por su cuerpo al sentir que corría a su libertad. El nuevo aire empezó a llegar a sus pulmones llenándola de vida, de nuevos pensamientos y de otra forma de vida. Su respiración era más ligera a la que había tenido durante 17 años en aquella casa donde vivia cerca de Lor. Dónde el aire ahí se sentía podrido y asfixiante. Más incluso cuando se acercaba a el.
Se detuvo un momento para disfrutar del verde paisaje que para ella era un paraíso. Identificó que era una pradera por los libros que había leído en su habitación y por las descripciones y pláticas de Ismael. Era muy hermoso, mucho pasto verde, yerba alta con algunas flores amarillas y blancas. Se agachó para tomar una y deleitarse con su aroma suave que le trasmitió tranquilidad. Recorrió caminando varios metros mientras sus ojos brillaban con el resplandor del hermoso paisaje.
A lo lejos vio algunas reses pastando y caminando tan libres que le contagiaron ese sentimiento. El sol de medio día cubría con sus rayos el pastizal mientras provocaba un calor acogedor con ganas de acostarse ahí todo el día
Eliz aún no era consciente del peligro que corría. Pensaba que tal vez nadie notaría su ausencia y si lo hacían solo se preguntarían a dónde fue. Pero no creía que alguien la fuera a buscar. Se sentía tranquila, se acostó en el pasto, cortó flores e intentó socializar con algunos animales que había ahí, conejos, becerros, aves, ardillas entre otros inofensivos. Caminaba felizmente por aquel lugar. El cielo estaba completamente azúl con pocas nubes blancas muy bellas que incluso hacían figuras de animales, rostros y geométricas.
Decidió llegar hasta donde estaba un pozo con agua muy cálida y templada para darse un baño. Se quitó su ropa característica con la que casi había usado todos los días durante su estancia en la casa del gobernador. Una blusa blanca que apenas le quedaba justa, un pantalón de mezclilla muy cómodo de color azul y unos zapatos negros con un moño en la punta. Se la quitó y antes de sumergirse en el agua la lavo y la puso en un espacio donde el sol la irradiaba con sus rayos. De su enorme maleta sacó un cambio nuevo, ropa que casi no usaba más que en ocasiones especiales. Era un vestido color vino con un decorado de flores, también había un mayon color rojo liso y unos guaraches muy coquetos de color café. Los puso cerca de ella para poderse cambiar en cuanto saliera del agua.
Se sumergió y sin tener experiencia para nadar se dejó llevar por la poca cantidad de agua que había ahí pero alcanzaba para que se sumergiera para cubrir su hermoso cabello negro. Lo hacía una y otra vez sintiendo como el agua le relajaba su cuerpo y quitaba la suciedad de la piel. Se divertía con una rana que estaba cerca lanzándole agua y provocando que saltará constantemente. También había una tortuga que al notar su presencia se refugio en su caparazón para pasar desapercibida. Pero Eliz la tomó y la metió al agua para que nadara a su lado. La tortuga se soltó y en el agua dejó el temor para nadar con su compañera.
El tiempo avanzaba y entre tanta diversión Eliz comenzó a sentir hambre. Salió del agua y se secó con una playera que estaba en su maleta también. Una que casi no usaba pero que a Ismael se le hizo buena idea incluir. Se secó rápidamente pues el viento le daba mucho frío y necesitaba terminar rápidamente. Se cambió y se amarró el cabello después de secarlo un poco.
Revisó que en la maleta había un poco de comida y agradeciendo en voz alta gritaba el nombre de Ismael.
Su comida era un poco de fruta como manzanas y plátanos, un guisado de arroz y mucho pan del que era su favorito. También había agua embotellada que complemento sus alimentos.
Mientras los comía pensaba en que seguiría para ella. Su vista solo había sido deleitada por la pradera y su alrededor pero decidió que ese no era un lugar ideal para ella. La noche llegaría y también las lluvias y necesitaría un lugar para quedarse. Trató de ubicar en donde estaba y qué podía haber cerca. Ismael le había hablado de tantos lugares pero no el como llegar.
Detrás de unos árboles, que tapaban un poco su visión pudo ver poniendo atención un pueblo no muy lejos de ahí.
"Debe ser el pueblo de los Santos, donde Ismael salía a pasear y compraba este maravilloso pan
Decía Eliz consigo misma.
Del pueblo resaltaban algunas contrucciones que eran las más altas como la iglesia, que estaba casi en el centro del pueblo. También se veía una central de autobuses más a las afueras. Del lado este se apreciaban dos edificios muy largos, uno detrás del otro. Y por supuesto la alta torre del reloj que anunciaba la hora a los habitantes del pueblo.
-¡Que emoción, ya quiero llegar ahí! -Exclamaba mientras mordía su manzana -Pero iré más tarde, disfrutaré un poco más aquí.
Eliz había escuchado muchas historias de ese pueblo, con lo cual podía hacerse muchas ideas de que hacer o a dónde llegar. Planeaba cada paso que daría con tanta emoción como un niño va al parque. Se moría por conocer el centro del pueblo, la plaza, el kiosco, la iglesia, caminar por las calles empedradas, conocer personas, mirar las casas y las costumbres de los habitantes. Todo parecía un hermoso sueño al cuál por fin tenía acceso.
Terminó de comer casi toda la fruta y se sintió un poco cansada después del baño. Se recostó un poco poniendo algo de ropa como almohada y recorriendo la maleta muy cerca de ella. Guardó el resto del pan y mirando el cielo comenzó a cerrar sus ojos para dormir un poco. Lo hizo con una gran sonrisa y tranquilidad que era envidiable su nobleza e inocencia.