Amor De Manicomio

Capítulo 7

Los misterios del comisario Rodríguez

Eran las dos de la mañana cuando Laura caminaba por ese oscuro y solitario pasillo que daba hacia la oficina de ese cerdo asqueroso que abusaba de la autoridad que le brindaba su cargo como comisario de la unidad, mientras que iba repasando la imagen de aquella mujer que quedó grabada en su mente y sentía que esto le estaba robando la calma. Aun así ya había decidido a llegar al fondo con la investigación que se planteó iniciar después de recibir aquellos resultados de ADN. Mismos que tenía la plena seguridad de que iban a dar positivo. Es que ahora nada le sacaría de su cabeza que aquella muchacha era su hermana melliza y cuestionaba la historia que una vez le contó su madre acerca de su enfermedad y su repentina muerte, aunque también dentro de sus pensamientos cabía la posibilidad de que en su momento le ocultaron la verdad a sus padres, haciéndoles creer que estaba muerta para robarla, venderla o traficar con ella. Todo tipo de horrores pasaban por la aturdida cabeza de Laura, esta mujer parecía ser un imán para la incertidumbre y los problemas

Entra a la oficina y camina hacia el escritorio a dejar el informe de la autopsia que recientemente había terminado y como lo sugirió el comisario ya le había pasado la información que requería a su celular, lo que le parecía un poco sospechoso porque si se trataba de un caso tan delicado como el de un asesino serial no debería sugerir tratar este tema como si fuera un secreto ni mucho menos ocultarle esta información a quienes se encuentran trabajando duro para esclarecer este caso, por lo que se dispuso a sacar otras series de pruebas sin consultar a sus superiores, ni siquiera hizo partícipe de todo esto a Francisco, tan solo le indicó que eran unas pruebas cotidianas y como resultado le mostró exactamente lo que indicaba el informe forense, ahora mismo sentía que no debía confiar ni en su propia sombra, para ella, todos en esa unidad estaban ocultando un secreto turbio en el cual ella no quería participar, pero que de alguna forma lo iba a desmantelar.

Aun así su trabajo aquí ya estaba terminado, pero al colocar los documentos sobre ese escritorio vio algo que le llamó la atención... Debajo de unas carpetas de manila color marrón estaban una serie de fotografías de ella tomadas al descuido en el comedor, por los pasillos y en el laboratorio forense. Esto le pareció extraño y muy malo... Debajo de la foto tipo collage una lista escrita a mano con algunos nombres tachados y su nombre al final de la misma

Laura pudo darse cuenta de que esto no pertenecía a un caso en especial, así que tomó esa fotografía la echó en su cartera y le tomó una foto desde su celular a esa lista que devolvió a su lugar.

¿Será que me están espiando en secreto porque buscan que me equivoque en algo para despedirme? ¿O será que ese sádico de mierda me ha puesto el ojo encima y quiere…? ¡Oh no! De ninguna manera, ese cerdo jamás me pondrá un dedo encima

Por la mente de Laura pasaban un sin fin de cosas... Quería saber que había pasado con esas anteriores mujeres que cuyos nombres estaban tachados. Pues asumía que lo que sea que les haya pasado a todas, a ella estaba a punto de pasarle y sintió miedo. Así que creyó que lo más oportuno sería dedicarle las próximas horas a investigar respecto a este nuevo problema, a pesar de que ya podía volver a casa a descansar, no quería hacerlo, muchas cosas ahora mismo estaban invadiendo su mente creando un conflicto interno, una de esas cosas era la imagen de aquella mujer en la morgue, lo que la incitó a quedarse a esperar los resultados de esas pruebas de ADN y así indagar un poco más acerca de esas siete mujeres. Quería saber si estaban vivas y si estaban dispuestas a hablar sobre esa lista, se imaginaba que quizás pertenecieron a un caso delicado o simplemente que en el pasado trabajaron en este lugar y se fueron de alguna manera inusual. No conocía a ninguna de ellas y no tenía acceso a ingresar a la página de empleados de esa unidad para saber si sus sospechas de que trabajaron ahí eran ciertas

Quería preguntarle a alguien... Sabía que si verdaderamente trabajaron allí con solo decir uno de esos nombres cualquiera la reconocería, pero... ¿A quién debería preguntarle?, ella no confiaba en nadie, ni siquiera en Frank a pesar de conocer sus sentimientos por ella.

