Isadora es una joven dulce perdidamente enamorada de su novio Stavros, en vísperas de su matrimonio ella huye
NovelToon tiene autorización de Eliza Márquez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Dulce amor
El teléfono sonó en varias oportunidades,
Isadora cerró los ojos al escuchar la voz en griego, había pensado que nunca volvería a escuchar ese dialecto.
— Nana, soy yo dijo Isadora.
—¿Mi niña dónde estás?, ¡regresa a casa!, dijo Agnes.
— Nana no voy a regresar, llame porque necesito mi documentación y mis cosas. ¿Tú sabías que impedía mi contacto con mis abuelos?, pregunto Isadora. Agnes guardo silencio.
— Isadora tu abuelo te quiere, respondió Agnes.
— ¿Puedes enviar mis cosas?, pregunto ella.
— Por supuesto esta vieja enviará tus cosas. ¿Dime donde las envío?, pregunto Agnes.
— Estoy en New York, en el departamento de mi tío. Isadora le dio la dirección. Nana te quiero dijo ella y corto la llamada.
Agnes fue en busca de Vasilios estaba tan ansiosa.
— Señor, llamo su nieta llamo comento Agnes.
Vasilios la miró había salido del hospital el día anterior.
— ¿Dónde está?, pregunto Vasilios.
— En New York, en un departamento de Xandro comento. Vasilios suspiró profundamente si había una posibilidad de que su nieta regresara al llegar a New York había quedado sepultada. ¡Ya lo sabe!, exclamó ella.
— ¿Por qué llamo entonces?, pregunto Vasilios.
— Quiere que envíe su documentación y sus cosas. ¿Quiere que le avise al señor Stavros?, pregunto ella.
Vasilios pensó en esa posibilidad, Stavros no se andaría con vueltas iría por ella y la traería incluso por la fuerza.
—No, si regresa aquí debe ser porque ella quiere. Obedece sus órdenes envíale todo lo que te pidió, cuando tengas todo listo avísame quiero que hagas algo por mí ordeno Vasilios. Ni una palabra a nadie ocúpate personalmente.
— Cómo ordené señor respondió Agnes y se ocupó de reunir las cosas.
****************
Stavros Kyriakos se encontraba en su casa estaba harto de los medios de comunicación que lo perseguían a todas horas.
La puerta se abrió y su viejo amigo Dorian ingreso.
— Así que aquí te escondes para lamer tus heridas dijo Dorian.
— Ni me escondo, ni tengo heridas ¿qué haces aquí?.
— Vine a invitarte a mi fiesta, ya sabes mujeres, alcohol, pequeños placeres de la vida dijo Dorian.
— Otro fin de semana otra fiesta ¿qué celebras esta vez?, ¿tu rompimiento con Xiomara?, pregunto Stavros.
— No eso seria de mal gusto, respondió con una enorme sonrisa Dorian. Festejaré el hecho de estar vivo.
— No tienes remedio, agradezco tu invitación, pero no estoy de humor para esos placeres de la vida respondió Stavros.
— Acaso piensas seguir de luto por mucho más tiempo, pregunto Dorian.
— No estoy de luto, soy un hombre casado respondió Stavros.
— Al que abandonaron, lamento decírtelo Kyriakos tu esposa no va a regresar le dijo Dorian.
— Sí va a regresar, porque en cuanto sepa donde está iré por ella dijo Stavros.
— ¿Piensas encerrarla con un grillete?. Nunca he entendido qué adulto en su sano juicio quería algo de lo que tenía que estar pendiente veinticuatro horas al día. ¿Y qué hombre querría tener a una única mujer en su cama? La misma mujer noche tras noche, semana tras semana. Dorian se estremeció solo de suponerlo.
Stavros Kyriakos observó a su cínico amigo, durante muchos años él había creído así, hasta que conoció a su dulce Isadora. Ella había sido el remedio a su implacable mundo de negocios, su dulzura e inocencia la volvían única . Nunca pensó en la posibilidad de que al enterarse del negocio huiría de su lado. Eso era lo que pasaba cuando olvidaba que Isadora Denakis no funcionaba como el resto de la gente.
