Mi Dulce Venganza

Emily despierta el domingo muy temprano y se ducha antes de que Abby despierte. Espera ansiosa el mensaje de su novio para saber a qué hora van a verse hoy.

Ambas chicas bajan al comedor. Esta mañana, Greg no está en casa y desayunan solo en compañía de Clara.

- Ayer no te llamé la atención por petición del señor Gregory, pero hoy es otro día. Desobedeciste mi orden y compraste el bikini que te dije que no compraras.

- Nana, era mi cumpleaños y todas iban a usar un bikini.

- Mi niña, no eres como todas.

- Lo sé, las demás tienen a sus padres, yo no.

- No me refiero a eso y lo sabes bien.

- Ya tengo 17 años, nana. ¿Sí entiendes que cuando sea mayor de edad no podrás darme órdenes?

- Lo entiendo mejor de lo que piensas. El hecho de que seas mayor de edad no será un obstáculo para que te dé mi opinión y mucho menos para que te aconseje. De ti dependerá escuchar o ignorar mis consejos.

- No seas grosera, Emily. Clara te quiere y quiere lo mejor para ti.

- Discúlpame, nana. Sé que siempre me darás buenos consejos.

- Yo me voy antes de que mi mamá venga a buscarme. Gracias Clarita y tu amiga piensa en lo que te dije.

Abby se marcha y Emily regresa a su habitación. El domingo transcurre sin noticias de su novio, no le llama ni le envía mensajes.

Así pasan dos años. Ella ya está por finalizar su primer año en la Universidad. Administración de Empresas es la carrera elegida. Abby estudia Arquitectura y ya no pasan tanto tiempo juntas como antes.

Michael estudia lo mismo, pero no le va tan bien como a su novia. Su relación se ha mantenido, él ha dejado de ser tan atento, y no se ven tanto como ella quisiera. Las pocas veces que están solos él ha intentado sobrepasarse, pero Emily ha sabido ponerle un freno a sus avances.

Han pasado una semana sin verse, hoy se marchan juntos de la Universidad. Michael desvía la ruta y la lleva a un apartado mirador.

Ahí comienza a besarla, no conforme con los besos, acaricia sus piernas. Sube las manos hasta los pechos de la chica y los aprieta con rudeza.

- ¡ Michael, detente!- le exige mientras lo aparta empuja con fuerza.

- Vamos, preciosa. Sé que tu también lo deseas- asegura mordiendo el lóbulo de su oreja.

- No, te he dicho mil veces que quiero esperar.

- Uff, sí lo sé. Quieres esperar a la noche de bodas- expresa con fastidio- ¡Maldición, Emily! ¿En qué mundo vives? Faltan dos años para que cumplas la mayoría de edad y aún siendo una adulta quién me garantiza que el pedante de tu tutor acceda a nuestro matrimonio.

- La opinión de Greg no me importa.

- Eso espero, porque no pienso esperar más. Si cuando cumplas 21 no nos casamos enseguida, lo nuestro se termina.

Michael enciende el motor del auto y arranca a toda velocidad, ninguno habla durante el trayecto, al llegar aparca afuera de la casa de su novia.

- Gracias por traerme, ¿nos vemos más tarde?

- ¿Para qué? Estoy harto de ser tu novio de manita sudada.

Emily ignora el comentario y se acerca para besarlo, él gira el rostro rechazando la muestra de afecto.

Abby observa todo desde el otro lado de la calle. En cuanto Emily desciende del vehículo, Michael acelera haciendo chirriar los neumáticos.

- ¿Hasta cuando vas a soportar sus malos tratos?- cuestiona Abby.

- Estaba molesto y quizá tenga razón.

- Excusándolo como siempre. No estás obligada a acostarte con él si no quieres.

- Cállate, te va a escuchar mi nana. Vamos a mi habitación.

Una vez ahí, Emily se deja caer en la cama y su amiga imita la acción.

- Él ha sido muy paciente conmigo, quizá debería ceder.

- A ver, siempre has tenido muy claro lo que quieres y si él de verdad te ama como dice debería respetar tus deseos.

- En la actualidad ya nadie espera al matrimonio.

- Tanto como nadie, no. Debe de haber mujeres y hombres que piensen como tú y no está mal. Es lindo que quieras hacer de tu noche de bodas algo especial.

- ¿Y sí se cansa de esperar y se va con alguien que le dé lo que yo no?

- Sí lo hace es porque no te ama y no vale la pena.

