Zach y Dylan llevan una relación bonita y perfecta. En años de Relación, nunca se les ha visto discutiendo y mucho menos separados.
Pero cuando Zach queda embarazado, muchas cosas comienzan a pasar y cambiar todo.
El amor que se tienen, podrá ser fuerte, tanto que lograrán superar todos los obstáculos que la vida les tiene preparados.
NovelToon tiene autorización de D J Becker para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
06
[Zach]
Dylan estaba fascinado con la idea de un bebé en camino, contrario a todos mis temores se tomó la noticia bastante bien, demasiado en realidad. No tardó más de dos días en gritar a los cuatro vientos la noticia del embarazo, actualmente todos en su compañía y mi universidad tenían conocimiento del bebé en camino. En un principio resultó bochornoso, pero ver la enorme y radiante sonrisa en el rostro de Dylan mientras presumía nuestra dicha, era mi más grande satisfacción.
Todo y nada había cambiado.
Nuestra relación seguía siendo la misma, amándonos y disfrutando del romanticismo que esta nos permitía. Así mismo, era diferente con el pasar de los días, sabiendo que de apoco nuestro bebé crecía y cobraba vida propia. Pasábamos horas planeando un sinfín de proyectos e ideas, fantaseando con nuestro bebé.
Habían trascurrido dos semanas desde entonces.
Mi rutina y la de Dylan seguían intactas, acordamos mantenerlas así, al menos hasta que el embarazo me impidiera continuar. No me sentía mal, pero tampoco bien si era completamente honesto. Las náuseas incrementaron y recientemente eran acompañadas de horribles y fuertes mareos, pero con todo y malestar, estaba contento.
Terriblemente ilusionado.
— Hey, Zach —llamó Cheng de repente, rompiendo mi ensoñación.
— Dime, Cheng.
— ¿Vas a tomar la baja temporal?
— ¿Eh? —ladeé mi rostro, confundido— No —respondí transcurridos unos segundos— ¿Por qué lo dices?
— Por nada —sonrió ligeramente avergonzado— Creí que me dejarías solo.
— Descuida —palmeé su hombro— Aquí me tendrás —aseguré—Al menos, hasta que mi bebé sea demasiado grande y tenga que guardar reposo —mientras decía lo último, acaricié mi abdomen. Cheng a su vez, rodó los ojos.
— Eres un cursi. —mofó.
— Oh, no. —negó— No planeo tener bebés pronto.
— Y tú, un envidioso.
— Te lo pierdes.
— Absolutamente, no. —suspiró— Mejor vayamos a casa, antes que el tráfico nos gane.
— Si, son diez para las tres de la tarde.
— ¡Oh! ¿Ya es hora? —cuestioné sorprendido.
— ¡Oh, cielos! —me apresuré a coger todos mis libros de entre la mesa para guardarlos en mi mochila.
— ¿Qué pasa? —cuestionó Cheng confundido.
— Dylan debe estar afuera, esperándome —expliqué apresurado.
— Estás por las nubes, Zach. —se burló.
— Ya lo creo —sonreí avergonzado— Pero debo darme prisa o perderemos nuestra cita con el médico.
— ¿Es hoy?
— Sí, hoy veré a mi bebé por primera vez. ¿No es maravilloso? —mi tono irradiaba ilusión por doquier.
— Asegúrate de pedir una foto del ultrasonido para tío, Cheng.
— Seguro, aunque aún es demasiado pequeño para fotografías —tomé mis cosas— Nos vemos, te llamo más tarde.
— Ve con cuidado. —pidió mi amigo, mientras me despedía con la mano.
— Lo prometo. —sonreí antes de salir disparado de la cafetería, esquivando con increíble agilidad a todos los universitarios que obstruían mi camino.
Caminé, prácticamente corrí hasta la fachada de la universidad, anhelando llegar lo antes posible hasta Dylan, quien debía estar esperándome. Una vez en mi campo visual, el corazón me latió con fuerza al comprobar lo atractivo que lucía en aquel atuendo casual y juvenil, recargando parte de su peso sobre el auto, mirando a la nada hasta el momento en que sus ojos encontraron los míos.
