Si te dijera que los momentos son solos instantes de tiempos que se quedan grabados en tú memoria y solo eso ¿Me creerías?
NovelToon tiene autorización de Billy para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo: Cetrino
-Día 07 de Diciembre
Hubo un tiempo donde me irritaban las cosas que hoy me hacen reír
Autor: Fernando Pessoa
.
.
El sonido de la campana resonó al abrir la puerta, marcando su entrada a la tienda. Al instante, fue recibido por un aroma fresco y delicado, característico de productos para bebés, que se mezclaba con notas de aceites esenciales y flor de algodón. Las pequeñas prendas de algodón, suaves y acogedoras, estaban dispuestas a su alrededor.
Mientras metía las manos en los bolsillos, una sonrisa melancólica apareció en su rostro. Sus ojos recorrían los estantes, admirando la variedad de colores de la ropa, mientras permanecía en el pasillo de la tienda.
—Es un placer tenerlo con nosotros. ¿En qué podemos asistirle hoy? —se ofreció una joven empleada.
—Buenas tardes. ¿Tienen algún enterizo en color cetrino? —preguntó él.
- ¿Cetrino? - preguntó la joven, visiblemente confundida.
- Es un color poco común, parecido al amarillo pero no es de la misma tonalidad- continuó explicando. - Ella también mostró sorpresa al no tener conocimiento sobre ese tono entre las demás prendas, por eso decidió preguntar sobre él.
La dependienta asintió, aunque no comprendía del todo lo que él decía.
- Por favor, sígame.
Recorrieron cada pasillo de la tienda con calma. Aunque desde el exterior parecía pequeña, su interior resultaba sorprendentemente amplio. A medida que avanzaban, se encontraron con diversas áreas decoradas con una amplia gama de productos, hasta llegar a la sección más alejada del establecimiento.
"Aquí tenemos todos los enterizos, pero no estoy segura de si ese color está entre ellos", comentó, aún incrédula por la tonalidad inusual. "¿Cuántos meses tiene su bebé?"
Él no respondió y se quedó observando las diferentes prendas, con una expresión neutra en su rostro.
-¿Señor?
- Este año... -movió los labios, pero su mirada permanecía fija en un punto- mi hijo habría cumplido 8 años. No supe su sexo, pero aún así me habría gustado saberlo. Volteó su rostro y esbozó una leve sonrisa.
La dependienta lo observaba con una expresión de sorpresa. Nunca imaginó que un hombre de su porte, tan serio y reservado, compartiría una confesión tan personal. Su corazón se apretó y sus ojos se llenaron de lágrimas, incapaz de articular una palabra. Finalmente, logró abrir la boca para decir un "lo siento".
- Por favor, solo déjame solo -interrumpió Michael, visiblemente incómodo al notar la compasión en el rostro de la joven. Dejó caer los hombros mientras ella se alejaba.
Al encontrarse nuevamente solo, respiró hondo, sintiendo una mezcla de incredulidad ante la extraña interpretación que podría tener su comportamiento. Cualquiera que lo observara pensaría que simplemente estaba comprando ropa para su bebé, pero si se quedaban mirándolo detenidamente durante unos minutos, notarían que solo estaba contemplando las prendas sin atreverse a tocarlas.
De repente, escuchó unos pasos al otro lado de la estantería, provenientes del área de conjuntos, lo que lo hizo sobresaltarse ligeramente y buscar con la mirada la fuente de su sorpresa. A través de las rendijas de los estantes, pudo vislumbrar a una persona. En la parte superior, un blazer blanco cubría parcialmente su figura, mientras que su cabello caía en finas hebras. Debajo, se asomaba un crop top de encaje traslúcido, que dejaba entrever el contorno de su figura. A continuación, un pantalón de vestir del mismo color completaba su atuendo, aunque no pudo ver sus zapatos ni su rostro.
Sacudió la cabeza, tratando de despejar sus pensamientos.
- Me encuentro en el área de conjuntos... Sí... Uh-huh. Por lo que se podía percibir, ella estaba hablando por teléfono.
》Te he dicho que me encargaré de comprar todo, cariño -su voz se tornó melosa y se desvaneció a medida que los pasos de unos tacones se alejaban.
Decidió salir de ese lugar y regresar a casa para descansar; ya era suficiente con recordar y lamentar cosas que nunca obtendría. Dio media vuelta y comenzó a dirigirme hacia la salida del pasillo, pero al inicio de este, reconocío una vestimenta familiar: ropa de sastre. Era la misma mujer del pasillo, y, ¡oh!
Contuvo la respiración al observar su perfil, a pesar de que había decidido dejar de pensar en ella. Allí estaba de nuevo, enfrentándome a la decisión de ignorarla y ser fiel a su promesa, o arriesgarlo todo y aprovechar la oportunidad de entablar una conversación real con la mujer que no podía sacar de su mente.
Tomó una profunda respiración mientras una sonrisa de satisfacción se dibujaba en mi rostro. Finalmente, tenía la oportunidad de ponerle nombre a su rostro y, con un poco de suerte, también conseguir su número de teléfono. ¿Quién sabe?
Al salir del pasillo, frunció el ceño al no encontrarla por ninguna parte. La frustración le invadió. ¿Acaso podía desaparecer así de la nada? Decidío mirar hacia el pasillo de la derecha, pero tampoco estaba allí.
Continuo avanzando, observando discretamente cada pasillo por el que pasaba, recordándose a si mismo que debía ser sutil para no parecer un acosador.
—¿No es exactamente lo que estás haciendo ahora? —se cuestiono.
Su sonrisa se amplió al ver a la chica de espaldas. Tomó aire y caminó con calma, tratando de ocultar el nerviosismo que sentía. Extendío la mano y tocó suavemente su hombro. Su corazón se detuvo cuando ella comenzó a girarse y se encontró frente a él.