EL chico problema se declara a la chica más popular frente a toda la escuela, pero ella no es lo que aparenta.
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VOL2-PRELUDIO: Sobre los nuevos dioses
Sobre Los Nuevos Dioses****
—Ahora que definitivamente estoy de su lado, creo que merezco una explicación más profunda de lo que está pasando.
El chico habló sin previo aviso.
—No mereces nada, niño. Estás aquí debido a un mal cálculo.
Fue la respuesta de la hechicera, que espetaba la carne de forma brusca. El fuego iluminaba su rostro ceñudo.
—Cállate —un tercero se unió a la conversación, una chica bastante llamativa por su belleza, que recostada a una roca cerraba los ojos—. Todo lo que sucede es por voluntad de los dioses.
—Entonces, ¿me lo explicarás? —volvió a hablar el chico.
Calíope abrió los ojos.
—Sí. Se avecinan días de entrenamiento duro, así que tendrás poco tiempo para analizar o meditar tu posición en estos momentos.
—Estoy ansioso por escucharlo todo.
Devan prefirió ignorar el hecho de que Calíope le augurara un entrenamiento peor del que ya estaba pasando.
Haciendo figuras en el suelo, la guerrera de los Vanir empezó a hablar.
—Gracias a la escuela pude ver que, en tu mundo, Midgard, conocen parte de la historia de los viejos dioses, Odín cuyo nombre sea alabado para siempre.
—Para siempre —repitió la hechicera Hermelinda, poniendo al fuego la carne de la temprana caza.
—Pues las historias que cuentan son ciertas —continuó Calíope—. La guerra llamada Ragnarok ocurrió y gigantes y dioses se enfrentaron a muerte, con grandes bajas de parte y parte. Lo que no han contado es lo que ocurrió después, pues el caos llama tarde o temprano al orden, y nuevos dioses tomaron el lugar de los viejos. Hay un nuevo dios supremo, Ydhin; nadie conoce su origen, pero apareció en las ruinas de Asgard y reveló el poder de alguien que conoce las runas de Odín. No solo eso, sino que tenía consigo las manzanas doradas. Con dones semejantes, puso de su lado a los hijos de Thor y con tal apoyo fue coronado como nuevo dios supremo. Ydhin visitó a los Aesir y a los Vanir, y todos le juramos lealtad. Su nombre fue proclamado a los elfos y a los enanos. De los gigantes quedan muy pocos y en Midgard existe una ley de no molestarlos desde tiempos de Odín. Ydhin rápidamente armó una nueva corte de dioses. Hécate, que nos abrió la puerta de la luna, es una de ellos.
Se ha decidido que los dioses aún no están completos, así que se ha declarado que los elegidos por ellos entremos en una gran competencia para ganarnos el título de dioses.
Calíope borró los dibujos que hacía en el suelo, luego tomó un puñado de tierra y lo apretó fuertemente.
—Entonces, se han declarado las condiciones para volverse un dios; una de esas condiciones es poseer una runa de Odín.
Devan se acomodó en su sitio. Él tenía una de esas runas, la dama Hécate se la había regalado. Todo había sido tan extraño; era en verdad una runa lo que había entrado en su pecho.
—Para dar una runa, cada dios nuevo pone las condiciones. Entre los nuevos dioses, hay quienes tienen más de una runa de Odín, por lo tanto, más campeones. Cada dios quiere que su competidor gane porque será un aliado en la corte de Ydhin.
Jamás había escuchado hablar tanto a Calíope. Muy diferente a la estudiante que lo había cautivado. El joven llamado Devan Tudor estaba anonadado ante la historia que le era contada. Verdades ocultas en su mundo, un mundo al parecer desechado por otras razas, olvidados incluso.
—Solo basta con saber, Devan, que se te ha dado la oportunidad de participar en las pruebas. Y que eso te pone en gran peligro a ti y a los que estén contigo.
—Calíope, yo... Entonces, yo al tener la runa te robé la oportunidad de ser escogida para las pruebas.
Calíope no respondió esta vez.
—Los concursantes no están solos —la hechicera Hermelinda habló—. Tienen apoyo de otros que esperan coronar un dios para que interceda a su favor en el futuro. Por otro lado, a Calíope no le interesa llegar hasta la última prueba; solo quiere estar cara a cara con otro concursante.
—Tu hermana, recuerdo que dijiste —Devan miró a Calíope que liberaba su puño y el polvo en sus manos caía lentamente.
Hermelinda miró furiosa a Devan, pero fue Calíope quien habló.
—Ella me robó muchas cosas valiosas, cosas que no recuperaré nunca. Así que pienso robarle lo único que le importa: la oportunidad de ser un dios. Nada más te contaré al respecto… excepto que yo no soy...
En ese momento, a un lado de la fogata, entre los árboles grises, se escucharon unos pasos rápidos. Los tres se pusieron en guardia para recibir a quien fuera que llegara.
Una figura tomó forma conforme se acercaba al fuego. El rostro de alguien de la raza de los elfos.
La puerta de la luna los había llevado a Alfheim.