— ¡Dylan! — exclamé con exagerada energía, lanzándome a sus brazos. Mismos que no dudaron en atraparme y sostener mi cuerpo con fuerza.
— Hola —siseó ligeramente sorprendido por tan inesperado recibimiento. En cuanto se adaptó al descoordinado abrazo, rió con diversión.
No dudé un sólo momento en rodear su cuello y juntar nuestros labios en un cálido beso, el cual respondió de inmediato, mordisqueando mis labios, invitándolos a entreabrirse para él. Así lo hice, perdiéndome en la humedad de su boca. Embriagándome con el sabor y aroma inigualable que nuestra cercanía producía. Cuando el aire nos obligó a separarnos, sonreímos tontamente, a la vez que jugueteábamos rozando nuestras narices.
— Llegas tarde. —acusó sonriente, mientras sus manos rodeaban posesivamente mi cadera y me estrujaba más contra su cuerpo.
— Olvidé por completo la hora.
— Me di cuenta.
— Perdón.
— Perdonado. —sonrió malicioso antes de besarme nuevamente.
Dylan asintió, volviéndose para abrir la puerta del auto, invitándome a entrar primero. Agradecí el gesto, guiñándole un ojo de forma coqueta. Una vez puestos los cinturones de seguridad puso el carro en marcha, encendiendo la radio para ambientar nuestro viaje.
— De prisa, o perderemos la cita —jadeé en medio del beso.
— Genial, aprobé todos mis exámenes. —presumí— Lo que indica, que a partir de mañana iniciamos clases normales.
— ¿Qué tal tu día, cielo? —se interesó.
— Me alegro —me miró fugazmente, con cierto brillo orgulloso— Estudiaste demasiado.
— Gracias, Dylan. —sonreí— ¿Y tú? ¿Has concluido con el proyecto de este mes?
— Ya casi, aún faltan algunos arreglos y edición. Pero ha sido aprobado por el patrocinio, así que no me preocupa más.
— En hora buena —festejé— Así pasarás más tiempo en casa.
— Ese era el punto, cariño. —me guiño rápidamente, antes de volver su mirada a la carretera— Ahora cuéntame, ¿Qué tal se portó el bebé?
— Muy bien, es tan pequeño que realmente no me da inconveniente alguno. El malestar matutino es un poco incómodo, pero tolerable. Hoy no sentí demasiado mareo, quizá porque he pasado el día entero fantaseando con el ultrasonido.
— ¿Estás listo para ello?
— ¿Bromeas? He deseado verlo desde el primer instante en que supe de su existencia.
— Igual yo. —sonrió ampliamente.
Tras casi media hora de viaje y cuarenta minutos de espera, finalmente llegó nuestro turno. Pese a tener cita, habían parejas con horarios similares al nuestro. Y las consultas solían ser bastante irregulares, algunas tardaban más que otras. Afortunadamente, una enfermera nos invitó a tomar asiento mientras llegaba el especialista, quien era buen amigo mío y de Dylan.
— Mucho.
— ¿Ansioso? —la mano de Dylan entrelazó la mía.
— Todo está en orden, no te preocupes. —depositó un suave beso en mis labios. Me relajé al instante.
— Lo sé —apreté nuestro agarre— Es tu hijo, por lo que debe estar sano y fuerte.
— Y hermoso como tú, seguramente. —acarició mi mejilla con su nariz, suspirando con parsimonia.
Habríamos compartido un nuevo beso a no ser porque las puertas del consultorio se abrieron, dando paso a nuestro médico.
— ¡Parejita, que gusto verlos! —exclamó a manera de saludo, Dylan y yo nos pusimos de pie.
— ¡Hermano! —mi novio recibió a nuestro amigo con un fuerte apretón de manos y un breve abrazo.
— Zach— Zach —me miró con aires divertidos— Jamás imaginé atender un embarazo tuyo tan pronto.
— Hola, Kris—saludé— Tiempo sin verte.
— Sucedió, no lo esperábamos tampoco. —me encogí de hombros.
— Cuando Dylan me llamó para agendar la cita, no podía creerlo —explicó mientras tomaba asiento detrás del escritorio— Me alegra que por fin su sueño de formar una familia se haya hecho realidad.
Muchas gracias autor@, tu historia está genial 🫂