Traicionada por su Prometido, Gana un Presidente

"Uuugghhhh..."

La mañana recibió a Lia con un vacío. La habitación estaba vacía. No estaba Bara. Solo las sábanas revueltas, las almohadas esparcidas y el aroma sutil del cuerpo del hombre que aún persistía en el aire. Lia se quedó paralizada por un momento, con el cuerpo envuelto solo en una toalla mientras caminaba hacia el baño. Después de asearse, regresó al centro de la habitación con el ceño fruncido, sus ojos recorriendo cada rincón.

"¿Dónde está mi maleta?", murmuró suavemente. Rápidamente tomó el teléfono y llamó a la recepción.

"Buenos días, Sr. Bara, ¿en qué podemos ayudarle?", sonó una voz amigable al otro lado.

"Sí, quiero presentar una queja. Un hombre extraño entró en mi habitación anoche. Él... durmió aquí. Conmigo", la voz de Lia se elevó, amargura mezclada con temblor. "¿Y sabe usted lo que me hizo? ¡Me violó!"

Se escuchó una pausa silenciosa.

"Y yo no soy Bara..."

"¿No es el Sr. Bara? Pero esta llamada es desde la habitación especial del Sr. Bara".

"Mi nombre es Amalia Larasati".

"Oh... Lo siento, señorita Lia... Después de que revisamos, resulta que hubo un error en el sistema. La habitación que ocupa pertenece al Sr. Bara, el dueño de este hotel. Mis más sinceras disculpas por esta confusión".

Lia se atragantó. "¿Qué quiere decir? ¿Yo me equivoqué de habitación? ¿No fueron ustedes quienes me dieron el acceso?"

"Eso no debería ser posible, señorita, pero anoche nuestro sistema falló. Sus pertenencias ya están en la habitación correcta. Una vez más, le pedimos disculpas".

"¿Qué? ¿Solo se disculpan? Perdí algo valioso, ¿y eso es todo lo que me ofrecen?"

"Lo sentimos mucho".

"Quiero una compensación".

"Bien, señorita".

"¡Dos mil millones!"

"Bien, el Sr. Bara también dejó un mensaje antes de salir del hotel".

"¿Qué?"

Con las manos temblorosas, Lia colgó el teléfono. Sentimientos de ira, vergüenza y dolor se mezclaron en uno solo. Se sentó en el borde de la cama, abrazándose a sí misma.

"Dios mío... Esto es una locura".

El cielo de la mañana estaba despejado, como si no le importara el corazón de Lia que estaba nublado. Salió del hotel con gafas de sol que cubrían la hinchazón de sus ojos. Las vacaciones que esperaba que fueran un consuelo terminaron con una extraña herida. La noche más apasionante de su vida ocurrió con alguien que no conocía, y luego el hombre desapareció sin más.

"Realmente me dieron dos mil millones. ¡Esto es una locura!"

Lia se frotó la cara. "Ya basta. Lo importante es que tengo dos mil millones. ¿En qué voy a gastar tanto dinero?"

Intentó animarse. "Está bien, gastaré este dinero en compras".

Comenzó a probar helado local, caminó por el mercado de arte, compró algunas cosas, fotografió la puesta de sol en el puerto. Pero la sonrisa que pintó se sintió falsa.

"Al menos, también hay una lección en que Jono me traicione. Termino obteniendo dos mil millones, y a la vez sintiendo el bazooka de un extraño".

Lia suspiró, tratando de pensar positivamente.

"Bara... tu nombre mismo es como fuego. Y de hecho, quemas todo", susurró suavemente. "Pero, ¿simplemente voy a dejar ir a ese idiota así como así?"

Lia recordó de nuevo la traición de Jono y Silvi. "¡No! Tienen que pagar por ello", determinó con los ojos afilados.

"Eres muy hermosa, Silvi..."

"Claro. Soy la novia aquí".

Jono sonrió, aunque su corazón estaba pesado. En comparación con Silvi, su amor por Lia era mucho mayor. Lia era más hermosa, más inteligente. Pero después de escuchar la noticia de que Lia se había ido al extranjero, no tuvo más remedio que seguir adelante con la boda, con una novia sustituta.

"¿Estás listo, Jono?"

"Listo. Vamos al salón", respondió.

En el salón, los invitados ya estaban sentados. Los murmullos comenzaron a escucharse, sorprendidos de ver que la novia era diferente de lo prometido.

"¿Eh, quién es esa? ¿Por qué no es Lia? ¿No debería ser Lia?"

"Sí, tampoco lo sé. ¿A dónde fue Lia?"

"¿Qué está pasando?"

"No importa", pensó Silvi. "Después diré que Lia huyó el día de la boda con otro hombre. Pareceré una heroína que salvó la cara de la familia".

Después de los votos matrimoniales, Silvi tomó el micrófono. Se puso de pie frente a los invitados.

"Deben estar preguntándose por qué estoy parada aquí. La novia debería ser Lia Larasati. Pero en realidad, soy yo, Silvi Maesaroh, quien está aquí".

Respiró hondo. "Todo esto es por mi amiga. Estoy triste, ella dejó esta importante boda y huyó al extranjero con un hombre..." Silvi se detuvo por un momento. Jono la miró, sorprendido. Nunca había escuchado esta historia antes.

"¿Es cierto que Lia se fue con otro hombre? ¿No es por... ese incidente?", pensó Jono.

Silvi continuó: "No podía permitir que Jono fuera humillado. Así que estoy reemplazando a Lia como su novia".

Los murmullos de los invitados se hicieron más fuertes. Muchos comenzaron a culpar a Lia, considerándola cruel.

"Por eso, les pido que tengan simpatía por Mas Jono. Él es la verdadera víctima aquí..."

¡Ploc! ¡Ploc! ¡Ploc!

Los aplausos sonaron fuertes, interrumpiendo las palabras de Silvi. Todas las cabezas se volvieron hacia la puerta del salón.

Allí, estaba Lia con una sonrisa que hizo que Jono y Silvi se congelaran.