Una vez más Abby intenta convencer a su amiga de que lo mejor es que termine su relación con ese chico sin éxito.

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Del otro lado de la ciudad Michael llega a casa de Cynthia. Se abalanza sobre ella apenas abre la puerta. La chica responde con la misma pasión y caminan directo a la habitación en donde dan rienda suelta a la pasión.

- Por lo visto tu novia volvió a dejarte con las ganas- asegura ella mientras se deja caer sobre la cama junto a él- asegura con la respiración agitada.

- Estoy harto. Es una mojigata anticuada.

- Recuerda que el sacrificio que estás haciendo vale millones.

- Faltan dos años para que nuestro plan pueda llevarse a cabo.

- Si no eres inteligente es muy probable que termine dejándote y otro va a disfrutar de su fortuna.

- Tienes razón, debo mantener la calma.

- No puedes perder a la gallina de los huevos de oro. De ella depende nuestro futuro.

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Greg continúa instruyendo a Emily en el manejo de la productora cada sábado. Es inteligente y no le es difícil aprender.

- Hoy te noto más dispersa de lo habitual. ¿Todo bien en la Universidad?

- Estoy cansada nada más.

- ¿Segura? Sé que no somos precisamente amigos, pero puedes confiar en mí. Quizá este viejo pueda darte un buen consejo.

- No eres un viejo. Estoy bien, de verdad.

- En dos años podrás asumir la dirección de la productora. Debes prepararte.

- Sí, soy consciente de la responsabilidad que eso conlleva.

A las dos de la tarde dejan la oficina y regresan a la mansión. Después de la comida Greg se refugia en la biblioteca. Últimamente, más que un lugar de trabajo, este se ha convertido en su escondite.

Aquí puede mantenerse alejado de ella. Cada día lucha contra los sentimientos y las emociones que Emily produce en él. No ha resultado sencillo mantener su distancia.

Hay días en que le provoca abrazarla, hacerle sentir que no está sola y qué él siempre va a protegerla. Más es consciente de lo inapropiado que es. No solamente se trata de la enorme diferencia de edad, sino también de la estrecha relación que mantuvo con su padre.

A eso hay que sumarle el hecho de que una chica como ella jamás se fijaría en él. Seguro le recuerda a su padre y no debe de parecerle nada atractivo.

El timbre de su celular lo saca de sus pensamientos. El identificador de llamadas muestra que es Anne quien llama. Rechaza la llamada de inmediato. A los pocos segundos vuelve a llamar.

📲 Que grosero eres. Tanto tiempo sin vernos y me mandas a buzón.

📲 Anne, lo siento. No estoy de humor.

📲 Pero si te estoy llamado para invitarte a cenar, no soy una de tus amiguitas. No te confundas.

📲 No quise decir eso y lo sabes.

📲 Pues me has ofendido y para resarcir el daño tendrás que aceptar mi invitación.

📲 Ok, dime dónde nos vemos.

📲 En mi restaurante favorito, a las 7.

📲 Ahí estaré. Te veo en un rato.

Sin muchos ánimos se dirige a su habitación para ducharse y prepararse para salir con tiempo rumbo al restaurante.

Anne es una amiga de la Universidad y sí, han sido únicamente amigos desde entonces. Un tiempo él fue su confidente, ella solía estar enamorada de Doug y muchas noches tuvo que ser su paño de lágrimas.

Justo al salir de la mansión se topa con Michael que espera a Emily. Se saludan con un movimiento de cabeza, no es nuevo para nadie que no se soportan y fingen cordialidad delante de Emily.

Sube a su auto y se dirige al restaurante. Ahí se encuentra con su amiga. Durante la cena ella habla y él finge escuchar.

- Y como te iba diciendo, soy lesbiana y me caso el próximo mes.

- ¿Cómo qué te casas?

- Hay amigo, de verdad que no me has puesto nada de atención.

- Claro que sí, acabas de decir que vas a casarte.

- Lo dije para ver si estabas escuchando. Dime qué pasa.

- Nada, demasiado trabajo y demasiadas responsabilidades.

- No me digas que esa chica te está sacando canas verdes.

Anne nota el cambio en la expresión de su amigo.

- ¡No puede ser! Te enamoraste de la hija de Doug.

- Qué tonterías dices, te equivocas.

- No, no me equivoco. Estás enamorado como un adolescente.

- ¡No estoy enamorado!- insiste levantando la voz y llamando la atención de los demás comensales.

Su reacción solo confirma lo que Anne ya sabe.