- No eres más que una pobre omega - le dice con desdén la novia de su amigo de infancia...
Amelie lleva años soportando malos tratos y burlas indiscriminadas de parte del grupo de amigos de Armand.
Su abuela Selene lo pondrá en jaque cuando casi la pierda.
¿Podrá demostrar su valía, pese a ser una omega?
¿O el destino le tendrá preparado algo más?
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¿Me aceptas una cita?
Los chicos llegaron hasta la entrada de la casa de Amelie, luego del incidente con la loca de Marion. Al llegar al poche, los dos se miraron fijamente y sonrieron levemente.
- ¿Me aceptas una cita? - Armand tomó el valor de preguntar.
- ¡Si! - contestó Amelie casi que al mismo tiempo, ambos sonríen - Sí, acepto tener una cita contigo.
Se despiden con un beso torpe en la mejilla, que termina siendo en la comisura de los labios. La Omega entra a su casa, al cerrar la puerta se recuesta en ella y pone sus manos en el pecho, la alegría en su corazón palpitante no da cabida para dudas del amor que se tienen. A lo lejos oye un aullido de victoria, sonríe ante el hecho de que sabe que ese aullido es de Buker.
Armand llega a la mansión, donde ya quedan pocos invitados. De inmediato sus hermanos lo acapararon para que les contara cómo le terminó de ir con su amada. Si algo caracterizaba a los chicos Dumont-Holter, era el grado de confianza que se tenían.
- ... ella aceptó tener una cita conmigo - dijo con cara de tonto enamorado.
- Llévala a París - dijo su hermano Renè.
- Mejor un picnic en el bosque - dijo Margueritte.
- Yo la llevaría a cenar y luego al cine - dijo Antoine II.
Armand hacía apuntes mentales.
- Yo pienso que él es quien debe mirar a donde llevarla, dependiendo de los gustos de Amelie... mmmm... deberías preguntar a Susan, qué es lo que le gusta.
- Eso será lo mejor, si alguien conoce a mi bella Amelie, es su madre.
Los hermanos se separaron para cada uno ir a su habitación. Ya en su habitación, Armando comenzó a recordar el bonito rostro de Amelie, ella fue su amor desde que eran niños, se arrepentía de haberse ennoviado con Marion, ni siquiera sabe porqué le pidió que fuera su novia. En la escuela todos sabían que esa chica no tenía la mejor fama del mundo, sobretodo porque siempre le gustaba molestar a todo aquel que creía inferior a ella.
Ya por la mañana decidió bajar a desayunar a la cocina, quería preguntarle a Susan por los gustos de Amelie, quería darle la mejor cita de su vida.
- ¡Buenos días, Susan? - saludó cruzando el umbral de la cocina.
- ¡Buenos días, Armand! - a pesar de todo, ella siempre era amable con él, sabía que fueron cosas de la adolescencia, de parte de ambos - ¿Qué vas a desayunar?, tengo huevos con tocino, avena, fruta y croissant.
- Quiero los huevos con tocino, croissant y café, sabes que odio la avena. - ambos rieron ante aquello, de hecho, la única que come avena allí es Rebecca - A mamá es a la que le gusta.
- Muy bien, entonces ya te sirvo tu desayuno.
La loba se centró en servir el desayuno para el joven, cuando ya lo tuvo listo lo coloco en la isla para que él chico lo degustara. Tomó una bocanada de aire antes de preguntar lo que requería.
- Susy, - algo quería desde que la estaba llamando por ese apelativo - me gustaría saber sobre los gustos de Amelie, - la mamá de la Omega lo miró con una ceja alzada - es que tendremos una cita, y quiero que sea especial.
- Bueno... - inició - A ella le gusta mucho dar paseos por el bosque, creo que es lo que más ama. Cuando era pequeña, Henry y yo, solíamos llevarla al pequeño lago que hay en el territorio, allí siempre se la veía feliz.
- Gracias por el dato - dijo muy contento. - ¿Y qué crees que debo llevar para comer?
- Le gusta el filete de res, también lleva un postre de maccadamia, eso la pondrá muy feliz.
- Bien, eso llevaré. Más tarde vendré a organizar un cesto para llevar a tu dulce hija de paseo.
- Solo te pido que esta vez, la defiendas a capa y espada, delante de ella.
- Eso haré mi querida suegra. - salió contento de la cocina, mientras Susan solo reía al oír las ocurrencias del chico.