El ambiente laboral de esta unidad policial desde que comenzó a trabajar le había parecido una sosobra, aquí todos tenían cara de estar ocultando algo y el comisario Rodríguez era toda una cajita de Pandora

Llevando sus manos a la cabeza pensaba en quiénes podía acudir para preguntarle acerca de alguna de esas mujeres y sin dudas esa debería ser Carla, la recepcionista

Al caminar hacia la puerta vio por el vidrio que comunica la sala de interrogaciones a un muchacho que se encontraba dormido en el piso, temblando de frío y sudando a más no poder, se sintió conmovida. No sabía que era juzgado por ser un cruel asesino en serie, pero de cierta forma no le habría importado. A pesar de lo malhumorada y odiosa que era, tenía un gran corazón

Tomó un par de mantas de la habitación de descanso y se acercó a encender el computador del comisario, desde ahí pagó las cámaras y los micrófonos de la sala de interrogatorios, buscó la llave entre las gavetas y se dispuso a entrar, todo esto para no estar en problemas al día siguiente si la veían estar allí y atender al muchacho

Observó al guardia que se encontraba dormido al final del pasillo, caminó sin hacer ruido y abrió esa puerta sigilosamente. Volvió a cerrar y se acercó al muchacho para taparlo con las mantas y fue allí cuando se dio cuenta de que estaba ardiendo en fiebre. Buscó en su bolso un par de píldoras y su recipiente de agua, trató de despertarlo pero no pudo, no reaccionaba, estaba como inconsciente y temblando así que le hizo beber esas píldoras casi a la fuerza.

Mientras le da de beber algunos sorbos de agua para que no se vaya a deshidratar, acaricia con delicadeza el rostro de ese muchacho.

Sus mejillas eran suaves y estaban enrojecidas, sus labios carnosos se encontraban resecos producto de la alta temperatura en su cuerpo.

No podia entender como fueron capaces de dejarlo ahí tirado pasando frío y mas aun en su estado de salud, por mas delincuente que sea tenía derecho de dormir en una celda como los demás. Esto era lo más inhumano que había visto

Pensó en taparlo con las mantas que traía consigo, pero esto le haría empeorar debido a la fiebre, tan solo las colocó debajo de su cabeza como en forma de almohada junto a una chaqueta que estaba tirada al otro extremo de la sala, la cual asumía que le pertenecía. Apagó las luces y se sentó al lado de aquel muchacho que hacía latir su corazón de una manera que nadie en sus veintidós años había logrado y esto le asustaba tanto como empezaba a gustarle, le causaba mucha curiosidad, aparte de que mientras más lo veía, más se sentía atraída por sus hermosos rasgos físicos

Su porte de chico rudo le agradaba, era algo de lo que jamás se había podido jactar y le parecía apetitoso

Sin dejar de acariciar el cabello de aquel desconocido pensó que era momento de retirarse, le aterraba la idea de ser descubierta y que la echaran de su patético trabajo sin antes averiguar todo lo que sabía que estaba fuera de lugar allí. Bajó su mirada y vio aquella sonrisa ladina de ese hombre y ella también sonrió. Era una pena que no sabía nada de él, su nombre, ni su vida, ni mucho menos lo que había hecho para recibir este trato tan despiadado que le estaban dando.

Lo que pasaba por su mente era que sin dudas era un chico malo, el villano de su propia película y sonrió al darse cuenta de que eso le gustaba

—Nos vemos pronto, desconocido —susurró en su oído seguido de un pequeño beso que dejó en sus labios y trató de alejarse, tenía que ir a casa

Cuando estaba a punto de levantarse y tomar su bolso para salir, el muchacho la tomó fuerte de su antebrazo, tenía sus ojos bien abiertos dirigiendo una mirada confundida hacia el rostro de aquella chica

Keyler estaba confundido, no sabía si esto era un sueño o si de verdad lo estaba viviendo

—Golpéame —le dice seriamente a la chica— Hazlo

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Estás loco? ¿Por qué debería hacerlo?

—Eso es lo que todos dicen, que estoy loco... Anda, hazlo, golpéame fuerte en la cara para saber si no te estoy soñando

Laura sintió miedo, vergüenza, un sin fin de emociones dentro de su pecho y sin más le pegó tremenda cachetada al muchacho

—Awchss —Keyler se quejó de dolor y sobó su mejilla con su mano

—Lo siento —respondió nerviosa— Fue tu culpa... Me pediste que lo hiciera.

—Si, pero no pensé que lo harías en realidad y menos con tanta fuerza, me actualizaste el sistema

—Pues ya te dije que lo siento. No se va por la vida pidiendo que te golpeen así a la ligera... Debo irme

—Sabía que vendrías por mí —tomó su mano y la acercó a su rostro—.

—¿Qué estás diciendo? ¿Cómo que lo sabías? ¿Eres psíquico?

—Sabía que no me dejarías solo, mi adorada Monique. Creí que habias muerto —la abrazó tan fuerte que Laura sentia que la temperatura del cuerpo de su acompañante estaba a punto de quemarle la piel—. Te ves mucho más hermosa así, siempre me han gustado las rubias, extrañaba tu olor. Tu tacto, tus cuidados... No vuelvas a dejarme o te mataré, aunque no lo quiera hacer esta vez lo haré. No volveré a estar sin ti, no puedo estar sin ti

La acerca de golpe hacia su pecho y le da un casto beso, cosa que Laura no esperaba, pero que tampoco se preocupó por rechazar, al contrario, se aferró a su cuello intensificando más ese beso, sintiendo que su lengua quemaba dentro de su boca, pero la sensación que le proporcionaba ese beso lujurioso la hacía subir al cielo anhelando lo prohibido, estaba segura de que si alguien la veía en esa situación su carrera terminaba poco tiempo después de comenzar, pero como podía ponerle un alto a sus deseos, cuando su piel estaba clamando este momento