Por Culpa De Mi Rebeldia

Los días fueron pasando y llegó el fin de las clases, lo que significaba que pronto Sebas se iría a España, por lo que el día de su graduación asistí al acto, pero lo vi de lejos para evitar alguna confrontación con mi padre.

Lo saludé de lejos y me mantuve hablando con sus amigos, ya que supuestamente acompañaba a sus amigas que iban a felicitar a sus novios, pude ver a mi madre a escondidas y darle un abrazo, esos pequeños momentos con mi mamá me reconfortaban y me reiniciaban la vida.

Me puse de acuerdo con mis amigas para ir en la noche a la fiesta de graduación, una de ellas me había prestado un lindo vestido verde oliva, algo ajustado y que me llegaba a la mitad del muslo, así como unos hermosos zapatos de tacón transparentes.

Fui a su casa y allí nos encargamos de arreglarnos y ponernos más hermosas de lo que ya éramos, llegamos al lugar a las 11 y casi todos los chicos estaban allí, pregunte por mi maravilloso tío y nadie lo había visto, así que bueno tocó comenzar la fiesta sin él y sin saber como tenia a Peter conmigo haciéndome compañía.

Estaba pasándola de lo mejor cuando una chica se lleva a mi acompañante a bailar, entonces lo veo, ahí está él, Sebastián está con una rubia despampanante que no la vi nunca en la universidad y yo aquí como una boba esperándolo.

Creo que sintió mi mirada en él ya que volteó y se me quedó mirando, para después voltear y seguir en lo que estaba con su amiguita, si tu puedes jugar yo también, por lo que comienzo a tomar y a bailar con mi amigas, se pronto llega Peter a donde estoy, comienzo a bailarle de forma sensual y el me sigue el juego, puedo ver que está un poco tomado y lo acerco a mi dándole un beso, siento como me besa suavemente, sin prisas, no como lo que me dio Sebastián en algún momento este es como con un cariño especial.

Estoy sumida en ese beso cuando siento que alguien me hala y cuando volteo es mi lindo tío, escucho como discute con Peter pero yo lo que hago es reírme de él, creo que los tragos se me subieron a la cabeza.

Sebas me toma por el brazo y me sube a su auto, me imagino que es de él, no sabia que él tenia uno y menos que supiera manejar, arranca y yo peleo con él ya que me quiero quedar en la fiesta, está muy divertida y me gustó el beso que medio Peter, era tan cálido, tan diferente.

De pronto siento nauseas, le digo que se detenga y cuando lo hace rápidamente me bajo del auto para vomitar, que sensación tan horrible.

Veo que se baja del auto y me toma el cabello, siento sus manos en mi espalda dándome pequeños toquecitos.

-¿Te sientes bien Caro? – me dice suavemente

-No, me siento horrible y además te dañe tu cita, se veían tan lindos juntos – le dije  con todo el sarcasmo que pude.

-Jajajajaja creo que me hiciste un favor ya esa mujer se estaba poniendo pesada, se dio cuenta que estaba pendiente de ti y se molestó – me dijo con una sonrisa de lado.

Me prestó un pañuelo y volvimos al auto.

-¿Dónde te vas a quedar esta noche? Porque en la residencia tienen toque de queda – me preguntó preocupado.

-Me iba a quedar donde una de las chicas, pero alguien me secuestró y al parecer no sabe que hacer conmigo.

No dijo más nada y siguió conduciendo, tengo que resaltar que las paradas por vomito las realicé más de una vez y el sólo se reía de mí, creo que el licor y yo no hacemos una buena combinación.

Llegamos a un motel, el pagó la habitación y no se porque pero estaba horrorizada, no quería pasar la noche con él y menos en ese estado de ebriedad, quería que si algo pasaba poder recordar cada caricia, cada beso suyo y al parecer se dio cuenta de mi miedo.

-Nos vamos a quedar mientras se te pasa esa borrachera, no te voy a dejar en casa de nadie, te voy a cuidar yo mismo y tranquila que no te voy a tocar ni un cabello – me dijo y yo volví a respirar.

Nos bajamos del auto pero mis piernas temblaban, no podía mantenerme en pie con los tacones, el me observaba con rostro burlón, hasta que decidió cargarme a la habitación como una niña chiquita.

Al entrar a la habitación me dejó en la cama y me quitó los tacones, me dijo que me diera un baño para que durmiera un rato, me levanté y lo hice me metí a bañar pero estaba bastante mal, por lo que me dijo que no pasara seguro.

Me desnudé y dejé la ropa en el piso, me metí en la ducha con agua tibia, estaba maravillosa se sentía muy bien el agua correr por mi cuerpo, de pronto me senté en el piso y sólo comencé a llorar, no se cuanto tiempo pasó y el entró de pronto con cara de susto.

Vio como estaba y se quitó la ropa quedando solo en bóxer, se acercó a donde estaba y me abrazó para ayudarme a levantar, me baño y me ayudó a salir del baño, me secó y  me colocó una franela que sacó de una pequeña maleta que no vi cuando nos bajamos del carro.

Me acostó en la cama y se fue a levantar, lo detuve.

-Se que he sido una molestia contigo desde que llegaste a mi vida, pero ¿puedes abrazarme hasta que me duerma? – le dije con voz de suplica

-No eres una molestia para mí solo eres eso que puso el destino en mi camino para hacerme entender que no puedo tener todo lo que quiero – me dijo con una voz algo triste.

-Entonces ¿si me dejas dormir en tus brazos, aunque sea por una noche? Te prometo que no voy a intentar más nada, aunque Dios sabe que muero de ganas – le dije con tono burlón

-Dame un minuto, déjame cambiarme el bóxer que está mojado.

Se cambió delante de mi y solo pude ver sus glúteos, los cuales me llamaban a tocarlos, pero no quería abusar de mi suerte, sólo veía su hermoso cuerpo que era prohibido para mí.

-Si me sigues viendo así me vas a desgastar – me dijo burlándose.

-Es lo único que puedo hacer, observarte – le dije algo triste.

El se acostó a mi lado y me abrazó, yo sentía su pecho caliente en mi espalda y como se endurecía su amigo, de pronto me quedé dormida en sus brazos y creo que fue la mejor noche de mi vida.