Su habilidad para pensar más rápido que los demás, para adelantarse e imaginar segundas intenciones le había ayudado mucho en su negocio, pero con Isadora era una habilidad que nunca le sirvió de nada. Ella no pensaba como otras mujeres y siempre lo sorprendía, como estaba sorprendiéndolo en aquel momento. Ella no se había ido para humillarlo, se había ido porque se sentía traicionada.
Como cuando después de su primera cita él se fue de viaje y tuvo la mala suerte de coincidir con una antigua amante, al ser fotografiados juntos en dos oportunidades comenzó a correr rumores de compromiso con esa mujer y como era de esperar Isadora dejo de atender sus llamadas y regreso los envíos florales que él le había enviado.
Él fue a buscarla, pero Isadora se negaba a escucharlo, cansado de sus desplantes de niña él la besó apasionadamente.
—¿Por qué me has
besado?, le había preguntado Isadora
—Porque no dejabas de hablar.
Su ego se hundió un poco más. No la había besado porque la encontrase irresistible, la había besado para que cerrase la boca. Desde luego, Stavros sabía besar a una mujer. Mala suerte para ella, pensó.
—No le pedí a Marine que se case conmigo.
— Pero estabas con ella.
—No quiero volver a hablar de ella. Marine no tiene nada que ver con nuestra relación replicó Stavros. ¿Dime por qué tienes ojeras?.
—Tengo ojeras por tu culpa. Luchar contra ti es agotador. No importa lo que digas estabas muy sonriente con la rubia respondió Isadora.
—Entonces no luches contra mí, porque no me escuchas.
—La odio y te odio a ti dijo ella.
—Seguramente me lo merezco, respondió él tomando su rostro entre sus manos.
—Desde luego que sí, respondió Isadora mientras él la besaba apasionadamente. Él comenzó a acariciarla la estrecho más contra su cuerpo. Fue cuando Isadora lo oyó contener el aliento cuando rozó su palpable excitación.
Isadora se apartó bruscamente de él.
— ¿Qué te parece si continuamos con esto en mi Penthouse?, pregunto él.
Ella lo miró buscando las palabras adecuadas para decir lo que pensaba.
— No, yo nunca...
— Tú nunca que... Isadora lo miro algo avergonzada. Stavros la miró horrorizado. ¿Eres virgen?, pregunto él.
Ella se sintió ofendida ante la expresión de Stavros.
—Eso era todo lo que querías de mí, ¿verdad? Solamente piensas en sexo. Eso es lo único que puedes ofrecerle a una mujer. Sabes que puedes irte por donde viniste. No quiero saber nada de ti cerdo lujurioso, vete con la rubia.
Stavros la miraba como si fuera una criatura fascinante de otro planeta.
— ¿Algo más que quieras decir?, preguntó él.
— No, dijo ella
— Está bien ¿cenarás conmigo está noche?, pregunto él.
— No me pienso acostar contigo respondió ella.
— Puedo vivir con eso por el momento, solo será una cena
Stavros sabía lo importante que era para él, la había respetado de acuerdo a su idea de no tener relaciones sexuales hasta casarse. No se había dado cuenta de cómo Isadora se había ido metiendo bajo su piel. Él la amaba, pero nunca se lo había dicho, se dio cuenta de ello cuando en su última conversación Isadora le preguntó si la amaba. Y ahora la había perdido.
¿Dónde estaba su dulce amor?.
—Ya ni me escuchas dijo Dorian
— Lo siento estaba pensando respondió él.
En ese momento sonó su teléfono móvil y lo descolgó.
–¿Señor Kyriakos?, Soy Joe Harrison Harrison Investigations…
–¿Sí? –respondió él, imaginando que el detective al que había contratado volvía a llamarlo para decirle que no tenía nada nuevo.
–La hemos encontrado… Estoy seguro al noventa por ciento de que es ella le dijo el otro hombre, en un par de horas tendré su fotografía, se la enviaré por correo. Tal vez quiera comprobar que es ella antes de que sigamos adelante. De repente, Stavros se olvidó de lo que estaba haciendo y se puso en pie de un salto.
– La estare esperando. Le pagaré generosamente el hallazgo. ¿Dónde está?, inquirió.
–Tengo la dirección, señor Kyriakos…