Lucia tiene que vivir bajo el odio de su propia familia sin saber el porqué, toda su vida ha sido así. En la escuela conoce a Liam, un chico que parece interesarse en ella, pero para su sorpresa, Fernanda, la hermana de Lucia, está enamora de Liam, lo que causara mayores problemas para Lucia…
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Reencuentros y Verdades
—¡Ey, Lucía! —la llamó una voz detrás de ella—. ¡Llevo un rato llamándote!
Lucía se giró bruscamente.
—E-eh… disculpa, no te escuché. Voy a buscar a mi amiga, ¿me acompañas?
—Por supuesto —respondió Jeremy con una sonrisa.
—Vamos.
Mientras caminaban por el pasillo, Jeremy bajó un poco la voz.
—Luci… ¿puedo almorzar con ustedes? Es que no sé si mis amigos vinieron, y bueno… prefiero no estar solo.
Lucía lo miró con dulzura.
—Claro, no hay problema. Mira, allá está. En la mesa del fondo.
—Sí, ya la vi. Vamos.
Cuando llegaron, Abby estaba sentada con los audífonos puestos, balanceando el pie al ritmo de alguna canción. Al verlos acercarse, se los quitó de inmediato.
—Hola, mi amor —saludó Lucía—. ¿Qué tal las clases? ¿Hiciste nuevos amigos?
—Hola, mi vida. Un poco aburridas… pero conocí a una chica llamada Lexi. Creo que nos llevaremos bien.
—Qué bueno. Te presento a Jeremy, mi nuevo amigo. Jeremy, ella es Abby, mi mejor amiga.
—Un gusto en conocerte, bella dama —dijo Jeremy con cortesía exagerada.
Abby alzó una ceja divertida.
—Igualmente… pero que te quede claro: Luci es solo mía, así que cuidado —bromeó con una sonrisa filosa.
—¡Abby! No lo asustes. Tú sabes que te amo… pero si hay oportunidad de tener más amigos, quiero que te lleves bien con ellos. Sabes que nunca he tenido a nadie más que a ti.
Abby bajó la guardia y le tomó la mano.
—Está bien. Solo… no quiero que te lastimen. Me gustaría que seas segura de ti misma y que no tengas miedo. Ni con nadie, ni por nada.
—Ya deja eso, ¿sí? Solo quiero que se lleven bien y no peleen —dijo Lucía con una risa tímida.
—No hay problema, pequeña Luci —intervino Jeremy, cómplice.
—Bueno, ¿qué van a pedir? —preguntó Abby animada.
—Yo quiero una tostada y una malteada —respondió Lucía.
—Yo igual, pero de fresa —agregó Jeremy.
—Perfecto, ya vengo —dijo Abby, poniéndose de pie.
Jeremy la observó alejarse.
—Tu amiga es muy protectora, ¿no?
Lucía suspiró.
—Sí… es la única que tengo. Se comporta más como una madre que como una amiga.
—Ya me di cuenta. Pero… no pareces tímida o miedosa. ¿Por qué dijo eso Abby?
—Lo soy… pero solo con mis hermanos. No les caigo nada bien.
—¿Tus hermanos… estudian aquí?
—Sí. Pero no me quieren cerca, así que los evito. Por suerte te tengo a ti… y a Abby.
—No le digas a nadie que tengo hermanos, ¿ok? Es un secreto.
Jeremy asintió.
—Lo guardaré. Siempre te protegeré… incluso de ellos.
—Gracias, Jere.
En ese momento Abby regresó.
—Bueno, ¡cuéntenme qué tal sus clases!
—Pues… el profesor casi no me deja entrar —dijo Lucía, riendo—. Y bla, bla, bla...
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Fuera de la cafetería, el ambiente era completamente distinto.
Liam, Max y Alan estaban de pie, y no muy lejos de ellos, una presencia nada agradable se les acercaba.
—Hola chicos —canturreó Fernanda—. Liam, amor, no esperaba verte hoy por aquí.
Liam giró apenas el rostro, su expresión completamente cerrada.
—Lo mismo digo. Pensé que te habías ido lejos… pero me equivoqué.
Y no soy tu amor.
—O sea que me extrañaste todo este tiempo —insistió ella, sonriendo de más.
Liam soltó una carcajada vacía.
—¡Qué locura! ¿Pueden creerlo? ¿Cómo podría extrañar a alguien que no significa nada para mí?
—Te recuerdo que no siento nada por ti.
—No me importa si no me quieres. Te vas a casar conmigo. Ya se lo pedí a mi padre —declaró ella con firmeza venenosa.
—Suerte con eso —respondió Liam, ya sin humor—. Aunque llegue el fin del mundo, no aceptaré casarme con alguien que no amo.
—Recuérdalo, Fernanda.
—Vamos —dijo, dirigiéndose a los chicos—. Hay que ver si el mocoso de Jeremy vino.
—Vamos —repitieron Alan y Max.
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Al cruzar la puerta de la cafetería, las miradas se giraron hacia ellos.
Todos… menos Lucía, Jeremy y Abby, que reían despreocupados en su mesa del fondo.
Liam lanzó una mirada dura al lugar, haciendo que varios apartaran los ojos al instante. Su aura imponía.
Recorrió la sala con la vista, hasta que lo vio: Jeremy.
Estaba en una mesa, riendo. Con chicas.
Eso… era nuevo.
—¿Es él? —preguntó Max.
—Sí —asintió Liam.
Los tres se quedaron en seco al verlo sonreír con sinceridad. Jeremy nunca se reía con extraños.
Sin decir nada más, se dirigieron hacia él.
Al acercarse, Liam alcanzó a escuchar parte de una conversación sobre la infancia de Lucía, que provocó una nueva carcajada en su amigo.
—Así que aquí estás… —dijo Liam con voz calmada, aunque con tono de reclamo.
Jeremy levantó la cabeza y sonrió al instante.
—¿Me puedes explicar qué pasó con tu celular, Jeremy Cooper? ¿Por qué no atendías mis llamadas? Me tenías preocupado.
—Habla ahora, pequeño mocoso.